EL PAíS • SUBNOTA › DIáLOGO DE LA AZAFATA CON UN PASAJERO QUE BAJó ANTES
“Se llamaba Jésica” y “me contó que por lo largo del vuelo tendría como nueve horas arriba del avión. Me dijo una frase que ahora me suena horrible: ‘El viaje se me va a hacer eterno’.” Eso recordó ayer Facundo Rossi, el responsable comercial del sitio MDZ online que descendió del vuelo 5428 en Mendoza, al recordar a Jésica Fontán, la azafata que murió en el accidente con los pasajeros y el resto de la tripulación. No sólo por eso fue recordada ayer Fontán. Tras su muerte, la azafata rosarina de la aerolínea Sol quedó en el cruce de versiones que enfrentaron a colegas aeronavegantes con la empresa en que se desempeñaba. Ella había denunciado que Sol “viola sistemáticamente las normas” de protección de los tripulantes, aseguró ayer el titular de la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA), Ricardo Frecia. El vicepresidente de la compañía aérea, Juan Nyffenegger, desmintió “totalmente” la afirmación.
El pasajero Rossi había iniciado el viaje en Córdoba y descendido del avión en Mendoza; sólo conoció la noticia del accidente en la mañana de ayer. “Me queda la imagen de Jésica”, contó en una entrevista que brindó al propio medio en que se desempeña. “En esos aviones (la tripulante de cabina) siempre se sienta enfrentada a los pasajeros y le tocó estar frente a mí”, recordó. “Hablamos de Mendoza y de su trabajo. Ahora veo que está en la lista de los fallecidos”, continuó, para agregar que la mujer le dijo “una frase que ahora me suena horrible: ‘El viaje se me va a hacer eterno’”.
La versión, despojada de la carga de emotividad, guarda relación con la afirmación de Frecia, de AAA, acerca de las denuncias reiteradas que había radicado la azafata en la entidad. La empresa “cometía irregularidades” para “obtener el máximo de rentabilidad” y “llamaba a Fontán para que no haga las denuncias, (por lo que) nos permite sospechar que violaba otras disposiciones”, aseguró. La rosarina había estado “la semana pasada” en la sede de AAA, “ella logró vencer el miedo de denunciar las irregularidades, los mínimos descansos y las máximas actividades. Nos comentaba que no podían comer entre vuelo y vuelo por diez horas, hoy (por ayer) nos enteramos de otras cuestiones porque vinieron otras compañeras”. Nyffenegger aseguró que la empresa “ha cumplido con todas las normas establecidas y la seguridad” que establece la autoridad aeronáutica.
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