EL PAíS › TENSION EN EL MASSISMO POR LA DEFINICION DE LAS CANDIDATURAS BONAERENSES

Massa suma exigencias y reproches

Los intendentes del Frente Renovador impusieron ser ellos quienes armen las listas en sus propios distritos y le demandaron a Massa que reduzca el número de precandidatos a la gobernación. Los que quedarían marginados de la carrera exhibieron su enojo.

 Por Miguel Jorquera

Sergio Massa tropieza con serios escollos en el intento de encolumnar a toda la tropa del Frente Renovador en su principal bastión electoral: la provincia de Buenos Aires. Los intendentes bonaerenses impusieron su propio criterio y serán ellos los encargados de elaborar las listas locales y provinciales de candidatos. A cambio, Massa se reservó la confección de la boleta de legisladores nacionales. La decisión calmó a los jefes comunales, pero enervó los ánimos de los precandidatos a gobernador que quedarían marginados de la contienda con la exigencia de los intendentes de reducir el número de aspirantes: la definición de la grilla de precandidatos será “encuestas en mano”, donde el empresario Francisco de Narváez y el jefe del bloque de diputados, Darío Giustozzi, corren con ventaja. Entre los perjudicados, Felipe Solá le apuntó al operador massista Alberto Fernández de querer correrlo de la disputa, mientras que Mónica López amenazó que si la bajan, “me voy con todo lo que puse”, en alusión a su propia estructura partidaria. El sábado, un congreso provincial del massismo buscará convalidar en San Martín estos acuerdos, que amenazan con abrirles las puertas de la migración a los que se sientan marginados.

En un encuentro del martes por la noche, Massa terminó de acordar con los intendentes bonaerenses que le responden un acuerdo para tratar de evitar una sangría. Los más díscolos, un reducido grupo encabezado por el jefe comunal del Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, marcaron el camino al hacer propio un reclamo que comparte el resto de los jefes comunales massistas: “Cambios en la estrategia electoral”, un eufemismo para advertir que la disputa por la gobernación con listas divididas amenazaba la gobernabilidad de sus propios territorios.

Massa pactó ante la exigencia: dejó en manos de los caciques territoriales el armado de las listas locales y las provinciales que se disputan por cada una de las ocho secciones electorales bonaerenses y se reservó la elección de quienes disputarán una banca en el Congreso. Pero el acuerdo que calmó a los intendentes, y que incluye el reclamo de achicar la listas de candidatos a la gobernación en base a las encuestas, desató la ira de los aspirantes que se sienten marginados con la decisión y así lo hicieron saber.

“Alberto Fernández me presionó dos veces para que no volviera a ser gobernador. En 2006, por orden de Kirchner, y ahora, de Darío Giustozzi”, posteó Solá en su cuenta oficial de Twitter. Fernández, convertido en operador massista, se defendió públicamente con el argumento de que “no presionó” a Solá. La legisladora provincial Mónica López fue mucho más explícita sobre su futuro: “Si yo me corro y me bajo, me voy con todo lo que puse”, señaló en referencia a la estructura propia que aportó al massismo junto a su marido, el diputado nacional y dirigente sindical de los petroleros privados Alberto Roberti. “Esto no es el amor eterno del matrimonio. Esto es política y está rodeada de intereses”, agregó López.

Uno de los favorecidos por la decisión de Massa fue De Narváez, el último en arribar al massismo y que desató la resistencia del resto del pelotón que aspira a la gobernación. El empresario recorrió los municipios comandados por el massismo en busca del apoyo de los intendentes, a quienes dejaba el armado de listas en sus territorios. La estrategia del Colorado obligó a López, Solá y en menor medida a Giustozzi a armar listas propias por fuera de las estructuras municipales –que incluyen a opositores locales–, por lo que la decisión de Massa de dejar las listas en manos de los jefes comunales complica sus chances en esos territorios.

También es incierto el futuro de Cariglino, que quiere que el candidato massista a la gobernación sea un intendente, como él. Su hermano, el senador provincial Roque Cariglino, negó su elejamiento pero dejó dudas: “No nos fuimos del massismo y, aunque algunos nos llaman, no hay puentes de diálogo con el PRO. No nos vamos porque somos peronistas. Ahora estamos hablando y analizando la situación, por ahora competimos (en las PASO), pero Jesús ya se encontrará con Massa y verá qué hace”, dijo Roque.

La decisión final se tomará este sábado en el congreso massista de San Martín con lo que Massa mejor maneja: las encuestas de intención de voto y sondeos de opinión. Un método que favorece a De Narváez y Giustozzi, por ahora los mejores posicionados. Los massistas más conciliadores apuestan a que “los candidatos unifiquen las fórmulas y que no haya más que dos, a lo sumo tres”, afirmaron a Página/12. La situación es tensa: Solá y López amenazan con no ir al cónclave, tampoco se sabe si lo hará Giustozzi. Igual, todos coinciden en que habrá negociaciones hasta último momento: “Massa no quiere heridos que abandonen la pelea por su (alicaída) candidatura presidencial”, admitieron.

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Solá en una foto de otras épocas con Fernández, a quien acusa de operar contra su candidatura.
Imagen: Télam
 
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