EL PAíS › PRIMERA REUNION DE KIRCHNER CON LA CONFERENCIA EPISCOPAL
Esta vez hubo bendiciones mutuas
El encuentro del Presidente y los obispos fue distendido y amigable. No hablaron sobre la anulación de las leyes de la impunidad.
Por Washington Uranga
Tanto las fuentes oficiales como las eclesiásticas coincidieron en subrayar la mutua satisfacción por los resultados del primer encuentro oficial entre el presidente Néstor Kirchner y la conducción de la Conferencia Episcopal Argentina, encabezada por el arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás. El diálogo, que se extendió durante cuarenta minutos ayer por la mañana en la Casa Rosada, sirvió para que los obispos y el Presidente intercambiaran puntos de vista sobre la cuestión social, la educación y la salud y se comprometieran a reforzar las tareas conjuntas en estos campos “sin ningún tipo de burocracias”. Kirchner les solicitó a los obispos “una colaboración directa, concreta y cotidiana” en lo social. Fuentes de la Iglesia calificaron el encuentro de “muy ameno”.
El tema de la revisión de las leyes que impiden el juzgamiento de los responsables de las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura no estuvo incluido en el diálogo entre el Presidente y los obispos. Sin embargo, al salir del encuentro y respondiendo a una pregunta periodística, el arzobispo Mirás desautorizó como voceros de la Iglesia o del Episcopado a los obispos que se han pronunciado sobre el particular, señalando que no existe una posición tomada de la jerarquía católica sobre el tema y a título personal agregó que el Gobierno debe “encontrar el camino” de solución al problema sin caer en “los extremos de la impunidad y la venganza”, subrayando que entre ambos puntos se ubica “la virtud”. El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, se manifestó en los últimos días en contra del juzgamiento a los militares violadores de los derechos humanos.
Del encuentro en la Casa Rosada participaron, además del Presidente y el titular del Episcopado, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, el cardenal Jorge Bergoglio, el arzobispo Domingo Castagna, vicepresidentes primero y segundo del Episcopado, respectivamente. Junto a ellos estuvieron también el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, y el secretario general del Episcopado, el obispo Sergio Fenoy.
De acuerdo con todas las fuentes, el primer encuentro formal de Kirchner con las autoridades de la Conferencia Episcopal estuvo caracterizado por el intercambio distendido y desprovisto de formalidades. El Presidente reafirmó ante los obispos su condición de católico, si bien dejó aclarado que “no soy tan practicante como mi hermana Alicia (actual ministra de Desarrollo Social) y mi mamá”. El mandatario destacó la condición de “guía espiritual” de la Iglesia Católica, dejando a salvo sin embargo su perspectiva plural y el reconocimiento del aporte que todos los credos hacen al país. Kirchner dijo también ante los obispos que el país necesita actualmente el compromiso de todos y que “no tengo el patrimonio de la verdad”, reafirmando que “se acabaron los mesiánicos y los iluminados”.
Por su parte, Mirás le dijo al Presidente que “la tarea de la Iglesia es pastoral” y que no le corresponde al Episcopado meterse en “temas políticos y económicos”. Fuentes eclesiásticas confiaron a este diario que los obispos quedaron “gratamente sorprendidos” por “la sencillez” y el estilo directo y cordial que utilizó el Presidente durante la reunión.
Cuando los obispos le pusieron de manifiesto su preocupación por la pobreza y la desnutrición, Kirchner expuso la voluntad del Gobierno para trabajar en bien de superar todas las formas de exclusión y propuso que las posibles acciones conjuntas en la materia se canalizaran a través de los dos ministros presentes en el encuentro y a través de su hermana y titular de Desarrollo Social, Alicia Kirchner. El Presidente invitó a los obispos a formular propuestas que permitan “fortalecer” la acción que el Gobierno viene realizando en el campo social.
Recogiendo palabras del propio Presidente, el cardenal Bergoglio mostró especial preocupación por “los extremos de la vida: la niñez y la ancianidad” a quienes calificó de “imprescindibles”, porque “los primeros son el futuro y los segundos la memoria”.