Martes, 6 de agosto de 2013 | Hoy
EL PAíS › EL TESTIMONIO DE MERCEDES MIGNONE EN EL JUICIO POR LOS CRíMENES COMETIDOS EN LA ESMA
La hija de Emilio Mignone contó cómo fue secuestrada en 1976 su hermana Mónica. Explicó cuál era su trabajo social en el Bajo Flores y cómo estaba organizada la militancia en la villa, la experiencia que los marinos buscaron destruir.
Por Alejandra Dandan
Mercedes Mignone es una de las hijas de Emilio Mignone y Angélica Paula Sosa de Mignone. Hermana de Mónica Mignone, detenida desaparecida el 14 de mayo de 1976. Ayer declaró en la audiencia por los crímenes de la Escuela de Mecánica de la Armada. Antes de empezar, sacó una foto y les pidió a los jueces proyectarla. Al lado de Mónica Mignone, en la foto, estaban los que fueron secuestrados ese día: César Lugones y Horacio Pérez Weiss. Y arrodilladas, Mónica Quinteiro, María Marta Vásquez de Lugones y Beatriz Carbonell de Perez Weiss. Ellos eran parte del movimiento villero peronista, militaban en la villa del Bajo Flores. Cuando terminó de nombrarlos, Mercedes sacó otra foto. Esta vez de María Esther Lorusso Lammle. María Esther no militaba con ellos, pero había sido compañera de escuela de las chicas. En su casa paraba Mónica Quinteiros. “Mónica se quedaba a dormir en la casa de María Esther –dijo Mercedes–, probablemente el grupo se reunió a veces en la casa de ellas y después lamentablemente pasó todo lo que pasó. Ellos no tuvieron el derecho que están teniendo ustedes, los represores, a tener una defensa”, dijo. En la sala estaba Sérpico, el marino Ricardo Cavallo.
El juicio por los crímenes de la Armada se reanudó con la reconstrucción del secuestro del grupo del Bajo Flores. Varios familiares ya narraron lo que pudieron saber y no saber del secuestro. Mercedes, que había militado con Mónica en el Bajo Flores, articuló aspectos que parecían desligados, como la línea con María Esther, pero sobre todo reconstruyó en clave de “organización” el trabajo de militancia en la villa que los marinos buscaron deshacer. Emilio Mignone y las estrategias colectivas para el impulso de las primeras denuncias entre los grupos de familiares, el comienzo del CELS y la detención de su padre fueron otros tramos de la declaración.
“Ese día 14 de mayo a las 5 de la mañana empezamos a escuchar el timbre, sonaba sin parar. Yo me desperté, mis padres también, fueron hacia la puerta, preguntaron qué pasaba y dijeron que eran de las Fuerzas Armadas, a los gritos. Mi padre les pide la credencial y ellos le mostraron una ametralladora.”
La familia creyó que buscaban a Mignone, que había sido rector en la Universidad de Luján y defendía presos políticos. Estaban Mercedes, Javier, Mónica durmiendo y dos primas. “Cuando entran todos armados con ametralladoras, vestían pantalones verdes de fajina, borceguíes, camperas. Se distribuyeron por la casa. Uno de ellos se quedó con mi hermano Javier en la cocina y yo pude escuchar cuando preguntaron por Mónica.”
Le dijeron a Mónica que se vistiera. Y Mercedes alcanzó a sacar de la cartera de su hermana unas agendas para que no se las llevaran. “Entramos al baño juntas mientras ella se cambiaba. Nos miramos, una mirada profunda, esa mirada de pánico que te queda para toda la vida. Ella me dice que les vaya a avisar a María Marta y César. Y cuando se cambia en un momento veo que mi papá habla con uno en el escritorio.” Mónica sacó de su cartera un portacosméticos. “Esto no lo voy a necesitar”, dijo. “Nos saludamos todos con un beso, un beso muy dulce, siempre saludaba así, pero se notaba como que no se quería despedir.”
María Esther, María Marta, Mónica Mignone y Mónica Quinteiros se habían conocido en el Colegio de la Misericordia. Mónica Quinteiro había sido religiosa. En el verano de 1971, empezaron a viajar al sur con la escuela a través de Misiones Rurales. Hacían trabajos sociales y de catequesis. En el segundo viaje, el grupo conoce a César Lugones y a Horacio Pérez Weiss. “En el sur palpamos la pobreza. Mónica siempre había sido protectora de los desposeídos, lo mamábamos de nuestros padres, de estar siempre pendientes del prójimo, del más vulnerable.” El grupo se articuló con otro más grande y comenzaron a dar clases de apoyo y recreación en el Bajo Flores. Así empezaron el trabajo en la villa. “Mi mamá iba también, la familia colaboraba en lo que podía; el papá de César también, era médico.”
En 1972, daban clases de apoyo en una habitación del barrio. Llegaron dos sacerdotes, Tito González y Esteban Felgueras. “Se instalan a vivir ahí, eran salesianos. Tito organiza una ida a Luján con la gente joven de la villa y nosotros. En Luján nos hicimos amigos y empezamos a trabajar todos juntos. Se arman comisiones vecinales con adultos.” En 1973, con las elecciones “optamos todos juntos, los chicos que vivían ahí y nosotros, por el peronismo. Empezamos a formar parte de la JP. Empieza en ese momento el movimiento villero peronista. Tiene muchas mesas de trabajo. Mi mamá, desde su trabajo como trabajadora social y docente, también participaba en las mesas. Y las mesas integradas por las gente de las villas y los de afuera como colaboradores. Mónica estaba activamente ahí y fueron momentos de mucho progreso en la villa”.
Luego del 1º de mayo del ’74, después del discurso de Perón y la división de la JP, la gente de la villa, Mónica y otros optan por Lealtad y siguen con el movimiento villero peronista. Entre 1975 y 1976, Mónica le dijo a Mercedes que iban a empezar a reunirse con gente amiga para seguir trabajando políticamente. Mercedes enlaza ese momento con la desaparición. En la audiencia de ayer declaró además el hermano de María Esther Lorusso, Luis María Lorusso Lammle. Dijo que en 2010 supieron que el nombre de su hermana aparece en los archivos del terror de Paraguay. María Esther era peruana. “Hace 37 años desapareció mi hermana, la sigo buscando y la voy a seguir buscando”, dijo él y mostró en la sala una imagen de esos documentos.
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