EL PAíS › EL GOBIERNO SIENTE QUE EL FONDO NO CUMPLE CON LO CONVERSADO
Por más que Remes al FMI no le basta
El FMI no sólo cambió a los funcionarios, sino también las condiciones para Argentina. La llegada del indio Anoop Singh significó el abandono de los compromisos acordados con el anterior jefe de las misiones, Tomás Raichman, y un endurecimiento. En Economía se sienten abandonados.
Por David Cufré
Para el Ministerio de Economía, la designación de Anoop Singh como nuevo encargado de negociar con Argentina no presagiaba nada bueno. Una alta fuente del Palacio de Hacienda confió a Página/12 que Remes Lenicov tenía un preacuerdo con Claudio Loser y Tomás Raichman que fue ignorado por Washington. Loser es director del Departamento para el Hemisferio Occidental y Raichman era, hasta el nombramiento de Singh, el jefe de los auditores de Argentina. En Economía cuentan que esos altos funcionarios del Fondo, que tenían a cargo la negociación con el Gobierno, le prometieron a Remes Lenicov que, si dejaba flotar el dólar, llegaba a un acuerdo con los gobernadores y lograba la aprobación del Presupuesto, podía contar de inmediato con la ayuda del organismo. Remes se quejó ante Singh de haber cumplido con su parte y de que el Fondo se desentendió de la suya. El economista indio no se salió de su libreto y le dijo lo mismo que días más tarde le repetiría a Duhalde.
En la cumbre con el Presidente, Singh escuchó por enésima vez la enumeración de hechos catastróficos que sucederían en Argentina de fracasar la negociación con el FMI, y por enésima vez dio la misma respuesta: que su papel es el de jefe de una misión “evaluatoria”, encargado de consolidar una agenda de temas para negociar a futuro. Que tras su partida entregará un informe a las autoridades del organismo, y que unos diez días más tarde vendrá una misión “negociadora” para empezar a discutir las metas de un eventual acuerdo.
Si todo sale bien, entre que esa misión termine su trabajo y se llegue al punto final, con el directorio del Fondo aprobando el acuerdo, estará llegando junio. Singh lo dijo bien claro: el Gobierno debe armarse de paciencia y esperar. Duhalde le contestó, serio, que esos plazos son inaceptables y le anticipó que seguirá insistiendo para conseguir el auxilio financiero, a más tardar, en 30 días. El resultado de esa reunión, que tuvo lugar anteayer en Casa Rosada, dejó al Gobierno con la perturbadora sensación de que el Fondo –o Estados Unidos– le está soltando la mano.
Operadores políticos del duhaldismo indicaron a este diario que el escenario que se abre de tener que esperar tres meses hasta que el Fondo se decida a otorgar un plan de ayuda es de gran inestabilidad. El dólar inició una escalada que al Banco Central le costará detener sin auxilio financiero externo. La suba del dólar tiene como correlato una nueva ronda de aumentos de precios. Y a mayor inflación, más crece el índice de indexación CER. El deterioro de la situación económica se aceleraría, anulando definitivamente la promesa presidencial de un 9 de julio con festejo por el final de la recesión. En ese contexto, la debilidad política del Gobierno se acentuaría de tal modo que algunos cerca de la Casa Rosada dudan que sea manejable. Los más pesimistas vaticinan que el Gobierno tendrá que optar entre un cambio radical en la política económica o convocar a elecciones anticipadas.
“En el Gobierno hay una duda muy grande sobre si la misión de Singh vino a ayudar o a justificar por qué no nos van a prestar plata”, comentaron cerca de Remes. El ministro declaró ayer que “sí o sí” habrá un acuerdo, pero en su equipo crece el desconcierto y el desánimo. De hecho, Singh vino con un listado de exigencias incumplibles políticamente:
- Reclamó que se corrijan las pautas con que se elaboró el presupuesto, para acomodarlas a proyecciones más realistas. La caída de la actividad económica para este año estimada por el FMI es del 12 por ciento. En los primeros días de negociaciones, el equipo económico dedicó horas a explicarle a Singh que admitir semejante catástrofe era políticamente inviable y técnicamente objetable. “Poner ese número era resignarse a caer en la profecía autocumplida, porque iba a generar tal impacto que la economía terminaría cayendo 12 por ciento”, afirmó el hombre de Remes. También explicó que la caída de la economía depende en gran medida de la decisión final del Fondo, porque no será lo mismo si presta 25 milmillones de dólares que si desembolsa 9 mil millones, o que si no pone nada. En definitiva, el gobierno se mostró dispuesto a establecer una proyección de caída del PBI del 8 por ciento, aunque Remes indicó anoche que por ahora no habrá correcciones.
- La modificación de las proyecciones se justifica en que habría que reconocer una disminución de ingresos respecto a lo previsto de 3000 millones de pesos. Para compensarlo, habría que ajustar el gasto en esa cantidad.
- Modificación de la ley de quiebras. Singh sostuvo que esa ley debe anularse, en consonancia con el reclamo de los bancos. La norma, que aprobó el Congreso en base a un proyecto del secretario de Hacienda, Oscar Lamberto, establece la suspensión de los embargos y las ejecuciones por 180 días, lo que deja a los acreedores inhibidos de obtener respuesta judicial a sus reclamos por falta de pago. En este caso, el Gobierno accedió al pedido del economista indio. El ministro de Justicia, Jorge Vanossi, quien estuvo reunido con Singh, convocó a una comisión de “notables”, compuesta por juristas y especialistas en el tema, para redactar un proyecto de ley que modifique la normativa vigente.
- Eliminación de los bonos provinciales y ajuste fiscal en las provincias para que el déficit no exceda los 1500 millones de pesos en el conjunto de distritos. Rodolfo Gabrielli, ministro del Interior, y el propio Remes le dijeron que esas demandas no podían cumplirse de ningún modo. Finalmente, Singh accedió a que se cumpla estrictamente el pacto fiscal firmado hace tres semanas, que establece una reducción del déficit del 60 por ciento.
Frente a lo que parece una negociación encaminada al fracaso, en las filas duhaldistas están delineando eventuales acciones a seguir. Una de ellas es que el Presidente haga un llamamiento dramático a la comunidad internacional para obtener ayuda. En caso de fracasar, si Estados Unidos efectivamente le bajó el pulgar, estaría pensando en pasar a una política con control de cambios, obligando a que todas las operaciones de comercio exterior requieran de la autorización del Banco Central, para conseguir una rápida liquidación de divisas de los exportadores. En tal caso, se eliminaría el mercado libre. “Si llegamos a eso, tiene que quedar claro que el Fondo nos empujó”, concluyó la explicación el operador del gobierno.