EL PAíS › EN ROMA SE REALIZARA EL HOMENAJE A MIGUEL SANCHEZ
Maratón por un desaparecido
El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, participará en Roma de “La carrera de Miguel”, que desde hace tres años se realiza en memoria del atleta desaparecido el 8 de enero de 1978.
Unas diez mil personas, entre atletas y simples aficionados, participarán mañana en Roma de “La carrera de Miguel”, la prueba que todos los años se realiza en la capital italiana en homenaje a Miguel Sánchez, el único deportista federado secuestrado y desaparecido durante la dictadura militar. El maratón contará esta vez entre sus participantes al jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, quien fue invitado especialmente por el alcalde romano, Walter Veltroni.
“La carrera de Miguel” se realiza por las calles de Roma desde el año 2000. Quien tuvo la idea de hacerla fue el periodista Valerio Piccione al enterarse de que un fondista argentino que había corrido la tradicional San Silvestre figuraba entre los 30 mil desaparecidos.
Piccione, periodista del diario Gazzeta dello Sport, participó ayer junto a Ibarra de la presentación oficial de la prueba. Allí estuvieron también el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; el titular del área de Deportes de la Comuna de Roma, el ex futbolista Gianni Rivera, y el embajador argentino en Roma, Humberto Roggero.
Los inscriptos para participar del maratón son cerca de diez mil y como en los años anteriores la largada será en el estadio Aqcua Acetosa. La carrera tiene una extensión de diez kilómetros, pero también hay un recorrido de tres kilómetros para los aficionados. Ibarra –quien aprovechará su paso por Roma para reunirse con dirigentes del progresismo italiano, como el presidente del Partido Demócrata de Izquierda y ex jefe de Gobierno italiano, Massimo D’Alema– prometió correr la distancia más larga.
A lo largo de su carrera profesional, Miguel Sánchez no participó sólo de una sino de tres San Silvestre. Fue precisamente una semana después de su última participación en esa tradicional prueba que todos los 31 de diciembre recorre las calles de San Pablo que lo secuestraron: el 8 de enero de 1978 un grupo de tareas de la dictadura irrumpió en su casa del barrio Villa España de Berazategui y se lo llevó.
“Ya vuelve”, dijeron los secuestradores a una de sus hermanas y su mamá Cecilia al subirlo con los ojos vendados al Falcon gris en el que se lo llevaron. Miguel –el “Correcaminos”, como le decían sus compañeros de la casa central del Banco Provincia, donde trabajaba como ordenanza– nunca volvió y allí quedaron, además de su familia, sus 50 trofeos y sus 36 medallas.
Hijo menor de una familia humilde de diez hermanos, Miguel nació en la ciudad tucumana de Bella Vista el 6 de noviembre de 1952, llegó a Buenos Aires a los 17 años y militó en la Juventud Peronista. Al principio se las arregló pintando casas y probó suerte como wing en las inferiores de Gimnasia y Esgrima La Plata. El fútbol lo abandonó por necesidad cuando consiguió el empleo en el Banco Provincia. El trabajo, en cambio, no pudo con su pasión por el atletismo: se levantaba a las seis de la mañana para entrenarse en el campo de golf de Ranelagh o salía a correr después de trabajar.
Después de que la patota militar se llevó a Miguel, sus familiares lo buscaron en vano: en el Batallón 601, en la Cruz Roja, en los tribunales platenses; en ningún lado encontraron respuesta. Por años su madre mantuvo intacto su cuarto, su ropa y sus papeles con la esperanza de que algún día volvería. El día de 1992 en el que finalmente murió aún tenía esa ilusión.
Poco se supo del destino de Miguel después de su secuestro hasta que varios años después un sobreviviente del centro clandestino de detención El Vesubio, Alfredo Manzo, aseguró haberlo visto en ese lugar. “Trajeron a un atleta que estaba destrozado. Decían que era chileno y que lo habían secuestrado al volver de Brasil”, contó el testigo sobre su presencia en ese campo de concentración de la autopista Riccheri y Camino de Cintura, que controlaban Guillermo Suárez Mason y el coronel Federico Minicucci.