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Los intelectuales y dirigentes políticos René Ramírez (Ecuador), Gabriela Montaño Viaña (Bolivia), Vladimir Acosta (Venezuela) y Nicolás Lynch (Perú) fueron los responsables de abrir la jornada de ayer en el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad. El debate, que fue moderado por el politólogo y filósofo Eduardo Rinesi, giró en torno de las nuevas izquierdas y las tradiciones populares en América latina.

El primer orador fue Vladimir Acosta, escritor, historiador y analista político venezolano, que enfocó su exposición en la reciente declaración de Estados Unidos sobre ese país: “Hoy no quiero hablar de nuevas izquierdas y tradiciones populares, porque tengo que referirme a la amenaza que estamos sufriendo por parte del imperialismo estadounidense”, expresó. En ese sentido, Acosta sostuvo que “los problemas de cada país deben ser los problemas de todos los demás países” para que “los cambios logrados en la última década sean irreversibles”.

El tema no se agotó allí. La exposición de Montaño Viaña, presidenta de la Cámara de Diputados de Bolivia, comenzó con la transmisión de un pedido del presidente Evo Morales a su par estadounidense, Barack Obama, para que se disculpe con Venezuela y con América latina toda por su agresión. Luego Montaño destacó que cuando “el sector más marginado de la historia llegó al poder y demostró que puede gobernar bien” lo hizo “administrando con y para la gente” y que logró “transformarse y reinventarse constantemente, pero sin abandonar sus principios ni sus valores”.

El secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de Ecuador, René Ramírez, instó en su disertación a los representantes de la nueva izquierda latinoamericana a buscar el ejercicio del poder: “Tenemos que dejar el romanticismo de que se puede cambiar el mundo sin tomar el poder, para cambiar al mundo hay que llegar al poder”, aseguró. En tanto que el sociólogo peruano Nicolás Lynch denunció que “mientras en la región se vino limitando y erosionando la hegemonía neoliberal, se ha construido un bastión reaccionario en Lima” para que funcione como “un espacio de reconquista, como si hubiéramos vuelto a la época colonial”.