Martes, 10 de julio de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA PRESIDENTA DEFENDIó EN TUCUMáN LAS MEDIDAS “ANTICíCLICAS” TOMADAS POR EL GOBIERNO
Acompañada por el gabinete nacional, Cristina Kirchner reivindicó la apuesta a que “el país siga teniendo una política que proteja a nuestras empresas, a nuestro trabajo y a nuestros trabajadores”. Sin menciones a Scioli ni a Moyano.
Por Nicolás Lantos
Un gran objetivo: solidaridad, igualdad y equidad. Una fórmula para alcanzarlo: unidad y organización. Cristina Fernández de Kirchner celebró un nuevo aniversario de la Declaración de Independencia en la ciudad de San Miguel de Tucumán, como todos los años, con un llamado a la población para que colabore en la misión: “Que el país siga teniendo una política que proteja a nuestras empresas, a nuestro trabajo, a nuestros trabajadores”, enunció ante una multitud. La Presidenta también elogió la gestión del gobernador tucumano, José Alperovich, que en los últimos tiempos ha sido blanco de denuncias por parte de varios medios opositores, y volvió a exaltar el rol de la juventud. No dijo, en cambio, nada sobre su relación con Daniel Scioli ni con Hugo Moyano. Sin embargo, elípticamente, los incluyó en la convocatoria que hizo a toda la sociedad para aunar fuerzas: “Depende de nosotros, de los cuarenta millones de argentinos, que tiremos para el mismo lado para seguir creciendo”, dijo.
CFK aludió al contexto internacional: “Hoy nos econtramos con un mundo dado vuelta, tan interconectado que no hay posibilidad de no recibir un coletazo”, advirtió y recordó que “no estábamos equivocados cuando planteábamos la necesidad de producción y capital.
“Organización, porque se requiere que todos y cada uno de nosotros, sea en la universidad, en la escuela secundaria, en el barrio, en el sindicato, en el movimiento social, en la parroquia, se organicen para el gran objetivo que es la solidaridad, la igualdad y la equidad. Para eso los quiero a los argentinos unidos y organizados. No es una unidad para cualquier cosa, es una unidad para ayudar a los demás, es una unidad para darle al que todavía le falta el trabajo, es solidaridad y es justicia por la que venimos luchando desde hace más de doscientos años”, remató CFK su discurso. El sol, cayendo vertical sobre la multitud, recalentaba los cuerpos que, en su mayoría, portaban un abrigo más acorde con el calendario que con el caprichoso clima del mediodía tucumano.
Sin embargo, eso no impidió que una multitud aguardara con paciencia la llegada de Cristina Fernández de Kirchner al Hipódromo de San Miguel de Tucumán, ciudad que cada 9 de Julio se convierte por ley en la capital de país. La única diferencia notoria provocada por el curioso calor invernal fue que al típico menú de choripanes, sandwiches, facturas y mate se sumó la oferta de helados de agua, que tuvieron mucho éxito entre los más pequeños: eran muchas las familias que ocupaban las gradas, mientras que el espacio más cercano al escenario quedaba para los sectores de la juventud, que animaron la espera con cantitos.
A ellos se refirió la Presidenta en un tramo de su discurso, cuando habló del “compromiso de los jóvenes” a lo largo de “la historia de la humanidad”. Arengada por la presencia masiva de agrupaciones de este perfil (se destacaba La Cámpora, cuyos militantes lucían un pingüino pintado en el rostro, pero también estaba el Movimiento Evita, Kolina y la JP Descamisados), los interpeló: “Aquí están los secundarios y los universitarios y también los que están en los barrios trabajando.
Yo quiero que ustedes, jóvenes universitarios y secundarios también, como lo hacíamos nosotros, vayan a los barrios junto a los más humildes porque allí se aprende lo que sufre el pueblo, las cosas que necesitan, ahí uno adquiere la sensibilidad que nunca más pierde. Porque es en la juventud, porque es en la edad en que aprendés a incorporarte a la vida, donde se te quedan fijados los conceptos y las ideas”.
Sobre el escenario la acompañaba su gabinete en pleno, además de un puñado de gobernadores de la región (el riojano Luis Beder Herrera, el santiagueño Gerardo Zamora, el jujeño Eduardo Fellner), el vicepresidente Amado Boudou y otras figuras. El gobernador José Alperovich (único orador en el acto además de CFK) y su mujer, la senadora Beatriz Rojkés, tercera en la línea de sucesión presidencial, fungieron como anfitriones. El, como maestro de ceremonia. Ella, como una chaperona que la acompañó durante todo lo que duró su visita a la provincia, codo con codo, su vestido celeste contrastando con el negro de la mandataria. Como devolución de gentilezas, Fernández de Kirchner defendió la gestión Alperovich, que había sido blanco de los medios nacionales en las últimas semanas. Lo hizo señalando que esta provincia, cuando Alperovich comenzó su mandato, tenía veinticinco por ciento de desocupados, y ahora tiene sólo cuatro, por debajo de las cifras nacionales.
Detrás de ese proceso, explicó, estuvo “ese proyecto que no sólo era nacional, popular y democrático, sino además, profundamente federal” y que permitió que la Argentina se levantara “lenta, pero inexorablemente de sus ruinas”, el estado en el que se encontraba una década atrás. Un ciclo que, de alguna forma, concluirá en agosto, cuando Argentina pague la última serie de bonos con los que se sigue pagando el corralito, tal como la mandataria recordó durante su discurso. “Miren las cosas que hemos podido resolver y por eso hoy nuestra región, y en ella la Argentina, tiene un protagonismo inédito –concluyó CFK–. Lo podemos ver y razonar a partir de nuestros recursos, de nuestras potencialidades, de nuestra producción. Por eso, este 9 de Julio debe servir para que cada argentino, piense como piense, provenga de donde provenga, sepa que no se puede dejar engañar nunca más. Ni tampoco ver en otro hermano que está en otro partido o que piensa diferente o que viene de un lado diferente, a un enemigo.”
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