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Desidia y bolsones de comida
Por Felipe Yapur
Desde Tucumán
La elección de senadores y diputados nacionales parece importarles más bien nada a los tucumanos. Los afiches con los rostros de los candidatos se caen solos de las paredes por el agobiante calor subtropical. El actual gobernador y aspirante a una banca del Senado, Julio Miranda, no aparece por ningún lado. Eso no implica que su gente haya suspendido el operativo “tormenta de bolsones” con el que compran voluntades. No lo hicieron ni cuando los medios provinciales publicaron fotos de camiones atestados de comida. Mientras tanto, Ricardo Bussi reza por que la detención de su padre, el genocida Antonio Bussi, le permita captar votos como para instalarse en la Cámara alta y ahuyentar los nubarrones que amenazan con hacer desaparecer –qué paradoja– el partido que creó el anciano general.
La apatía que reina en el electorado tucumano se nota con solo caminar por las calles de la capital provincial. “Mire m’hijo, para qué quiere que vote, si son todos ladrones. Le digo más, los otros días dijeron en la tele que el que no vota no podrá sacar el pasaporte. Y a mí qué me importa eso si con lo que gano como jubilada ni a Tafí del Valle puedo viajar”, aseguró Amalia a Página/12 mientras se secaba el sudor del rostro.
La frase de la docente jubilada no es aislada y, si bien puede considerarse como preocupante, anticipa el escenario que mejor le viene al oficialismo. Una masiva concurrencia a las urnas podría ser el fin de la vida política de Miranda, que tiene la peor imagen desde que demostró inoperancia y sobre todo desidia frente a la muerte de decenas de niños por desnutrición. Con pocos electores, el aparato del PJ tucumano cobra importancia y se vuelve imprescindible.
Al actual gobernador nada le mejora la imagen. Ni siquiera el afiche que lo muestra con el presidente Néstor Kirchner, quien ni siquiera esboza una sonrisa. Esa es la razón por la que el PJ intensificó el reparto de bolsones en estos días. Los partidos de la oposición realizaron denuncias ante la justicia federal, pero ni las fotos en los medios detuvo el operativo “tormenta de bolsones”. “Esto siempre fue así. Estamos en una provincia pobre, entonces para conseguir votos hay que dar comida”, se justificó uno de los organizadores de la campaña electoral del PJ.
Mientras el justicialismo vernáculo reparte comida, en el bussismo la consigna es rezar y mucho. Convencidos de que la detención del jefe partidario se convertirá en el verdadero empujón que necesitan sus candidatos, los bussistas intensificaron la campaña publicitaria donde no sólo aparece Bussi hijo como candidato a senador sino que a su lado está la foto del genocida con la palabra intendente debajo, como si ese cargo estuviera en disputa. “Vote a Fuerza Republicana y el lunes mi padre estará libre”, repite casi como una letanía el hijo del represor esperanzado en que su posible triunfo se convierta en una especie de 17 de octubre para su padre.
Los cálculos más optimistas dicen que el 65 por ciento del electorado de 879.698 tucumanos habilitados para votar, concurrirá hoy a las urnas. De ser así, sería el piso más bajo de los últimos 20 años. Así, las esperanzas del resto de los partidos opositores, entre los que se encuentra el arista y aspirante a renovar su banca de diputado José Vitar, se diluyen.