Jueves, 19 de marzo de 2015 | Hoy
EL PAíS › POR LOS ASESINATOS DE LONGUEVILLE Y MURIAS
La Justicia condenó a prisión perpetua al alférez Angel Pezzetta. Por el homicidio de los curas durante la dictadura ya habían sido condenados Menéndez y otros dos represores.
El Tribunal Oral Federal de La Rioja condenó ayer a prisión perpetua al ex alférez Angel Ricardo Pezzetta por los secuestros, las torturas y los asesinatos de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, conocidos como los “Mártires de Chamical”, durante la última dictadura. El oficial retirado de la Fuerza Aérea, destinado en 1976 en la Base Aérea de Chamical, es el cuarto condenado por ambos crímenes: en 2013 habían recibido la misma pena el vicecomodoro retirado Luis Fernando Estrella, el general retirado Luciano Benjamín Menéndez y el ex policía Domingo Benito Vera. “Tengo las manos limpias”, aseguró Pezzetta por la mañana, en sus últimas palabras antes de la sentencia.
El párroco francés Longueville y su vicario Murias fueron secuestrados en la noche del 18 de julio de la parroquia El Salvador, de Chamical. Sus cuerpos aparecieron en un descampado al sur de la ciudad. El fiscal Darío Illanes, al elevar la causa a juicio, relató que los religiosos estuvieron secuestrados en la base, donde “fueron sometidos a un severo interrogatorio por su militancia, vinculación con (monseñor Enrique) Angelelli, además de ser sometidos a malos tratos y torturas tanto físicas como psicológicas”. Murias y Longueville “fueron llevados con los ojos vendados y maniatados hasta la ladera opuesta del terraplén a la vera de la Ruta Nacional 38, en donde fueron sometidos a disparos con armas de fuego largas y cortas de distintos calibres por varias personas”, precisó. Agregó que “los ejecutores actuaron dentro del marco del accionar de las fuerzas armadas durante la pasada dictadura militar y se infiere de tal suerte que la cadena de mando superior a sus ejecutores materiales encomendó la labor de Inteligencia para llevar a cabo la maniobra al personal de las fuerzas de seguridad que existían en ese momento”.
La causa por la Masacre de Chamical se reabrió en 2007. Un año después, el juez federal Daniel Herrera Piedrabuena dictó los primeros procesamientos. En 2013 fueron condenados a prisión perpetua el segundo jefe de la base, vicecomodoro Estrella; el comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, Menéndez, y el ex policía Vera, que estaba a cargo de la seccional de policía de Chamical. A ellos se sumó ayer Pezzetta, condenado por los votos de los jueces Juan Carlos Reynaga y Mario Eugenio Garzón, en tanto José Fabián Asís se pronunció por su absolución. Unico imputado de un proceso que comenzó el 20 de noviembre último, Pezzetta fue condenado como “autor mediato penalmente responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad calificada por simulación de autoridad pública, dos hechos en concurso real, homicidio doblemente calificado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en perjuicio de Gabriel Rogelio Longueville” y de “homicidio triplemente calificado por alevosía, por el concurso premeditado de dos o más personas y ensañamiento en perjuicio de Carlos de Dios Murias”. El tribunal dispuso que el condenado cumpla su sentencia en el Complejo Penitenciario de Marcos Paz. Los fundamentos se conocerán el 21 de abril.
Por la mañana, al pronunciar sus últimas palabras ante los jueces, Pezzetta negó su responsabilidad en los asesinatos. “Tengo las manos limpias”, dijo. Aseguró tener “la conciencia muy tranquila porque sé que mis manos no están manchadas con la sangre de Carlos (Murias) y de Gabriel (Longueville), por lo cual, pase lo que pase en esta audiencia, sigo creyendo en la justicia verdadera”. “Soy de una familia católica de un pueblo del interior del país y donde siempre me enseñaron religión, por lo cual siempre sentí la necesidad de concurrir a la iglesia por convicción y no por obligación”, expresó el imputado.
Pezzetta se refirió a su paso por la ciudad de Chamical, distante a unos 140 kilómetros al sur de la capital provincial, diciendo que “siempre caminé libremente, ya sea de uniforme o de civil, y jamás tuve algún conflicto en los lugares donde trabajé ni mucho menos en la ciudad de Chamical y jamás nadie me recriminó que yo lo maltraté ni nada que se le parezca”. Con respecto a la relación con los sacerdotes, el ex alférez precisó que “a Gabriel lo conozco desde cuando iba a la base a dar las misas y cuando terminaba yo personalmente lo acompañaba hasta la salida, y además teníamos una muy buena relación”. En cuanto a Murias. dijo que “tuve poco trato, pero siempre de cordialidad y respeto”. “Nunca torturé ni le levanté la mano a algún ciudadano o a los sacerdotes ni tampoco tuve órdenes de perseguir a alguien y si la hubiera tenido, jamás la hubiera cumplido”, concluyó.
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