Sábado, 26 de mayo de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA CEREMONIA QUE ENCABEZO EL OBISPO DE BARILOCHE, FERNANDO MALETTI
Participaron representantes de diversos credos. Maletti pronunció un mensaje conciliador. “Que no falte el pan en las mesas, el trabajo digno, la paz en los corazones y justicia en las estructuras”, pidió. También se refirió a la cuestión ambiental.
Por Nicolás Lantos
Desde Bariloche
“Esto es lo que sucede al que acumula riqueza para sí y no es rico ante los ojos de Dios.” La frase no pertenece a un político, sino que es un fragmento bíblico, el final de la parábola del rico insensato, alrededor de la cual giró la homilía del obispo de Bariloche, Fernando Maletti, que ayer pidió ante la Presidenta, gobernadores, legisladores y otras figuras políticas presentes en la Catedral “que no falte el pan en las mesas, el trabajo digno, la paz en los corazones y justicia en las estructuras”. En una ceremonia breve, de tono conciliador, Maletti hizo hincapié en las deudas sociales y también, curiosamente, en la cuestión medioambiental.
Rodeado de representantes de todos los credos y de los pueblos originarios, quienes también tuvieron la ocasión de leer su mensaje en la ceremonia ecuménica, Maletti recordó la Oración por la Patria, escrita por los obispos argentinos hace algunos años, en la que se pide “la valentía de la libertad de los hijos de Dios, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz”.
El obispo también hizo una referencia al cuidado del medio ambiente. “Los pueblos originarios nos enseñaron a valorar la tierra como hábitat y cuidarla como a una madre”, indicó, en una curiosa advertencia. Un momento más tarde volvería sobre el asunto: “Quienes vivan en estas tierras dentro de 5, 10 o 200 años tienen el mismo derecho que nosotros al aire puro, al agua potable, a los alimentos. El derecho a contemplar la belleza del paisaje y gozarla como lo hacemos hoy”. A apenas unos metros de la Catedral Nuestra de Señora de Nahuel Huapi, el lago que le da nombre y, detrás de él, las cumbres nevadas de los Andes se hacían eco de esas palabras.
Para concluir, el obispo eligió un fragmento de otro documento de la Conferencia Episcopal, fechado en 2008 (año en que la relación entre el Gobierno y la Iglesia pasaba un período más áspero). Lo que entonces sonaba a reproche, ayer pudo leerse casi como un reconocimiento: “Existe la capacidad para proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos –citó–. Estar a la altura de este desafío histórico depende de cada uno de los argentinos”.
Antes de la homilía, hicieron una reflexión los representantes de los pueblos originarios Albina Carugo, Silvina Quinchafil y Florentino Quinchafil, quienes justamente pidieron respetar a la naturaleza. También se escuchó la reflexión sobre la justicia y la memoria a cargo del rabino Daniel Goldman, la oración del pastor metodista Frank de Nully Brown, unas oraciones del sheij Ruweili, y por último fue el turno del arzobispo Siluan Muci, de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de Antioquía.
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