EL PAíS
Los primeros testimonios contra el supremo tenista
Comenzó la instancia del juicio a Moliné O’Connor donde los testigos, de la defensa y la acusación, exponen por turnos. Cruces y chicanas entre las partes alargaron la instancia.
Por Felipe Yapur
Larga fue la reunión en que la Comisión de Asuntos Constitucionales tomó los primeros testimonios en el juicio político que se le sigue al supremo Eduardo Moliné O’Connor. Esto no evitó los cruces y las chicanas entre la acusación y la defensa, que insistió en reclamar la nulidad del proceso que se instruye contra el supremo tenista. Anoche, al cierre de esta edición, continuaba el tercero de los cuatro convocados para prestar declaración.
Poco después de las 15.30 la titular de la comisión, Cristina Fernández de Kirchner, inició el encuentro. A su derecha se ubicó la comisión acusadora, integrada por los diputados Ricardo Falú (PJ-Tucumán), Carlos Iparraguirre (UCR-Santa Fe) y Nilda Garré (Frepaso). A su siniestra se sentaron Moliné y sus abogados, Gregorio Badeni y Eduardo Aguirre Obarrio.
Una vez iniciado el encuentro, Badeni reiteró su reclamo de nulidad de todo lo actuado por entender que todavía el Senado debe resolver una serie de recusaciones y solicitudes que realizó la defensa. Durante un cuarto intermedio, el propio Moliné se quejó frente a los periodistas, con forzada amargura.
El primero de los cuatro testigos fue el juez Héctor Magariños, quien fuera sancionado por la Corte luego de que en 2001 emitiera una opinión académica contraria sobre un dictamen del máximo tribunal. La sanción al magistrado es uno de los casos por los que se solicita la destitución de Moliné por mal desempeño. Magariños aseguró que la decisión lo tomó por sorpresa, ya que el máximo tribunal “carece de competencia para sancionar” e indicó que la decisión de los supremos “me limitó en la independencia de criterio”. Badeni creyó ver allí una contradicción y le preguntó si esa limitante influyó en los fallos judiciales: “De ninguna manera, jamás perdí mi imparcialidad”, respondió rápido el magistrado.
Este cruce le permitió al radical Carlos Prades aportar un granito de arena contra el supremo tenista. El patagónico quiso saber si la Corte lo sancionó porque opinó o por lo que dijo en esa oportunidad. La pregunta provocó más de una sonrisa. “Tengo dudas sobre la reacción que hubieran tenido los jueces si mi posición hubiera sido favorable al dictamen que emitió la Corte”, dijo Magariños, y las sonrisas casi se convirtieron en carcajadas.
El segundo testigo fue el constitucionalista Jorge Gentile, un ex diputado nacional demócrata cristiano que solicitó la defensa del cortesano. El testimonio de Gentile no fue todo lo que esperaba la defensa. Gentile dio pistas sobre cuáles debían ser los casos por los que se debería enjuiciar a los supremos. Dijo que hay más elementos para un juicio político si se cuestiona el aval a los decretos de necesidad y urgencia y la negativa a pagar el impuesto a las ganancias. Sin embargo, el mayor aporte que realizó fue cuando la senadora Kirchner le preguntó si creía que la Corte podía ser considerada menemista. El abogado sorprendió a todos al sostener que el máximo tribunal “estaba fuertemente influido por el menemismo”. No terminó allí; Gentile aseguró que “fue adicta y dejó de serlo recién cuando debió entender en el caso del corralito”.
El tercer testigo fue el ex integrante del Tribunal Arbitral de Obras Públicas (TAOP) Ernesto Schorr. Este abogado administrativista que hoy presta servicios en el Ministerio de Economía fue uno de los que dictó sentencia favorable al reclamo de la empresa Meller por la publicación de las guías telefónicas con la ex Entel. Schorr fue un testigo difícil, con respuestas ambiguas y fuertes contradicciones buscó evadir las preguntas sobre la responsabilidad que le cupo al organismo que integró en el caso Meller y que casi le cuesta al Estado nacional unos 400 millones de pesos. La comisión acusadora buscó demostrar con este testimonio las irregularidades que se cometieron y que la Corte terminó avalando. Schorr habló durante tres horas. Cuando terminó, Falú solicitó a la senadoraKirchner que remitiera a la Justicia la versión taquigráfica por considerar que el testigo incurrió en el delito de falso testimonio. Al cierre de esta edición, los senadores escuchaban al cuarto testigo, Guillermo Fanelli, también ex miembro del TAOP.