Lunes, 26 de noviembre de 2012 | Hoy
Por Alberto Sileoni *
Hoy, luego de casi diez años de inversión sostenida, los argentinos tenemos una universidad pública y gratuita en constante expansión. Conviven, en virtuosa armonía, universidades como la de Córdoba, que en 2013 cumplirá 400 años, y otras como las del conurbano bonaerense de flamante creación. La gratuidad establecida por un decreto del gobierno justicialista en 1949 es un suceso poco estudiado y aún menos divulgado pero que, sin embargo, marca un hito en la conformación de esta universidad, que nos llena de orgullo y eligen jóvenes de toda América y del resto mundo.
En el proceso de construcción de nuestro sistema universitario primó el espíritu de una universidad de cara al pueblo. Pero debieron darse luchas y decisiones políticas para concretar el tránsito desde aquellas incipientes casas de altos estudios del siglo XIX que reclutaban y formaban a los jóvenes de los sectores más acomodados (meritorias por cierto, pero para unos pocos) hasta las universidades abiertas y plurales de nuestra Argentina.
Hay varios momentos clave en la vida universitaria del país: el primero se dio con la Reforma Universitaria de 1918, producida con lo mejor del radicalismo revolucionario y popular, que dio vuelta al mundo conmoviendo los cimientos de una universidad que hasta entonces sólo era para las élites. El segundo momento es el que marcó la gratuidad de los servicios universitarios, establecida por una decisión del general Perón en el ’49.
Merece ser remarcada la universidad argentina de los años ’60 que trabajó por la excelencia académica, en la que se destacaron notables científicos, y fue perseguida por la dictadura, como en la siempre recordada Noche de los Bastones Largos de junio de 1966.
Finalmente, estamos transitando, desde el 2003, un tiempo universitario de mucha potencia, con Néstor y Cristina Kirchner, quienes desde un principio definieron a la educación como prioridad de Estado y demostraron la verdad de esa convicción, con hechos concretos y un impulso material decisivo a la educación en general, y en particular a la universitaria.
En esa secuencia, destacamos el decreto de gratuidad de los estudios universitarios firmado por el general Juan Domingo Perón como el instrumento que completó la arquitectura del sistema que propugnaron los reformistas del ’18. Ellos pelearon por una universidad vinculada al pueblo que la sostenía. Hacía falta, entonces, un gobierno que hiciera de esa premisa una realidad y, para lograrlo, el primer gobierno justicialista llevó adelante una política de ampliación de derechos políticos y sociales sin precedentes en nuestro país.
Contemporáneamente, fue ese gobierno el que creó, en el marco de una política de inclusión educativa general, la Universidad Obrera Nacional, mediante la ley 13.329, y el que reemplazó el viejo Ministerio de Justicia e Instrucción Pública por el de Educación, otorgándole a esta cartera la debida jerarquía dentro del Estado. Del impacto de esas decisiones da cuenta, de manera contundente, el aumento de la matrícula universitaria, que pasó de 40.284 alumnos en 1945 a 138.871 en 1955.
Así, a 63 años de la vigencia de la gratuidad universitaria, la mejor forma de conmemorar aquella medida es ratificar una vez más –tal como lo hace la Presidenta, en su discurso y en la contundencia de sus acciones– que no cederemos en la lucha por la ampliación de los derechos educativos de nuestros jóvenes.
Formamos parte de un gobierno que reivindicó la educación superior, otorgando un aumento exponencial al presupuesto universitario, el cual pasó de los 1800 millones que recibía en 2003 a contar con más de 20 mil millones en 2012; se aumentaron (en el período 2001-2012) un 843 por ciento los salarios del sector; y se implementó un programa de infraestructura universitaria único, que incluyó la realización de obras con una inversión de más de 1382 millones de pesos. A su vez, se crearon y abrieron universidades en las localidades bonaerenses de Avellaneda, Florencio Varela, Moreno, Merlo y José C. Paz (Buenos Aires), en Villa Mercedes (San Luis) y en Tierra del Fuego. Hoy todas las provincias cuentan, por lo menos, con una casa de altos estudios. Y un dato que nos llena de satisfacción es el que muestra que una gran cantidad de los alumnos de esas nuevas universidades son la primera generación de universitarios en su familia.
Creemos que éste es el destino de la universidad en la Argentina del proyecto nacional y popular, y esta convicción nos exige un doble compromiso: continuar alentando la incorporación creciente de alumnos y, al mismo tiempo, fortalecer la mejora constante del nivel académico y el rigor científico.
* Ministro de Educación de la Nación. Mañana, a las 16, en la Universidad de Avellaneda, se hará un acto para conmemorar la instauración de la gratuidad universitaria.
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