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POLITICA LOCAL E INTERNACIONAL EN LA SEMANA EN QUE EL PJ ZAFO A BARRIONUEVO
La sangre es más espesa que el agua
Duhalde se fascina con dejar de ser lamebotas. Ruckauf piensa diferente. La nefasta sesión del Senado y su backstage, una ministra y el compañero presidente en acción. Sumas y restas entre los candidatos peronistas. Malestares cerca de Menem. Levanten el corralón, que pague el que sigue y vayan llamando a Bercún. Una historia para
Aristarain. Y algo sobre los fenicios sin neuronas.
Por Mario Wainfeld
Los gustos hay que dárselos en vida ha de pensar Eduardo Duhalde y, aprovechando que ya está en tiempo de descuento, esta semana tomó una medida y maquina otra que, según sus cómputos, son pura ganancia. Lo ya resuelto es la, peculiar, apertura del corralón. Lo que tiene en carpeta es el voto argentino en las Naciones Unidas sobre la situación de derechos humanos en Cuba.
Empecemos por ésta. Todos los años se trata en Ginebra la moción de censura al gobierno de la isla. El sponsor tradicional del reclamo es Estados Unidos, quien en 2003 ha añadido un dato digno de Fontanarrosa: su representante en la ciudad suiza es Jeanne Kirkpatrick, halcón hembra cuya relación con los derechos humanos es muy estrecha, tanto que propugnó desde sitios calificados su violación en muchos confines del orbe, incluido el país del sur que hoy gobierna Duhalde. La posición argentina, desde los carnales tiempos de Carlos Menem, viene siendo votar a favor de la moción yanqui. La Alianza, confirmando su continuidad con lo esencial del menemismo, “honró” esa nefasta tradición. Y Duhalde la prorrogó, hasta ahora. Pero, hoy por hoy, al final de su imperfecto mandato, el Presidente piensa seriamente virar hacia la abstención, posición más decorosa que ha sido la constante adoptada por Brasil.
El Presidente supone, con buen tino, que adoptar esa postura el día de la votación tendrá buena recepción en la sociedad argentina que, casi unánimemente, repudia la política exterior norteamericana. También piensa que estratégicamente es positivo anudar conductas comunes con el país gobernado por Lula. Y, como lo sublime no obsta a lo táctico, lo seduce diferenciarse de Carlos Menem y con este giro, darle una manito a Kirchner.
“Néstor se va a ver con Lula antes de la primera vuelta –da por cerrado un operador del candidato patagónico– y barajamos la posibilidad, quién le dice, de que Lula lo apoye para las elecciones.” Parece demasiado jugarse que el presidente brasileño se pronuncie a favor de un candidato cuando hay, en primera línea, al menos otros dos muy pro Mercosur –Elisa Carrió y Adolfo Rodríguez Saá– pero, ya se sabe, las campañas alientan ilusiones y las trincheras no son buen albergue para pesimistas.
Si los aliados de Kirchner y el propio Presidente se ilusionan con un giro, valorable, de una posición de estado, no faltan en el propio gobierno pareceres adversos al cambio. El abanderado es el inefable Carlos Ruckauf quien presta especiales e inexpertos oídos a la “línea” de Cancillería, esto es, a su elenco estable, de carrera, una de las elites pagas más mediocres y reaccionarias de la Argentina, y eso que hay muchas.Sobre la posición del embajador en Estados Unidos, Página/12 ha recibido versiones divergentes. Dos importantes integrantes del gabinete aseguran que el embajador en Estados Unidos predica, incluso por escrito, “no seguir tirando de la soga” con el Imperio. A su vez, fuentes confiables, muy cercanas al embajador, le afirman a este columnista que Amadeo cree razonable un cambio de postura que acompañe el realineamiento argentino con Brasil.
En Presidencia afirman que la decisión de cambiar está tomada. Desde Cancillería el ministro Ruckauf (que, aunque usted no lo crea, porque se ha vuelto invisible, sigue revistando allí y cobrando sueldo y viáticos) trata de que se perpetúe la conducta abdicante de las gestiones de Guido Di Tella y Adalberto Rodríguez Giavarini, (a) el lamebotas. Previene a Duhalde que, si no lo hace, su próxima visita a España (la gira comienza el próximo fin de semana) será insalubre. José María Aznar, auguran, lo ha de maltratar, sobreactuando su rol de ordenanza de la coalición que invade Irak. Si a eso se añade que Aznar ya piensa zarandearlo de lo lindo en nombre de las privatizadas de servicios públicos afincadas en la Argentina, lo aconsejable –susurran desde Cancillería– es no abrirse nuevos flancos. Pero, en las postrimerías de su gestión, Duhalde se tienta con recuperar algo que lo asocie con las archivadas banderas antiimperialistas de su movimiento. “Nosotros no olvidamos que somos peronistas”, asegura una figura relevante del ala política del Gobierno y dice expresar al Presidente.
Lealtad a la Banelco
Tiene motivos para citar al Presidente quien en las últimas semanas repitió varias veces esa alusión a la memoria partidaria. Aunque cabe hacer una salvedad, Duhalde no hablaba sobre la gallarda Cuba sino sobre el compañero Luis Barrionuevo. La predicada solidaridad interna derivó en otra escena que añadió el Senado a su asqueante foja de servicios, acompasada (como se acompasó la entrega de YPF) con la marcha peronista.
El desprecio a la institucionalidad demostrado por la mayoría de la bancada del PJ, engrosada por la conversa frepasista Diana Conti, degrada al sistema democrático realmente existente. Los radicales que, en este caso, cumplieron el rol de vestales indignadas tampoco están a la altura: su pasado los condena. Lo suyo no es la pureza de las instituciones, como lo prueba su recordada conducta frente a la denuncia de las coimas senatoriales. Sus cruzadas procuran, apenas, defender a ultranza a los correligionarios sea cual fuere su desempeño. La Banelco, ya es fama, no se dobla ni se rompe.
El backstage de la votación del jueves a la madrugada fue oprobioso. La ministra de Trabajo, Graciela Camaño, pulsó su celular desde Ginebra (cómo se cita a Ginebra en esta columna parroquial, se ve que estamos no más en un mundo globalizado) para apretar a legisladores, sin distinción de género. Duhalde (paternal) y Antonio Cafiero (con tono de abuelo comprensivo) intentando resignificar lealtades mafiosas. Y el dirigente de Chacarita amenazando revolear carpetas. “Tiene datos sobre la vida personal de ... “ susurró su esposa Camaño, con aires de policía buena, en atentos oídos ministeriales “yo trato de pararlo pero él es incontenible”. “La verdad, lo que tiene son datos acerca de la plata negra del senado -especula otro ministro– y eso encolumna a los muchachos.”
¿Miedo, solidaridad corporativa, gallinácea lógica partidaria? De todo eso ha de haber, pero seguramente lo preponderante son las asociaciones comerciales, en especial las non sanctas. Lo cierto es que, cuando de bancar a Barrionuevo se trata, la sangre es más espesa que el agua y las diferencias entre menemistas y duhaldistas ceden lugar a la unidad, compartiendo el capital..
Hagan cuentas, señores
Tras la vergüenza surge el poroteo.
u En tiendas de Rodríguez Saá se computa el episodio como pura ganancia que salpica a sus antagonistas pero no al Adolfo. Si se suma que en esta semana el referente apareció en plan de fundador de ciudades y de estadios y que las encuestas le vienen dando bien, por allá todo es alegría.
u En el Gobierno piensan que el papelón no hará mella electoral. El pronunciamiento pro Menem de Luisito, ponderan, mejora la calificación de la Rosada. Cualquier mirada sobre los medios o cualquier diálogo callejero, desmiente esa percepción.
u Los menemistas pagarán puro costo y el apoyo de Barrionuevo suscitó rezongos en la carpa. La intención de voto del candidato no baja pero tampoco sube y tal parece, así lo interpretan algunos de sus adláteres, que el rechazo le ha impuesto un (bajo) techo. “Menem está bien –dice un incondicional– pero es el único que hace política. Romero juega por su lado, incluso paga su parte de la campaña y la maneja por su cuenta.” “¿Y Kohan, Bauzá?”, inquiere este diario. “Kohan no hace política para Menem, se limita a administrarle su tiempo libre: cacerías, partidos de golf. Y Bauzá está repartiendo ministerios y secretarías. Tiene una agencia de empleo ante tempus”, bromea el hombre dando cuenta de su versión de la abulia productiva de las huestes del riojano. Ojo que no todo es parálisis: en estos días, como anunció en exclusiva este diario, Menem reconstituyó su relación con Daniel Haddad. Y tendió puentes con otro gerente de medios, aún más poderoso, cena mediante. “Están desesperados -minimiza un operador duhaldista–, los empresarios le están restando apoyo y ahora ‘le ponen’ la guita a López Murphy.” La especie es difícil de corroborar, aunque es conspicuo que la pauta publicitaria de LM ha crecido exponencialmente y lo deja en un generoso tercer puesto detrás de las fastuosas campañas de Menem y Kirchner.
u En los cuarteles de Kirchner interpretan que su gente salió bien parada. La senadora Cristina Fernández fue la fiscal de Barrionuevo y nadie duda de su sinceridad ni de su energía. Y en cuanto a la actitud del
Gobierno los kirchneristas creen estar bien diferenciados, a cubierto del descrédito. Quizá la interpretación peque de optimista. Lo acaecido revela algo más preocupante, cuál es la imposibilidad de Kirchner de controlar las tendencias del PJ, aun de sus socios. Una tendencia que ya se plasmó en la elección de su, menemista, compañero de fórmula. Y que se reiteró en la crucial decisión del senado. El kirchnerismo quedó confinado a un rol testimonial, valioso en ciertas eventualidades pero no especialmente confortante para quien, se supone, aspira a tomar las riendas del peronismo.
El voto del Gabinete
Yendo a un plano menos opinable, Kirchner, asumen sus propios allegados, afronta un problema tangible para sus últimos días de campaña: tiene dos ministros del gobierno “jugando” para Carlos Menem: Jorge Matzkin y Camaño. El candidato ya susurró su incomodidad en oídos del propio “Eduardo”, quien afronta para los días próximos un dilema de hierro: o soportar quintas columnas dentro del gabinete o shotear a alguno de los sospechosos, detonando una crisis de gobierno cuando está de salida. Duhalde, que según cuentan todos en la Rosada, luce distendido, en estos días tal vez prefiera hacer la plancha.
“No hay que exagerar el dilema –puntualiza mordaz un ministro–, en el gabinete Néstor está en minoría desde siempre. Cuenta con Atanasof, Pampuro, el Chueco (Mazzón) y Aníbal Fernández. Lavagna, Ginés, Rucucu y Juan José Alvarez son, en el mejor de los casos, neutrales. Jaunarena es radical. De Matzkin, Toma y Camaño, mejor no hablar. Y Chichí Doga, bueno¿a quién le importa qué haga o deje de hacer?” Cuentas claras conservan la amistad.
Camaño ocupa una cartera esencial para hacer clientelismo. Toto Matzkin regentea una cartera aún más central, en este momento. La organización de los comicios del 27 de abril y las sospechas sobre posibles fraudes afean y empiojan el escenario. El ministro explicó este miércoles que no ha habido elecciones más fáciles que ésta en la Argentina: un solo cargo se vota y la logística está impecable. Se harán dos simulacros, uno el 13 de abril. El problema es que la extrema paridad puede inducir a denuncias de los que resulten perdidosos. Las sospechas se cruzan: Lilita y Adolfo están convencidos de que sus adversarios han de currarlos. En el Gobierno, señalan hacia afuera que “el Chango Díaz está instruyendo a los fiscales menemistas para que impugnen las mesas en las que pierden”.
Mediarán tres semanas entre la primera vuelta y la segunda. Y una semana entre ésta y la asunción del futuro presidente. Plazos muy breves si hay denuncias y debe actuar la Justicia. “¿Se imagina qué problema si el 27 a la noche Adolfo dice que hubo fraude, subido a los camiones de Moyano, cortando las calles porteñas?”, mitad asusta, mitad profetiza un funcionario. Luce preocupado, pero a la vez divertido. Los peronistas no son de perder el humor así como así. Ni de abandonar a sus compañeros aunque sean incendiarios de urnas.
Corralón y después
“El problema de la gente lo resolvemos nosotros. Lo de la compensación a los bancos que lo dirima el Congreso”, cifra un hombre del Gobierno, hablando de la liberación del corralón. El sueño del pibe, fiesta hasta la madrugada y que otro pague los platos rotos. Como se dijo en el mismo comienzo de esta columna, la medida fue otro gustazo que se dio el Presidente dejándole a su sucesor (es casi imposible que el Congreso trate esa ley antes) el incordio de fijar la compensación. Surtida tarea para legisladores y para lobbistas. Carlos Bercún, quien –ya lo anticipó este medio– proyecta una revista parlamentaria, tendrá pretextos extra mediáticos para volver a fatigar los pasillos del Parlamento.
Tanto Roberto Lavagna como Adolfo Prat Gay propugnaban resolver todo el paquete, fijando la compensación vía decreto. Duhalde eligió “viaje ahora, pague después” y Lavagna, filosófico, aceptó de volea. Sí prosperó una parte de la propuesta de los titulares de Economía y del Banco Central: los bonos para compensar a los ahorristas se les entregarán directamente a éstos, de modo tal de “no ensuciar” las carteras de las entidades financieras.
A Lavagna le queda pendiente una tarea que se ha impuesto que es la de “secar” las cuasimonedas, cumpliendo otra regla ortodoxa y otra manda del FMI. La supuesta solución del corralito no termina de complacerle pero nada dirá ante el Presidente quien, distendido, comienza a darse los gustos en vida.
Lo bueno está afuera
Los dos hechos más auspiciosos de la semana en la política local nada tuvieron que ver con la campaña.
u La movilización repudiando al 24 de marzo volvió a convocar a organismos de derechos humanos, partidos de izquierda, organizaciones sociales de todo pelaje, desde las asambleas hasta los movimientos de desocupados, agrupaciones estudiantiles. Y a muchísima gente suelta, no encuadrada, de variadísimas edades, con una entusiasmante preponderancia juvenil.
u La consulta popular en Esquel produjo una formidable movilización vecinal y un resultado aplastante. En una pueblada de una enhiesta ciudad del interior profundo contra una empresa extranjera, hecha como a medida para una eventual película de Adolfo Aristarain, dijeron “no” a unapropuesta de cambiar presente (puestos de trabajo, reactivación) por futuro (contaminación ambiental). Todo lo contrario de lo que obró buena parte de la sociedad argentina durante el menemismo y la convertibilidad. Tiempos aquellos de fatal infantilidad, de permanente presente, carentes de previsión, de visión de largo plazo, de fantasías alentadas por la falsa moneda, de ministras de Medio Ambiente que usaban tapado de piel. Tiempos de infantes desprovistas de la primaria sabiduría de la política que es la detección del enemigo. En Esquel, esta vez, la gente votó de otra forma. Aleluya.
Fenicios sin moral
ni neuronas
“Maquiavelo no sólo consideraba la economía de la violencia como medio para reducir el sufrimiento en la acción política sino que advertía con claridad los peligros de confiar su uso a los moralmente obtusos.”
Sheldon Wolin, Política y perspectiva
Irak seguramente no será Vietnam pero, como comentó el especialista Roberto Rusell en La Nación, tal vez vaya camino de ser como Argelia para los franceses. Un enclave colonial que fue minando al invasor, jamás dominable del todo. En cualquier caso, las profecías de los mesías del Norte augurando que los invasores serían recibidos con bombardeos oficiales de ántrax y ramos populares de flores van fracasando miserablemente.
La posguerra será dura para las potencias coloniales, cuyas cabezas de huevo no tienen la bola de cristal ni el don de la infalibilidad. Menos aún la poseen los corifeos de este confín austral, los que proponen colgarse del carro del triunfador así éste sea un asesino de mujeres y niños como lo es el imperio de George Bush. Tres diarios de negocios circulan en la capital de este asolado país y los tres revelan en estos días una amoralidad patente y una pasmosa carencia de neuronas. Un maquiavelismo a la violeta invade a ciertos medios y comunicadores que jamás leyeron a Maquiavelo y a alguno que lo leyó hace demasiados años. Maquiavelo propugnaba la unidad de Italia y jamás fue cipayo. Sus mezquinos divulgadores propugnan, con banalidad de taxista de derechas, entrar en la guerra para cobrarse el botín. Muchos de ellos hicieron cosas parangonables durante la dictadura militar.
Una verdad aún más vieja que Maquiavelo memora que Roma no paga traidores. Por añadidura, la guerra dista mucho de ser un paseo y la paz será algo mucho más peliagudo que la pax romana en la que el petróleo y la sangre se transforman en dólares para colaboracionistas.
El mundo de la posguerra del conflicto más impopular de la historia de la humanidad será complejo. Como siempre. Y es muy improbable que reserve un lugar preeminente a los recontra alcahuetes de derecha, tan deleznables como cualquier otro recontra alcahuete de amorales.