ESPECTáCULOS
“No pienso en volver a dirigir otra película”
El legendario realizador estadounidense, creador de clásicos del cine clase B y descubridor de Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, entre otros talentos, será homenajeado hoy en el Teatro Auditorium.
Por Martín Pérez
Habla en voz baja y a ritmo pausado, como si tuviese todo el tiempo del mundo para responder a cada pregunta. Pero sus respuestas siempre duran lo menos posible, aunque contienen toda la información que se espera. El modo en que habla Roger Corman parece ajustarse a cómo filma. ¿O debería decir “cómo filmaba”? A los 74 años, es difícil que el legendario Corman pueda agregar otro trabajo a su frondosa filmografía. “La verdad es que no creo que vaya a filmar otra vez”, le contesta a Página/12, luego de haber aclarado en la conferencia de prensa con la que se presentó ayer en Mar del Plata que nunca dijo que se había retirado definitivamente de la dirección y que volvería a filmar si tuviese una buena idea. “Digo cosas como ésas porque no me gusta cerrar del todo la posibilidad”, agregó con una sonrisa cómplice el veterano productor, que esta noche será homenajeado en el Auditorium con la entrega de un premio a toda su trayectoria.
Todo un icono del cine clase B, con sus films de terror, motociclistas, ciencia ficción y sexo, drogas y rock’n’roll, la influencia de Corman dentro del cine actual es más que amplia. Además de haber sido el padrino de la mayoría de los directores del cine moderno norteamericano –desde Martin Scorsese hasta Joe Dante, de Ron Howard a Jonathan Demme, de Coppola a James Cameron–, en los Estados Unidos a Corman también se le reconoce por haber distribuido en los ‘70 los films de Ingmar Bergman, François Truffaut o Akira Kurosawa. “Nunca gané mucho dinero con eso”, cuenta. “Mayormente lo hice para ayudar a distribuir film de directores como los que me parece que no hay actualmente en el mundo.”
A la hora de referirse a su talento para descubrir nuevos directores, Corman explicó que él siempre busca tres características en ellos, y la primera de ellas es la inteligencia. “No conozco ni un gran director de cine que no sea inteligente”, precisó. Segundo: una gran predisposición al trabajo. “Y ser director es un trabajo duro, mucho más de lo que cualquiera se imagina”, siente que es necesario aclarar. “Ahora bien: estas dos características son fáciles de constatar. Pero la última es más difícil, y se trata de la creatividad, esa chispa que hace todo diferente.”
Muy educadamente, Corman casi ni hace nombres a la hora de hablar de los directores que estuvieron bajo su mando. Cuando en la conferencia de prensa se le preguntó si había un director del que en un principio él hubiese dicho “no va a andar” y luego debió arrepentirse, Corman dijo que eso no había pasado nunca. Y luego agregó: “El que me sorprendió fue Jonathan Demme, porque aprendió realmente rápido. En su primera película fue bueno, pero en la segunda ya era muy bueno y en la tercera sorprendente”. Una enumeración que se preocupó en repetir en la charla con Página/12. No sea que lo hubiesen entendido mal.
Una cosa que le gusta destacar de sus ex pupilos es que cuando llegaron a la cima siguieron fieles a algunos de los principios que les enseñó. “Muchos de ellos siguieron sus carreras dirigiendo películas realmente costosas. James Cameron, por ejemplo, dirigió la película más cara del mundo. Pero lo que a mí me gusta es que a pesar de eso no derrochó ni un centavo. Todo lo que dicen que costó se puede ver en la pantalla. Nada que ver con esos films en los que hay sólo dos personas en un cuarto, pero cuestan 80 millones.”
Decididamente productor antes que director –”eso es lo que dice mi pasaporte hoy en día, y creo que corresponde”–, Corman se preocupó en la conferencia de prensa de recordar siempre con educación su paso por la Argentina, cuando rodó cinco o seis films con Aries, en asociación con Héctor Olivera. “Ahora que el dólar otra vez nos beneficia, tal vez vuelva a producir films aquí”, calculó Corman, haciéndole un gesto al realizadorargentino, que asentía con la cabeza sentado en el fondo de la sala. “Una de ellas, llamada Death Stalker y dirigida por Olivera, fue considerada en un foro de Internet como uno de los mejores 50 films clase B de todos los tiempos. Así que tan mal no nos fue”, dijo el productor Corman, que cuando le preguntaron qué haría si le dieran todo el dinero del mundo para hacer la película que quisiera, tuvo una respuesta rápida, bien de productor: “Si tuviese todo el dinero del mundo, seguramente no lo gastaría en una película”.
Siempre preocupado por incluir en sus films temas sociales, Corman se define aún hoy como un liberal de izquierda. Pero aclara que en sus producciones actuales hace menos énfasis en esa clase de temas, porque el mercado independiente actual es más difícil que el de entonces. “Hollywood aprendió bien la lección, y no deja ningún lugar libre”, dice Corman, que asegura haberse divertido mucho durante su mejor época, que él considera que se extiende desde fines de los ‘50 a comienzos de los ‘70. “La diversión terminó cuando Nixon se puso pesado”, recuerda esta leyenda viviente, que considera que Matinee de Joe Dante tal vez sea el mejor film sobre aquellos tempranos tiempos cinéfilos que supo vivir. Y que, hoy en día, lo único que le pide a Mar del Plata es un día de sol para poder ir a la playa.