EL PAíS › FESTEJO EN MORON POR LA NULIDAD DE LAS LEYES
Una copa alzada a la memoria
“Este es un reconocimiento a muchos luchadores que mantuvieron viva nuestra historia”, dijo entre abrazos, apretones de manos y hasta algunas lágrimas, el intendente de Morón, Martín Sabbatella, que reunió ayer en la Casa de la Memoria y la Vida a amigos de la cultura, integrantes de organismos de derechos humanos, historiadores y periodistas para festejar la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. A metros de allí, un equipo de arqueólogos trabajan desde hace un año en la recuperación de los cimientos originales de lo que fue el centro clandestino de detención conocido como Mansión Seré.
La sala elegida para levantar las copas de alegría por el voto de los diputados a favor de la nulidad de las leyes de impunidad lleva el nombre de José Luis D’Andrea Mohr en honor al militar que luchó hasta el día su muerte por los derechos humanos. Su homenaje y los ojos de decenas de hombres y mujeres desaparecidos por la última dictadura que miran desde la pared dejan atrás las huellas de un lugar que, años atrás, albergó el lujoso despacho del intendente menemista Juan Carlos Rousselot.
“Esta casa, este lugar, esta excavación tienen un gran significado para nosotros. Los organismos que defendemos los derechos humanos no vamos a parar”, dice Sara Steimberg, una mamá que hace 27 años perdió a su hijo pero que nunca bajó los brazos por alcanzar la verdad y la justicia. Quizá por eso siente suyo este logro en el Congreso. “La nulidad de las leyes no es mérito de los diputados, es el resultado de nuestra lucha de más de 20 años”, se emociona de la mano de su marido.
El encuentro no sólo reunió a integrantes de organizaciones de derechos humanos. “Me siento parte de un circuito que nos unifica, una vereda ancha por la que caminamos los que tenemos una gran pulsión por recuperar nuestra historia y nuestra identidad”, explica el periodista Quique Pesoa con una chacarera de fondo que lo invita a cantar. El clima es de gran amistad aunque algunos ni siquiera se conocen. “La nulidad amerita que nos juntemos”, asegura Pesoa.
A unos metros de la Casa de la Memoria quedan los escombros del edificio que entre 1976 y 1978 funcionó como centro de tortura de la Fuerza Aérea. Después de la fuga de cuatro detenidos los militares dinamitaron e incendiaron la casa que conservó su casco hasta que, en 1985 ya en democracia, el intendente radical Norberto García Silva demolió las paredes de la historia aunque no la memoria que la recrea. “Esta casa es un pedazo de la identidad y de historia de Morón. Lo pasado no está pisado”, rescata el historiador Fermín Chávez con la cara de Evita y de Perón abrochados en su pecho.
El encuentro significó para muchos de los que participaron una manera de alimentar las fuerzas para seguir. La directora de Radio Nacional, Mona Moncalvillo, reconoce que “convertir un centro de tortura en una Casa de la Memoria es construir, desde lo más pequeño, la Argentina que nos merecemos. Sólo si hay justicia la herida abierta dejará de supurar”.
Informe: Martina Noailles