EL PAíS › DEBATES Y COMBATES, CICLO ORGANIZADO POR CULTURA, LA SIGEN Y LA UNSAM

La batalla de los intelectuales

En su segunda etapa, el ciclo está dedicado a pensar “teorías de la emancipación para el siglo XXI”. Ayer estuvieron Judith Revel, Davide Tarizzo, Jelica Šumiè y Giacomo Marramao, entre otros. Mañana será el turno de Ernesto Laclau y Toni Negri.

 Por Facundo García

Todavía nadie se calzó los guantes, pero el ciclo Debates y Combates abrió ayer su segunda etapa con la premisa de elaborar “teorías de la emancipación para el siglo XXI”. El encuentro –que terminará este viernes en el auditorio de la Sindicatura General de la Nación (Corrientes 389)– reúne a pensadores de prestigio internacional como Ernesto Laclau, Toni Negri, Judith Revel, Davide Tarizzo, Jelica Šumiè y Giacomo Marramao, e intentará recorrer el mapa de las principales preocupaciones que surcan el campo de la filosofía política contemporánea.

¿Qué significa liberarse? ¿En qué núcleos de análisis debería concentrarse un intelectual comprometido? Las respuestas provisorias llegarían a lo largo de la jornada inaugural, luego de que el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia; el secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina; el síndico general de la Nación, Daniel Reposo, y el rector de la Universidad Nacional de San Martín, Carlos Ruta, dispararan las discusiones. “El nombre Debates y Combates ha sido criticado desde algunos sectores –se plantó Coscia–. Nosotros creemos que la democracia se sustenta en base a la polémica y la diferencia. Es más: la gran utopía de la posmodernidad fue el consenso pleno, que en el fondo enmascaraba un acuerdo entre los poderosos.”

El primer aporte femenino llegó, por la mañana, con la filósofa francesa Judith Revel, que habló de la crisis que atraviesan las grandes teorías políticas. “Si Frantz Fanon pedía que la reflexión ‘se haga mundo’ –es decir práctica–, hoy deberíamos reclamar ‘que el mundo se haga concepto’. Me refiero a que los instrumentos con los que descifrábamos lo que ocurre a nuestro alrededor no funcionan como antes y precisan ser reajustados”, dijo. La académica advirtió sobre el “efecto inhibidor” que podía tener la obstinación de aplicar a rajatabla “sistemas totales” como el marxismo ortodoxo. “Estamos aprendiendo que la crítica y las percepciones de la emancipación deben estar situadas, localizadas en un espacio y un tiempo precisos. El desafío –subrayó– es conseguirlo sin segmentar las luchas.” A manera de corolario, la profesora Cristina López indagó en el rol que les cabría a los intelectuales en ese proceso. “Lo que mencionó Judith nos recuerda a Defender la sociedad, aquel curso de Foucault donde abogó por la construcción de un saber que en lugar de sujetar ‘des-sujetara’”, observó.

El intercambio alcanzó niveles de complejidad poco comunes. Davide Tarizzo, profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Salerno y de Filosofía Política en la Universidad de Nápoles, se despachó con un estudio arriesgado y profundo. Contrastando las ideas del jurista Hermann Heller –que pensó a la homogeneidad social como precondición para la democracia– y las de Ernesto Laclau –que ha remado en dirección contraria–, el italiano desembocó en una caracterización de las “gramáticas emancipatorias”. A grandes rasgos, una “gramática” sería la forma en que los colectivos humanos “escuchan” los discursos políticos y los asumen desarrollando un “nosotros”. ¿Un ejemplo? Las distintas versiones del patriotismo. “Ahora bien –puntualizó el expositor–: si las demandas sociales son necesariamente heterogéneas, como afirma Laclau, ¿cómo es que se pueden agrupar bajo una identidad compartida?”

En ese momento entraron en escena el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, y el propio Laclau. “Estamos frente al problema del pasaje de lo social a lo político. Sería cuestión, entonces, de rastrear cuáles serían esas gramáticas, esos textos a producir y esa vida que les corresponde”, aventuró González. Laclau fue más lacónico. Anticipó que el viernes –además de ofrecer su coloquio– se ocupará de los supuestos vacíos conceptuales que se le han planteado.

Tras el receso de la tarde, otro italiano, Giacomo Marramao, docente en la Universidad de Roma III y miembro del Collège International de Philosophie de París, se abocó a estimar qué configuración tendría que tener una democracia verdadera en la actualidad: “Hoy habría que comprender a la democracia como un espacio dinámico, más allá de las viejas tipologías. Por lo pronto, sabemos que su indicador por excelencia no es el consenso sino el disenso”. Para el autor de Filosofía y globalización (2006), esa visión de tejido social ubica en el primer plano a la cuestión de la identidad. “El asunto de la identidad no se puede resolver en el mero ‘reconocimiento’ de las minorías o las fracciones –que siempre se basa en arquetipos estilizados’–, porque ningún sujeto está nunca definitivamente constituido”, siguió Marramao. El otro eje de la arena política es el de la “universalidad”. Es que en una era en la que proliferan los movimientos liberadores en diferentes latitudes importa tanto lo que se comparte como lo que separa. “Lo universal debe ser articulado desde lo real. Ante esa urgencia, la ‘traducción’ de lo incomprensible se erige como responsabilidad política.” Eduardo Rojas, investigador y docente de la Universidad Nacional de San Martín, valoró el diagnóstico: “Giacomo nos hace descubrir que hay un ‘local en lo global’ dentro del que existimos”, recalcó.

Hacia el final, la eslovena Jelica Šumiè comentó la nota 11 incluida en las Tesis sobre Feuerbach de Marx, aquella en la que se afirma que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. “Decimos ‘cambio’ –provocó– y rememoramos la derrota de la política emancipadora, que se corresponde con la incapacidad del pensamiento para derivar en una rebelión. ¿Por qué el pensamiento dejó de ser subversivo?” Para responderse, Šumiè desgranó las exegesis que se han hecho alrededor de la cita de Marx y cerró con un ensayo de aggiornamento. Gloria Perelló completó la velada describiendo el linaje intelectual de su colega y las corrientes de diálogo que se están fortaleciendo entre Eslovenia y Argentina.

Organizado por la Secretaría de Cultura junto a la Sindicatura General de la Nación, el Centro de Estudios del Discurso e Identidades Sociopolíticas y la Universidad Nacional de San Martín, Debates y Combates –cuyo primer tramo transcurrió a principios de año– continuará mañana, en el auditorio de la Sigen y con entrada gratuita. Los protagonistas serán: de 10 a 11, Toni Negri, el coautor de Imperio; y de 11.30 a 12.30, Laclau. De 18 a 19.30, habrá una mesa redonda con Revel, Tarizzo, Marramao y Šumiè, a quienes se sumarán Negri y Laclau.

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Horacio González fue el comentarista de la exposición del italiano Davide Tarizzo.
Imagen: Lucía Baragli
 
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