EL PAíS › HIJOS DE DESAPARECIDOS ESTUVIERON CON EL PRESIDENTE KIRCHNER
La memoria de una historia en común
Jóvenes que trabajan con las Abuelas de Plaza de Mayo le pidieron al Presidente que garantice una ley sobre el derecho a la identidad.
Por Victoria Ginzberg
–Chacho Pietragalla... sí, me acuerdo –dijo el presidente Néstor Kirchner. El secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, le acababa de contar que el padre de Horacio, uno de los jóvenes que estaban en su despacho, había viajado en el charter en el que volvió al país Juan Domingo Perón. Horacio se descolocó y se limitó a escuchar cómo el Presidente había conocido a su padre, que él mismo no conoció. Junto a él, fueron otros ocho hijos de desaparecidos que estuvieron apropiados durante la última dictadura o que buscan a sus hermanos que siguen desaparecidos. Kirchner comprometió su apoyo para impulsar una ley que garantice que los jóvenes que siguen secuestrados recuperen su identidad.
Los nueve jóvenes que colaboran con las Abuelas de Plaza de Mayo solicitaron la reunión con el Presidente para pedirle, entre otras cosas, que se agilicen los trámites relacionados con los exámenes genéticos de los posibles hijos de desaparecidos; que se incluya en los planes de estudios un análisis sobre lo ocurrido antes, durante y después de la última dictadura militar; una indemnización para los menores que nacieron o estuvieron en centros clandestinos de detención y el apoyo para la apertura de los archivos que puedan aportar información sobre el destino de los desaparecidos. Algunos de estos puntos habían sido tratados por las Abuelas de Plaza de Mayo en una entrevista anterior. Ahora fueron los nietos quienes hablaron, plantearon sus propias inquietudes y le contaron, sentados a la mesa de reuniones del despacho presidencial, sus historias personales a Kirchner.
“Nosotros pusimos a disposición un montón de proyectos que se están gestando de nuestra parte para poder colaborar en todo con respecto a las investigaciones pero a la vez sabemos que existen lugares puntuales, como es Campo de Mayo, donde sabemos que hay muchos cuerpos de nuestros padres que necesitamos que sean reconocidos y darles sepultura”, relató Tatiana Sfiligoy, quien recuperó su identidad en 1980, en una conferencia de prensa que los jóvenes dieron en Casa de Gobierno.
Durante la reunión con Kirchner mencionaron que hay algunos lugares donde funcionaron centros clandestinos de detención que se siguen usando como edificios de la burocracia del Estado. Puntualmente, nombraron el caso de Garaje Olimpo, donde se realizan las verificaciones técnicas de los autos. El Presidente se sorprendió, admitió que desconocía el hecho, hizo un llamado y prometió que Duhalde y el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, se iban a encargar de modificar esta situación.
Mariana Pérez, quien hace un par de años se encontró con su hermano, explicó que Kirchner asumió el compromiso de “impulsar un corpus de normas para achicar el margen de discrecionalidad con el que actúan los jueces o los funcionarios que tienen que restituir la identidad de los jóvenes” y a “impulsar una ley que trate la obligatoriedad de los análisis genéticos para que los chicos no sean puestos en la falsa disyuntiva de tener que conocer su identidad al precio de ocasionar el daño a las personas que ellos estiman y los criaron como sus padres”. “El reciente fallo de la Corte Suprema los deja una vez más solos y ante la falsa opción de tener que decidir qué identidad prefieren cuando eso no es real, uno es quién es”, agregó Pérez.
Horacio Pietragalla, el último nieto recuperado por las Abuelas, relató a Página/12 que la semana que viene mantendrán una nueva reunión, esta vez con Oscar Parrilli, secretario del Presidente, para trabajar en concreto en los temas que abordaron con Kirchner y destacó que “es muy positivo. Es la primera vez que un gobierno les abre las puertas a hijos de desaparecidos y vuelca su interés en el tema”.