EL PAíS › TEATRO POR LA IDENTIDAD SE PRESENTó ANTE LOS ASPIRANTES A MARINOS

La mejor clase en la Escuela Naval

Casi 300 estudiantes vieron dos obras del ciclo auspiciado por Abuelas de Plaza de Mayo. También escucharon la historia del nieto restituido Pedro Sandoval. TxI ya se presentó en las escuelas de las fuerzas de seguridad y ahora lo hace en las Fuerzas Armadas.

“Hay que volver a empezar, pero conscientes de que hay, una historia y no se puede olvidar”, reflexiona Cristian, un cadete 21 años en diálogo con el nieto restituido Pedro Sandoval, mientras otros 285 estudiantes se distienden, café con medialunas mediante, y hablan sobre exámenes que se avecinan. La escena transcurre en el patio central de la Escuela Naval Militar, donde el colectivo artístico Teatro por la Identidad (TxI) acaba de realizar la segunda jornada de un ciclo en las escuelas de las tres armas de las Fuerzas Armadas para concientizar sobre la apropiación de niños durante la última dictadura.

Minutos antes de la función, los miembros de la comisión directiva de TxI, Mónica Scandizzo, Cristina Fridman, Mauro Simone y Anabella Valencia, contaron que la experiencia no dejaba de ser impactante, a pesar de haber arrancado hace un tiempo, cuando se llevó a cabo en las escuelas de las fuerzas de seguridad. Valencia, autora de una de las obras del ciclo, comentó: “Poder llegar acá con esta temática me hace realmente feliz. De todo lo que hemos hecho, es lo más significativo y profundo. Sin embargo –aclara– todavía hay mucho prejuicio. De ellos y de nosotros. Pero creo en los cambios, y en la acción para lograrlos”.

Cuando todo estaba listo en el Salón de Actos, una marea de cientos de cadetes uniformados de blanco comenzó a ingresar. En ese instante llegó al predio el nieto recuperado Pedro Sandoval. “Las sensaciones son muy fuertes –sostuvo–, lo que hacen los chicos trayendo las obras acá es muy loable.” Luego tomó aire y exclamó: “A mí todavía me provoca cierto cagazo”. Sandoval milita en Abuelas de Plaza de Mayo y decidió asistir al ciclo para contar su caso a los cadetes. En 2006 recuperó su identidad, pero todavía sigue viviendo cosas que lo conmueven: “Cuando fui a Gendarmería y hablé con los chicos, lo único que quería era irme. No aguantaba ese lugar de donde mi apropiador provenía y adonde me llevaron tanto en mi infancia. Cuando salí, se me acercó una estudiante y me pidió perdón por lo que la fuerza me había hecho. Se me movió el piso”.

Los últimos en ingresar al auditorio fueron los funcionarios del Ministerio de Defensa, encargado de la organización. Por la cartera estuvieron el subsecretario de Formación, Carlos Pérez Raretti, y la directora nacional de Derechos Humanos, Stella Segado.

La primera obra que se realizó fue El señor Martín, escrita por Gastón Cerana e interpretada por Cristian Sabaz, Leopoldo Barbieri y Juan Manuel López Mario. Es una comedia que muestra un colegio privado donde un profesor acosa a un estudiante por hablar castellano en la clase de inglés. Fue la favorita de los espectadores, que comulgaron con varios de los guiños reinvindicando tradiciones argentinas. De acuerdo con la directiva de TxI, Mónica Scandazzo, posee un “mensaje indirecto sobre la identidad en la educación”. La segunda obra, en cambio, tiene un “mensaje directo sobre las apropiaciones”. Es Y mi nombre es..., escrita por Anabella Valencia, y actuada por Vanina Aybar, quien se pone en el papel dos mujeres diferentes cuyas vidas se tocan en algún punto, pero sin llegar a descubrir que podrían tener un vínculo sanguíneo oculto por la familia de una de ellas. La obra provocó polémica entre algunos cadetes que a la salida criticaron los que ellos concibieron como “un lado de la verdad” sobre los hechos ocurridos durante la dictadura. Otros, no del todo cómodos con el tema, optaron por volver a abocarse a las charlas de la vida académica.

El cierre lo hizo Sandoval, quien relató su historia frente al auditorio. Dijo que entendía a los estudiantes, ya que previo a recuperar su identidad, no tenía mayor interés en la lucha de los organismos de derechos humanos. Y concluyó: “La verdad uno la puede vivir negando, pero tarde o temprano termina llegando. Ahora me siento muy feliz y orgulloso de quien soy”. Muchos se mostraron indiferentes. Pero un cadete de Marina de 21 años, llamado Cristian, se salió del libreto al acercarse a Sandoval para averiguar más detalles sobre su historia y la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Informe: Juan Manuel Frías.

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Los cadetes de la Escuela Naval Militar con el mensuario de Abuelas de Plaza de Mayo.
Imagen: Joaquín Salguero
 
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