Vie 20.05.2011

EL PAíS  › LOS INVESTIGADORES CREEN QUE EL AVIóN DE SOL QUE CAUSó 22 MUERTES EN RíO NEGRO EXPLOTó AL CAER EN EL SUELO

“Sólo pedacitos nada más, cenizas y pañales”

Las cajas negras ya fueron encontradas, pero las causas del accidente de Prahuaniyeu aún no están claras. Una hipótesis hace referencia a un congelamiento en las alas. Los cadáveres serán trasladados a Buenos Aires. Un testigo escuchó cinco estallidos.

› Por Pedro Lipcovich

El primer pedido de socorro fue el último: la declaración de emergencia del vuelo 5428 de Sol Líneas Aéreas, a las 20.48 del miércoles, no fue el anuncio, más previsible, en el que el piloto llega a contar algo de lo que está pasando, sino el temido “Mayday!”, “mayday!”, “mayday!”, el triple grito de las situaciones extremas. Casi enseguida, un poblador que transitaba por el paraje de Prahuaniyeu, provincia de Río Negro, vio “fuego, una luz y una explosión”. Del avión “quedaron pedacitos nada más, cenizas y pañales, porque parece que había un bebé”, contó otro de los que llegaron primero. La Junta de Investigaciones de Accidentes de la Aviación Civil empezó su tarea, y recuperó ya la “caja negra” con los registros del vuelo. No hay todavía hipótesis ciertas sobre lo que pudo haber pasado antes del “Mayday!”. Una versión con alguna verosimilitud habla de una cadena de fallas o errores con eje en la formación de hielo en alas y alerones, que habría hecho perder sustentabilidad a la nave. La máquina, un Saab 340 turbohélice, es considerada una de las más seguras del mundo, y de hecho éste es el accidente que causó más víctimas desde que este modelo empezó a volar, en 1983. Hubo sólo otros tres accidentes con pérdida de vidas humanas y en ambos la investigación mostró errores de pilotaje (ver aparte).

El vuelo 5428 de Sol Líneas Aéreas efectuaba el recorrido Córdoba-Mendoza-Neuquén-Comodoro Rivadavia. Había partido de Córdoba a las 16, y a las 20.08 despegó de Neuquén para el último tramo. Llevaba 19 pasajeros, la auxiliar de vuelo Jesica Fontán y los pilotos Juan Raffo y Adriano Bolatti. Poco después de las 20.50, un poblador de Prahuaniyeu –desolado paraje en la meseta patagónica, a 35 kilómetros de la localidad de Los Menucos, 70 kilómetros al oeste de Ingeniero Jacobacci–, vio “fuego y una luz y la explosión. Escuchó unos cinco estallidos y vio humo; dijo que el avión bajó un poco, volvió a subir y cayó”, según contó después Mabel Yahuar, intendenta de Los Menucos. Juan Pablo Flehr, otro de los pobladores, dijo lo que vio: “Quedaron pedacitos del avión, nada más, cenizas y pañales, porque parece que había un bebé”. Ellos, los primeros, habían llegado a las 22.20. No hubo sobrevivientes ni restos reconocibles.

“Sería temerario establecer en estos momentos cualquier motivo sobre la caída del avión”, advirtió el comodoro Gustavo Brea, secretario general de la Junta de Investigaciones de Accidentes de la Aviación Civil (Jiaac). Según fuentes aeronáuticas, a las 20.37 el piloto habría pedido descender desde los 6200 hasta 3700 pies por “engelamiento”, es decir, acumulación de hielo en alas y alerones. Pero “ésa podría ser una causa secundaria o terciaria”, observó Brea. Ayer, los peritos de la Jiacc ya trabajaban en el lugar del accidente, y se había recuperado la “caja negra” que debiera aportar todos los registros del vuelo. La Jiacc anunció que “no se expedirá públicamente” hasta completar las investigaciones.

Juan Nyffenegger, vicepresidente de Sol Líneas Aéreas, afirmó que los pilotos Raffo y Bolatti tenían “experiencia” y eran “muy meticulosos”. Negó que el aparato hubiera sufrido alguna falla técnica o despegue abortado en un vuelo anterior. Ricardo Frecia, secretario general de la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA), había sostenido ayer que la misma nave había sufrido un “aborto de despegue” en días previos. Frecia afirmó también que “no tenemos ninguna relación con Sol porque esta empresa viola sistemáticamente las normas que hacen a la protección de los tripulantes de cabina y no respeta los descansos mínimos”. Según el dirigente, la azafata fallecida en el accidente, Jesica Fontán, “estuvo la semana pasada” para “denunciar las irregularidades” de Sol.

Sin embargo, Jorge Pérez Tamayo, titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA, que incluye a los pilotos de Sol Líneas Aéreas), afirmó que “no tenemos ninguna queja respecto de Sol Líneas Aéreas: se rige por el Decreto 671/94, que regula los descansos de la tripulación”. La Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) puntualizó que “la empresa, la aeronave y la tripulación contaban con sus licencias en regla y los exámenes realizados en tiempo y forma”.

En cuanto a lo poco que puede decirse sobre qué pasó, José Vaca –vicepresidente de la Sociedad Argentina de Aviación– comentó que “hay distintas clases de emergencia en vuelo: generalmente el piloto tiene tiempo para activar un comando que comunica la situación de emergencia y para decir cuál es la falla y qué piensa hacer. Cuando se llega al Mayday! es porque ya se intentó todo y no queda nada por hacer”. Según un experto en seguridad aérea, “la explosión probablemente se produjo en tierra, por la fuerza del impacto, ya que si hubiera sido en el aire los restos habrían quedado más dispersos”. Por lo demás, “en caso de que haya fallas importantes que conduzcan al engelamiento, acumulación de hielo que hace perder sustentabilidad, los aviones relativamente chicos como el Saab 340 tienen menos recursos que los más grandes; un Boeing puede elevarse a gran altura, donde no hay humedad que pueda condensarse; un avión más chico debe bajar en busca de mayor temperatura. Si el avión sigue cargando hielo, termina por perder la aerodinamia. Es lo que le pasó, en abril de 2001, al avión Cessna en que viajaba Agostino Rocca, presidente de Techint, que cayó cerca de Roque Pérez, provincia de Buenos Aires”.

Gerardo Quadro –consultor en transporte aerocomercial– agregó que “el peso de este avión es relativamente escaso para la intensidad de los vientos patagónicos, por lo cual los pilotos son muy cuidadosos al aproximarse al aeropuerto de Comodoro Rivadavia. El Saab 340 con su pasaje, a punto de despegar, pesa unas 25 toneladas; un Boeing pesa 50 toneladas”. Y advirtió que “el Saab 340 es considerado uno de los aviones más seguros”.

Desde 1983, cuando empezó a volar, el Saab 340 había tenido sólo tres accidentes con víctimas fatales. El 4 de abril de 1994 uno de KLM se estrelló en Amsterdam, causando tres muertos; el 18 de marzo de 1998, uno de Formosa Airlines cayó cerca de Hsinchu, Taiwan, con 13 víctimas; el 10 de enero de 2000, uno de Crossair se accidentó cerca de Nassenwil, con 10 víctimas. Los informes oficiales vinculan el accidente de 1998, en primer lugar, con una “falla de la tripulación” que “resultó en la pérdida de control de la aeronave”; respecto del siniestro de 2000, señalan que “la tripulación perdió control del aparato” porque “reaccionó inapropiadamente” a cambios en las instrucciones de partida.

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