EL PAíS › UN EX JEFE REVELA QUE LOS BRASILEÑOS
AVISARON DEL ATENTADO A LA AMIA EN 1994
Espías que tuvieron los oídos sordos
Fueron dos avisos por escrito, hechos antes del atentado. Así lo reveló uno de los encargados de la investigación en una reunión interna realizada durante el gobierno de De la Rúa. Los fondos de donde se le pagó a Telleldín. El escándalo con la CIA.
Por Raúl Kollmann
Uno de los máximos jefes de la SIDE en la investigación del caso AMIA, Patricio Finnen, reconoció en una reunión interna realizada hace dos años en la central de espías, que los servicios de inteligencia brasileños le enviaron a la SIDE, antes del atentado contra la AMIA, dos advertencias por escrito de que se estaba por producir un ataque en Buenos Aires. El dato fue confirmado a este diario por un ex alto cargo de la SIDE, quien también reveló que el dinero para pagarle a Carlos Telleldín salió de una de las cuentas que la SIDE tenía en Nueva York, que el borrado de las escuchas telefónicas al armador de autos truchos fue realizado por Marta o Graciela, dos de las mujeres de mayor relieve de la SIDE y que en tiempos de Carlos Menem se le prohibió, de hecho, a la SIDE toda investigación de la llamada “pista siria”.
Para completar el oscuro panorama, Página/12 accedió a una historia gravísima protagonizada por los espías argentinos en el marco de la investigación AMIA y que conmovió al gobierno norteamericano: los agentes de la SIDE armaron, a través de un informante a sueldo, una falsa historia de que se preparaba una operación para matar a Bill Clinton, meses después de concluir su mandato y en el marco de una visita al Cono Sur. La CIA, usando un detector de mentiras, descubrió la trama pagada por la SIDE y se produjo un verdadero escándalo (ver aparte) que terminó poniendo fuera de la central de espías a jefes vinculados con la investigación de la AMIA.
"Brasil avisó", dijo la fuente del máximo nivel que fue contactada por este diario. Reveló que en un encuentro de jefes de la SIDE realizado durante el gobierno de Fernando de la Rúa, Finnen contó que la inteligencia brasileña entregó dos notas advirtiendo del atentado. Ambas notas fueron cursadas a través de la oficina de la SIDE en Brasil, más precisamente en Foz de Iguazú, un tiempo antes del ataque contra la mutual judía. “¿Qué querían, que además nos dieran el aviso mandándonos una escola do samba?”, rezongó Finnen en esa reunión, inculpando a la propia SIDE de no prestar atención a las advertencias. Es más, en aquella cumbre de altos mandos de la SIDE se evaluó que la aparición del brasileño Wilson Dos Santos en los consulados de Argentina, Brasil e Israel en Milán, Italia, dos semanas antes del atentado contra la AMIA, también fue parte de la operación de advertirle a la Argentina de que se venía el atentado. Desde hace años se cree que Dos Santos era un agente de inteligencia de la policía brasileña y en los tres consulados insistió con que iba a haber un atentado en Buenos Aires.
Patricio Finnen, junto con Alejandro Broussón, eran la cabeza de lo que se llamó la Sala Patria, una de las dos unidades a cargo de la investigación del caso AMIA. Ambos están citados a declarar en el juicio oral y tendrán que decir la verdad sobre las advertencias brasileñas, o bien caerán en el falso testimonio. Uno de los interrogantes que tienen los abogados y querellantes del caso AMIA es cómo abordar a los agentes de la SIDE que irán a declarar en el juicio oral en virtud de un decreto emitido por el presidente Néstor Kirchner. Se trata de evitar que se tapen unos a otros. Lo que revela hoy este diario podrá ser preguntado en forma directa, tanto a Finnen como a Broussón.
Según el diagnóstico que el ex alto mando de la SIDE esbozó ante este diario, no es verdad que la central de espías tenía infiltrada a una célula dormida iraní. “No había capacidad para eso. Podíamos infiltrar a sindicatos, organizaciones de izquierda o a otros servicios de inteligencia del país, pero no había capacidad alguna para infiltrar un grupo cerrado chiíta o sunita. Ocurrió que, por burocracia, negligencia o lo que sea, no se les prestó atención a las advertencias brasileñas.”
El otro dato importante surgido de la investigación realizada por Página/12 tiene que ver con el pago al principal imputado en la causa, Carlos Telleldín. Al Enano, como llaman a Telleldín, le habrían dado 400.000 pesos a principios de julio de 1996. Dos días después declaró enla causa diciendo que le entregó la camioneta que estalló en la AMIA a un grupo de policías bonaerenses y, una semana más tarde, el otrora poderoso comisario Juan José Ribelli y otros policías fueron detenidos. En una causa paralela, en la que el juez Claudio Bonadío investiga las irregularidades de la pesquisa, se determinó que Telleldín recibió el dinero y lo aplicó a la compra de un quiosco de revistas. Lo que hasta el momento no se pudo probar es de qué fondos de la SIDE se hizo el pago, ya que la central de espías contestó negativamente a todas las preguntas. “De tales cuentas no salió dinero”, concluye un ridículo sumario interno de la SIDE. Según le dijo el alto funcionario de la central de espías a este diario, los 400.000 dólares pagados a Telleldín se sacaron de una de las cuentas de la SIDE en Nueva York y, de acuerdo a lo que dice Telleldín, al menos uno de los pagos fue hecho, en persona, por Alejandro Broussón. Lo que habrá que esclarecer es si a Telleldín le pagaron por mentir y sembrar una pista falsa contra los policías o si le dieron el dinero para que protegiera a su familia y se animara a decir la verdad.
El alto funcionario de la SIDE le contó a este diario que la cúpula de los espías, que estuvo a cargo de Hugo Anzorreguy, prohibía de hecho cualquier investigación de la pista siria. “No había ninguna prohibición escrita, pero cuando uno llevaba una idea que podía avanzar sobre sospechas relacionadas con los sirios –obviamente más cercanos a los Menem, Yoma o Al Kassar–, la orden era no ir para ese lado. ‘Déjelo, eso no va a conducir a nada’, era el argumento imperativo con el que obligaban a desistir de cualquier investigación que fuera hacia el lado sirio. Lo que estaba impuesto era que había que ir para el lado iraní, sí o sí. En eso había acuerdo con los servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes.”