Lunes, 12 de octubre de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Mempo Giardinelli
A medida que se acercan las elecciones, algunas cosas se aclaran. O al menos eso parece si se sigue el enjambre de encuestas circulantes –en ninguna de las cuales convendría confiar a ciegas– y cuya coincidencia general a dos semanas del 25 de octubre es que Daniel Scioli será abrazado por CFK en la Casa Rosada.
Pero como nada es seguro en política, y esto es la República Argentina, nada autoriza a descartar totalmente que, ballottage mediante, la banda y el bastón queden en manos del Sr. Macri, o, por una rareza de la voluntad popular, en las del Sr. Massa.
Lo cierto es que a dos semanas estamos, y el hasta ahora único sinceramiento de intenciones le corresponde a Scioli, quien eludió con astucia la trampa de un debate en el que ninguno de los tres conductores garantizaba equidistancia, como ninguno de los candidatos iba a dejar de atacarlo. Evitó esa segura goleada 5 a 1, claro está, aunque quizá se hizo después un gol en contra con la confirmación de un gabinete que no estuvo lejos de lo augurado en esta columna y que, seguro, no ha de enamorar a millones de votantes.
Tal como imponen los tiempos que vivimos, Scioli presentó a varios de quienes serían sus ministros en un programa de televisión. Pero lo que llamó más la atención no fue eso, sino, por un lado, eludir también el nombre de su futuro ministro de Economía, y por el otro lo que se podría sintetizar parafraseando a Baldomero Fernández Moreno: un montón de ministros y ninguna dama.
Como que ellas ya no califican, se diría con irónica malicia, y ni siquiera la Sra. Batakis, de elogiado desempeño en la gran provincia. Así, de confirmarse esta tendencia sexista todo indicaría que se extrañarán damas de excelente desempeño como Nilda Garré, las siempre discretas edecanas presidenciales, o, claro, Alicia Kirchner que por doce años condujo el Ministerio de Bienestar Social por lo menos sin escándalos. Claro que es igualmente nutrida la lista de apellidos femeninos más o menos cuestionables de esos tres cuatrienios. Y como además hubo gobernadoras, intendentas y legisladoras notables, de todos los partidos, resulta curioso este viento de cambio, inesperado si además fuera cierto que la posible, futura primera dama tiene el temperamento protagónico que se le atribuye en algunos mentideros.
Y aunque ya se lo mencionaba, no dejó de ser sorpresa el nombre de Alberto Barbieri en Educación. Quien tiene un excelente currículum en economía, negocios y gestión, pero no como educador. Según Clarín y La Nación, tiene “vínculos” con Julio De Vido, y el segundo diario publicó su currículum como rector de la UBA en diciembre de 2013: Barbieri es doctor en Administración y contador público, master en Dirección y Administración de Empresas de la Escuela Europea de Negocios, de Madrid, y profesor de Administración de la Salud. Enseñó en la UCA y en la UNLZ, y dirigió la Escuela de Gestión Pública y la Maestría en Administración en Ciencias Económicas de la UBA. También académico de número de la European Academy of Management and Business Economics, y especialista en Sistemas de Administración de Organizaciones y en Administración de la Salud.
Su designación por Scioli es por lo menos llamativa por dejar de lado a gente probadamente capaz y del palo, como Daniel Filmus, Adriana Puiggrós, Silvina Gvirtz o Mario Oporto, por lo menos.
Claro que, de todos modos, Barbieri suena mucho mejor que otros apellidos que estaban en danza, tales como Guadagni, Llach y algunos académicos de la derecha dizque progre que opinan sobre educación en La Nación cada semana, casi todos con la cantinela de la calidad educativa, las pruebas Pisa y comparaciones forzadas con Finlandia, Surcorea o Chile. Sí, también Chile, increíblemente.
Todos ellos, por cierto, agazapados a ver si logran forzar interpretaciones de la Ley de Educación Superior que nos dejó el menemismo y que no se pudo o no se supo cambiar en estos años. Lo que es grave porque podría alentarse el fin de la gratuidad de la enseñanza universitaria, ya de por sí distorsionada de mil maneras en los últimos años pero todavía intacta al menos hasta la admisión de grado. No les costaría nada atreverse si llegaran a la Rosada los Sres. Macri o Massa, si acaso hubiere segunda vuelta y derrotaran al FpV. En tal caso tampoco sería de extrañar que unos dos millones de estudiantes universitarios salieran a las calles a manifestar.
No está demás, en este punto, recordar que durante el gobierno que viene, en 2018, se celebrarán los cien años de la Reforma Universitaria que instauró la autonomía y el cogobierno, así como la enseñanza laica y gratuita, lo que fue orgullo de generaciones y ejemplo y modelo en decenas de países. Bueno sería que el Dr. Barbieri se pronunciara rápidamente al respecto. Porque es obvio que ninguno de los posibles ministeriables de los Sres. Macri o Massa dicen ni mu sobre esto, lo que es perfectamente coherente con el ocultamiento de verdaderas intenciones del macrismo y del cambalache ideológico massista.
Muchos han de esperar esa elemental definición de un ministro de Educación kirchnerista, como se supone serán todos los votados mediante la boleta del FpV.
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