EL PAíS › EL MINISTRO DE DEFENSA, AGUSTIN ROSSI, VISITO LA MISION ARGENTINA DE CASCOS AZULES EN HAITI

Un país que todavía necesita ayuda

Rossi ratificó que la posición de la Argentina es que los Cascos Azules deben continuar su tarea hasta conseguir la institucionalización política y el establecimiento de las bases del desarrollo de Haití.

 Por Santiago Rodríguez

Desde Puerto Príncipe y Gonaives

Apenas llega el camión cisterna aparece uno, después otro y después otro más. En cuestión de minutos, los chicos se arremolinan alrededor de las canillas con baldes, botellas o lo que sea que sirva para llevarse el agua potable con la que sus familias se arreglarán quién sabe por cuántos días hasta que vuelva otro camión. Es una escena que se repite a diario en los barrios de Gonaives, la ciudad haitiana bajo custodia de los Cascos Azules argentinos, como se repiten también las quejas de los hombres más grandes de que en realidad hacen falta comida y trabajo. Una escena que el ministro de Defensa, Agustín Rossi, vio ayer con sus propios ojos y que no encaja con la idea de los países centrales, que han empezado a instalar que se acerca la hora de emprender la retirada de Haití de la misión de paz que las Naciones Unidas mantiene desde hace diez años. De cara a esa discusión, Rossi ratificó que la Argentina no piensa desentenderse del destino de los haitianos y que los militares deben continuar su tarea hasta conseguir su objetivo, que es la institucionalización política y el establecimiento de las bases del desarrollo del país. “Tenemos un fuerte compromiso con la paz en el mundo y en el continente y el hecho de que Haití sea un país latinoamericano nos obliga a redoblar ese compromiso”, destacó.

Rossi llegó a una Gonaives en pleno preparativo para la celebración del Carnaval este fin de semana –con un corsódromo de madera en las calles céntricas que estaba en el tramo final de su construcción– y se encontró con una ciudad diferente a la que arribaron los Cascos Azules cuando en abril de 2004 la ONU implementó la misión de paz tras la destitución del entonces presidente Jean-Bertrand Aristide. En Gonaives casi no hay luz eléctrica, tampoco hay agua potable y el servicio de salud es menos que básico. En los últimos dos años se avanzó sí en la pavimentación de las calles y la construcción de veredas y canales para evitar que la ciudad se inunde. La basura, en cambio, sigue apilada en las calles en montañas donde se alimentan cerdos y cabritos.

Tras visitar el cuartel del Batallón Conjunto Argentino, integrado por 460 hombres y mujeres que tienen por misión asegurar la ciudad de Gonaives, el ministro de Defensa hizo una recorrida por dos de los barrios más complejos de la ciudad: Jubilé y Rabotó. Allí vio a los Cascos Azules repartir en una plaza el agua que ellos mismos potabilizan para luego entregarle a la gente.

Argentina participa desde un comienzo en la misión de paz y en la actualidad tiene desplegados unos 550 militares, el cuarto contingente en importancia, detrás de Brasil –el país que más aportó y que siempre tuvo bajo su órbita el mando militar de la misión–, Uruguay y Sri Lanka. Los argentinos –de las tres Fuerzas Armadas, en su mayoría del Ejército y la Marina– están repartidos en Puerto Príncipe y Gonaives.

Rossi estuvo en ambas ciudades. La visita estaba prevista originalmente para mediados de diciembre pasado, pero las sublevaciones policiales de aquellos días obligaron a posponerla. La recorrida del ministro de Defensa empezó por la capital haitiana, donde la falta de infraestructura y de un trazado urbano que ofrezca vías alternativas para desplazarse hace que recorrer unos pocos kilómetros pueda transformarse en cuestión de horas, y fue hasta el Hospital Reubicable. En ese centro de la Fuerza Aérea Argentina que atiende a los integrantes de toda la misión de paz de la ONU, pero que en caso de emergencias no cierra sus puertas a un pueblo haitiano que en su mayoría carece de la más básica atención médica, Rossi entregó un sistema de telemedicina desarrollado por la Universidad Nacional de Rosario, que permitirá realizar interconsultas con cualquier centro de referencia de la Argentina. También tuvo allí su primer mano a mano con las tropas argentinas.

“Hace tiempo que Argentina definió a Latinoamérica como su lugar en el mundo y queremos que sea un continente de paz y donde no haya las inestabilidades que hay en Haití”, enfatizó Rossi y luego elogió a los militares: “Argentina ha desarrollado una capacidad para integrar contingentes conjuntos en misiones de paz del cual estamos orgullosos. El pueblo argentino se siente orgulloso de que haya argentinos aportando a la paz y con menores niveles de desigualdad”.

Después de diez años, tras varios huracanes y el devastador terremoto de 2010 por el que aún hay 172.000 “desplazados” que perdieron sus casas y viven en campamentos precarios, la misión de paz de la ONU atraviesa un momento crucial. De un tiempo a esta parte comenzó un repliegue de tropas –sobre todo de los países centrales– y en paralelo crece la discusión sobre cómo y hasta cuándo deben seguir los Cascos Azules en Haití.

La posición argentina es que la misión no puede dejar a los haitianos librados a su suerte. “Ya lo dije cuando me tocó presidir la reunión referida a Haití en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Nos tenemos que ir de acá para no volver. Ni un día antes ni un día después”, sostuvo Rossi, tras encabezar un acto en el hospital. Si bien consideró “muy difícil” definir el momento preciso del retiro de las tropas de paz y dijo que la palabra final al respecto la tendrá la ONU, el ministro de Defensa se mostró partidario de retirar a los militares cuando la misión haya cumplido sus objetivos y Haití “esté estabilizado políticamente, haya un nivel de seguridad ciudadana importante y se empiecen a notar signos de reactivación económica”.

En la discusión sobre la continuidad de la misión de paz –que en un 75 por ciento está integrada por militares de países latinoamericanos– se cruzan varios intereses. Los países centrales también hablan del necesario desarrollo de Haití, pero pretenden dejar esa tarea en manos privadas. “Esos países no quieren que la reconstrucción de la infraestructura siga a cargo de la misión de las Naciones Unidas, como hasta ahora, sino que la hagan las grandes empresas constructoras”, explicó Rossi.

Las autoridades haitianas, a su vez, preferirían que Naciones Unidas replegara la misión y les entregara los 550 millones de dólares anuales que destina a su financiamiento.

El presidente haitiano, Michel Martelly –días atrás visitó en el Vaticano a Francisco, quien acaba de designar cardenal al obispo haitiano de Lescayes, Chibly Langlois–, no tiene tanto crédito a su favor como para hacerse acreedor de la transferencia de semejante caja. En 2012 deberían haberse realizado elecciones de medio término para renovar legisladores y autoridades locales y a la fecha no hay perspectivas concretas de que vayan a realizarse. Por las dudas ya manifestaron su intención de postularse unos once mil candidatos en representación de los 160 partidos políticos registrados.

De los casi más de diez millones de habitantes que hay en Haití –donde el uno por ciento de la población concentra toda la riqueza y la mitad es analfabeta–, sólo vota el 10 por ciento. Por la falta de infraestructura, las elecciones demandan entre tres y cuatro meses de organización. A este paso, y pese a las intimaciones que la propia ONU ha realizado, puede que las elecciones tampoco se hagan este año. Martelly, a su vez, está detrás de una reforma constitucional que le permita la reelección que hoy tiene vedada. En su paso por Roma, el Papa también lo exhortó a avanzar en la consolidación de las instituciones haitianas. Con un 80 por ciento de la población católica, la Iglesia goza de buena reputación y la Conferencia Episcopal haitiana lanzó la semana pasada una convocatoria al diálogo social.

Rossi remarcó el interés de la Argentina en el afianzamiento de las instituciones en Haití, un tema que tampoco estuvo ausente en su paso por Puerto Príncipe: además de visitar a los Cascos Azules argentinos y de entrevistarse con la jefa de la misión de paz, Sandra Honoré, el titular de la cartera de Defensa aprovechó su estadía en la capital haitiana para reunirse con varios legisladores y con el primer ministro, Laurent Lamothe, a quienes les transmitió la inquietud argentina y de la región por la situación institucional del país.

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En Gonaives, el ministro Agustín Rossi visitó el cuartel del Batallón Conjunto Argentino y recorrió los barrios Jubilé y Rabotó.
Imagen: Télam
 
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