Miércoles, 14 de diciembre de 2011 | Hoy
EL PAíS › LA PROTAGONIZó ALFREDO FORTI AL ASUMIR EN EL MINISTERIO DE DEFENSA
Al ser puesto en funciones al frente de la Secretaría de Asuntos Internacionales de esa cartera, evocó a su madre, Nélida, y a las demás víctimas de la dictadura. Fue en el mismo salón del Edificio Libertador donde en 1976 juró la Junta Militar.
Por Raúl Kollmann
En el Salón San Martín del Edificio Libertador, sede del Ejército, donde en marzo de 1976 juró la Junta Militar que encabezó la dictadura, se produjo ayer una fuerte conmoción. Prestó juramento como secretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa, Alfredo Forti, quien llegó al cargo durante la gestión de Nilda Garré y fue confirmado por el ministro Arturo Puricelli. Forti juró, rodeado por hombres de uniforme, “por la Patria, mi madre y los 30.000 desaparecidos”.
Forti tenía sólo 16 años en 1977. En aquel momento, su padre, médico cirujano, subdirector de la Asociación Tucumana de Obras Sociales, emprendió el camino del exilio ante la desaparición de varios amigos y colegas. Alfredo Forti padre salió del país hacia Venezuela. Muy poco tiempo después, en febrero de 1977, se debía concretar el viaje de su esposa, Nélida Sosa de Forti, y cinco de los seis hijos de la pareja.
Era el vuelo 284 de Aerolíneas Argentinas, con destino a Caracas. Cuando el avión estaba carreteando en la pista del aeropuerto de Ezeiza, a punto de despegar, una patota de las Fuerzas Armadas irrumpió en el aparato, argumentó que tenía una orden de detención librada en Tucumán y bajó a la madre y a los cinco chicos. El de menos edad tenía 8, el más grande era Alfredo, de 16. Silvana, la hermana mayor, afortunadamente no estaba en ese vuelo.
Amarrados, con los ojos tapados, la madre y los cinco hermanos fueron llevados a un lugar desconocido: el Pozo de Quilmes. En ese centro clandestino de detención los tuvieron durante una semana.
Nélida nunca volvió a aparecer. Los chicos fueron dejados atados contra un árbol en Parque Patricios, con una sábana sobre las cabezas. Al momento de su liberación, los represores les dijeron que a la madre la llevarían a Tucumán y se podrían reunir con ella pasada una semana.
La dictadura militar siempre negó su responsabilidad en el secuestro y la desaparición de Nélida. En 1979 dio la descabellada versión de que un comando de Montoneros había tomado aquel avión para concretar una venganza contra Nélida porque estaba dejando el país.
El 18 de diciembre de 1978, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció a la dictadura por este caso. Entre otras cosas, reveló que un sacerdote venezolano tuvo que viajar a la Argentina para buscar a los chicos y que llegaran sanos y salvos a Caracas a reunirse con su padre. El relato de la CIDH enumera incluso las trabas que le pusieron al religioso la Policía Federal y la Fuerzas Armadas en su misión humanitaria de trasladar a los niños.
Forti estudió relaciones internacionales en Estados Unidos en la Universidad de Harvard y trabajó en organismos multilaterales. Ya de regreso a la Argentina, accedió al cargo de embajador del país en Honduras. Ocupó ese puesto entre los años 2004 y 2007. Néstor Kirchner y Jorge Taiana, conociendo su historia, impulsaron su designación al frente de la sede diplomática hondureña.
Cuando Nilda Garré asumió la conducción del Ministerio de Defensa, convocó a Forti. Lo designó a cargo de la Secretaría de Asuntos Estratégicos y Militares y finalmente también en Asuntos Internacionales. Puricelli lo ratificó ahora en ese último cargo y por ello juró ayer al cabo de la ceremonia desarrollada en el Edificio Libertador.
En ese mismo salón San Martín de la sede del Ejército, 35 años después del comienzo de la dictadura y a 34 del secuestro y asesinato de su madre, Alfredo Forti (hijo), emocionado, juró por la Patria, su madre, Nélida, y los 30.000 desaparecidos.
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