ESPECTáCULOS
“Cuando el fraude nos amenaza, la creatividad puede salvarnos”
Así define este momento la actriz Alicia Zanca, quien debutará como directora hoy en el Teatro Regio. La obra es nada menos que “El zoo de cristal”, una ácida mirada sobre la familia de Tennessee Williams.
Por Hilda Cabrera
En tanto espera que se concrete la posproducción de una película que filmó el año pasado, y se inicien los preparativos de otra para la que fue convocada (las dos con pedido de subsidio al Instituto Nacional del Cine y de las Artes Audiovisuales), la actriz Alicia Zanca debuta hoy como directora con una pieza clave del teatro contemporáneo. Se trata de El zoo de cristal (The Glass Menagerie), que en 1945 significó para su autor, Tennessee Williams (1914-1983), la conquista de Broadway. En versión del dramaturgo Mauricio Kartun, la obra se verá a partir de esta noche en el Teatro Regio, de Av. Córdoba 6056. Zanca dice haberse aferrado a esta puesta como a una tabla de salvación: “Cuando el fraude y la exclusión nos amenazan, y parecen convertir a nuestra sociedad en un páramo, la creatividad puede salvarnos. Yo me abroquelé en mi trabajo para no perder la esperanza”, sostiene esta intérprete que se perfeccionó en los talleres de los directores Agustín Alezzo, Roberto Durán y Augusto Fernandes.
En la obra elegida se encuentran ya los temas recurrentes del autor de títulos que sorprenden: Un tranvía llamado deseo, La rosa tatuada, La gata sobre el tejado de zinc caliente, Dulce pájaro de juventud y La noche de la iguana. Envolvente, como la opresión materna de uno de sus personajes, aparece allí el sueño irrealizable, el impulso que no desemboca en la gratificación y, casi como una consecuencia de esto, la soledad, equiparable en ese contexto al abismo. “Esta es una pieza conmovedora”, opina Zanca en la entrevista con Página/12. “Habla de la fragilidad de los que viven de fantasías, como Laura (la hija baldada a la que su madre domina), o como muchos hoy, entre nosotros, en este momento de destrucción, cuando la idoneidad importa poco o nada y nos cuesta reconocer que estamos quebrados.”
Esta iniciativa de dirección surgió dos años atrás y le demandó tiempo decidirse por la pieza. Intuía que no podría apartarse demasiado de sus autores predilectos: Tennessee Williams, Anton Chéjov y William Shakespeare. Respecto de El zoo..., cuenta que la atrapa, y mucho, “el tema de los sobrevivientes de un mundo ficticio”. Un símbolo es aquí el unicornio de cristal del zoo en miniatura que atesora Laura, y ella misma, cuya particular sensibilidad y melancolía le impiden adaptarse a una sociedad donde sólo sobrevive el más apto. Zanca halló actualidad en ese aspecto, pero adelanta que no por eso su puesta es naturalista ni se aferra a cronologías. El escenario sigue siendo el de la memoria onírica de Tom (protagonizado aquí por Claudio Quinteros), quien recuerda su experiencia junto a su madre y su hermana en un departamento tipo colmena de una gran ciudad, y desde una época en que “la enorme clase media de los Estados Unidos se matriculaba en una escuela para ciegos”, como dice este mismo personaje, en parte autobiográfico del autor. El muchacho es un poeta que decide huir de su familia y de una sociedad que se le antoja una trampa.
En la puesta de Zanca, la actriz Laura Novoa se autoconvocó para el papel de Laura (cuya personalidad se asemeja en determinados aspectos a la de la Rose real, hermana de Tennessee). Claudia Lapacó fue elegida para interpretar a Amanda Wingfield. “Ella es la actriz ideal”, puntualiza la directora. La vis cómica de Lapacó le permite no encasillar en la maldad a aquella sureña venida a menos que esconde ambiciones de gran dama: “Tennessee escribe que este personaje roza la estupidez, que puede ser cruel, inconscientemente. Para mí es una de esas madres que creen con total seguridad que sólo ellas pueden llevar a sus hijos a buen puerto”. Otro personaje es Jim O’Connor, compuesto aquí por Facundo Ramírez, el candidato, visualizado por Amanda como posible novio de Laura.
“Todo transcurre en la cabeza de Tom. El conduce esta obra que toma la forma de una elipse y a la que traté de imprimirle elementos del realismo mágico”, cuenta Zanca. Una propuesta a la que han adherido el escenógrafoJorge Ferrari (también vestuarista) y el iluminador Gonzalo Córdoba. Y como “la música forma parte de la escritura escénica”, el público podrá apreciar en vivo la interpretación del pianista de jazz Ernesto Jodos. La directora pudo finalmente “redondear en dos meses” lo que proyectó dos años atrás y viene elaborando desde julio del 2001. “Nos pusimos a trabajar, y seguimos haciéndolo, aun cuando no firmamos ningún contrato”, puntualiza. “Por ahora sólo presentamos una declaración jurada aclarando que no tenemos otra ocupación rentada. Tampoco nos adelantaron si vamos a cobrar en pesos o bonos. Cuando empezamos los ensayos, Ferrari estaba tan entusiasmado que trajo cinco proyectos de escenografía. Día a día fuimos descartando lo que parecía imposible y creando desde la escasez. El Winco que está adentro del fonógrafo que aparece en escena es un préstamo de mi madre. En el Regio se puso mucha voluntad para poder estrenar. Esta experiencia nueva me resulta bárbara, por lo creativa, pero no me quita nada del dolor que me produce ver a mi país tan empobrecido.”
Como otros colegas dice estar dispuesta a cumplir con su trabajo, aun cuando no sepa exactamente cuándo se le pagará, pero se rebela ante una situación “en la que los especuladores siguen condenando a la gente idónea y responsable”. Adelanta que a este estreno seguirá otro, pero en ese caso como actriz, dirigida por Laura Yusem, en el Teatro San Martín. Una tarea que piensa encarar con idéntico empuje: “Mi padre me decía que mientras pudiera estudiar y reflexionar, preservaría mi libertad. Y agradezco ese consejo, que me permitió ser libre y estar llena de imágenes”.