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Tienen pocos recursos, porque en la división de bienes el socialismo se quedó con los fondos correspondientes a la elección anterior. Sin embargo, el ARI ha logrado juntar dificultosamente algunos fondos, y prepara una campaña de afiches que se distribuirán por todo el país, en la recta final de la campaña. “Mejor la verdad”, es el slogan elegido por Elisa Carrió.
La escasez de fondos condiciona la estrategia de la chaqueña. En las elecciones del 2001, los seguidores de Carrió obtuvieron un millón de votos, por lo que le correspondería el equivalente en pesos para financiar la actual campaña. Sin embargo, en aquel momento el ARI no existía formalmente y los candidatos se presentaron con la estructura jurídica del socialismo. No hubo un acuerdo formal sobre el reparto por lo que, luego del divorcio, los socialistas se quedaron con la totalidad de los fondos. Para evitar la bancarrota, el jefe de campaña del ARI, Rafael Romá, negoció con el Gobierno un adelanto del dinero que le correspondería por la actual elección. Con estos recursos, sumados a los exiguos fondos obtenidos a través de las donaciones de particulares, Carrió planea financiar las boletas y el único esfuerzo publicitario de la campaña.
Carlos Menem juega con la idea de “marca registrada”, Néstor Kirchner habla de “un país en serio”, Adolfo Rodríguez Saá coquetea con el nacionalismo y Ricardo López Murphy la va de transgresor con las leyes de Murphy. Para no ser menos, Carrió también distribuirá sus afiches: una primera tanda la mostrará sola bajo el slogan “mejor la verdad” y, si alcanza, habrá una segunda con su compañero de fórmula, Gustavo Gutiérrez.
En rigor, los afiches son la continuidad de un folleto del ARI, donde figura una síntesis de la plataforma, la historia de los candidatos y unas breves palabras de Carrió, que ya se imprimieron y se comenzaron a distribuir. El viernes pasado, unos 40 seguidores de Carrió repartieron miles de panfletos en Plaza Once.
Además de los afiches, el ARI cuenta con los segundos de televisión gratuita. El equipo de campaña estudia cómo presentar a su candidata, para que no aparezca improvisando o alentando a sus seguidores a los gritos, como suele suceder con los partidos chicos, que a menudo terminan desaprovechando el valioso espacio televisivo.
Además de la publicidad, los seguidores de Carrió analizan el cierre de la campaña. La idea original era realizar una caravana por la Avenida Rivadavia, desde Liniers hasta el Congreso. Aunque no la ha descartado definitivamente, Carrió no está del todo convencida con la propuesta. “No me gusta eso de pasar rápido y mirar a la gente desde arriba”, sostiene. La segunda opción es un acto más tradicional. Lejos de competir contra Menem o Kirchner, que prometen llenar el estadio de River, el ARI podría apuntar al Luna Park, con capacidad para diez mil personas.
En cuanto a las recorridas, Carrió dedicará los próximos días a terminar su gira por el Nordeste (ayer estuvo en Formosa y hoy y mañana visitará Chaco). Después viajará a Misiones y Entre Ríos y, aunque ha prometido su presencia en otros lugares del interior, la idea es dejar las últimas dos semanas libres.
En los últimos días, además del clásico raid mediático, Carrió recorrerá la Capital, más algunas zonas del conurbano y la provincia de Buenos Aires. En el ARI no cuentan con sondeos propios, pero sostienen que su candidata marcharía primera en la Capital y el primer cordón del Gran Buenos Aires, que haría una gran elección en Rosario y, en menor medida, en Chaco. Dicen que podría disputar con López Murphy votos de radicales desencantados en el interior bonaerense y que la incorporación de Gutiérrez garantizaría una elección digna en Mendoza. De acuerdo a este mapa, impreciso y tentativo, las mayores dificultades se encontrarían en el Noroeste, donde marcha primero Menem y, entre los distritos grandes, en Córdoba, donde, según el equipo de campaña, la dirigencia provincial ha transmitido una imagen muy negativa. Así se encamina Carrió al tramo final de la campaña: con una estructura mínima, sin recursos y sin aliados. A un mes de las elecciones, en el ARI confían ciegamente en la buena estrella de su candidata presidencial, que –a esta altura– es casi lo único que alienta las esperanzas de llegar al ballottage.