La bandera, colgada en un costado, pintada a mano y con colores brillantes, daba el marco de bienvenida al concierto: “Colectivo de Trabajadores de Orquestas y Coros del Bicentenario”. Es la misma bandera que se desplegó este año en plazas, sindicatos, escuelas, en innumerable cantidad de reclamos, a medida que este programa de orquestas y coros infantiles y juveniles se iba vaciando desde el Ministerio de Educación. Ayer cientos de chicos y jóvenes que se formaron en este programa, junto a decenas de docentes, directores y músicos, se organizaron para dar un concierto en homenaje a Abuelas de Plaza de Mayo. El evento, en el teatro Sha, tuvo la participación de abuelas, nietos recuperados, dirigentes gremiales y un doble logro: apoyar la lucha ejemplar de Abuelas y la búsqueda de todos los nietos que todavía faltan, y mostrar la situación de peligro en la que se encuentra este programa de formación artística y contención social que es ejemplo en el mundo.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, una de las impulsoras de la iniciativa, se disculpó por no poder estar presente debido a un problema de salud en una carta que leyó su nieto, Ignacio Montoya Carlotto, quien también participó del concierto. “Lo que pasa es que comió de más”, insistió el músico entre risas. La titular de Abuelas agradeció la iniciativa “porque hoy más que nunca necesitamos de todos ustedes para lograr nuestros objetivos”. En representación de la entidad que preside Carlotto estuvieron Aída Kancepolski, Delia Giovanola y Berta Schubaroff, y también los nietos recuperados Gonzalo Reggiardo Tolosa con sus hijas, Sebastián Rosenfeld con sus hijos y Gabriel Corvalán.

“Y de pronto nos dieron ganas de visitar a nuestras abuelas. Como cuando éramos más chicos y salíamos corriendo a abrazarlas en medio de los juegos, para recibir esa mirada dulce que todo lo comprendía; hoy necesitamos hacer una pausa, suspender por un rato el estudio, el trabajo, el ritmo cotidiano para volver a encontrarlas. Porque las Abuelas nos devuelven un sentido. Son ellas las que nos ayudan a renovar nuestras convicciones. Por eso los jóvenes músicos del Bicentenario queremos homenajear a las Abuelas. Regalarles un poco de música con la orquesta en la que tuvimos la oportunidad de formarnos y crecer”, explicaron los organizadores en la convocatoria. Claudio Espector, quien creó a nivel nacional el Programa del Bicentenario en 2010 y este año fue despedido del Ministerio de Educación, completó el sentido de este especial concierto: “Abuelas, el agradecimiento es eterno por todo lo que aprendemos de ustedes. Ustedes nos demostraron que Memoria, Verdad y Justicia no son sólo consignas, que hay que lucharlas todos los días, y bajo cualquier condición. También en las más adversas”, expresó.

Desde su creación, el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario sostuvo más de trescientas orquestas y coros en todo el país; formó en música a 20 mil chicos de primaria y secundaria –la mayoría de sectores vulnerables–; otorgó instrumentos en forma gratuita para que esos chicos pudiesen estudiar y los reparó cuando se rompieron. Mostró su potencia en una cantidad de giras, capacitaciones, intercambios entre provincias y premios recibidos; involucró el trabajo de unos dos mil docentes. Actualmente corre riesgo de desaparecer, aun bajo la obstinada custodia de sus hacedores y alumnos.

Además del despido de Espector, lo que amenaza ser un golpe de gracia al programa es su provincialización, mecanismo que lo deja librado –al igual que a muchos otros como el Plan Nacional de Lectura– a la buena voluntad de destinar partidas y apoyos de cada administración, además de sacarlo de un contexto de alcance nacional. En el corto plazo, según se contó en el concierto, el resultado es que los docentes ya pasaron entre tres y seis meses sin cobrar sus salarios, dependiendo de las provincias, cobrando montos sin aumento, lo cual incumple las paritarias, llegando incluso al caso del recorte, como en Santiago del Estero. Ante esta situación, ya hay cientos de renuncias en cargos que no se renuevan, y por el dictado intermitente de clases comienza a verificarse deserción de alumnos.

El concierto incluyó las actuaciones de nenes que miden bastante menos que un contrabajo, y de jóvenes que ya son músicos profesionales. Temas populares como “La vicuñita” y clásicos como “La tempestad”, tangos como “Gallo ciego”, Piazzolla y su “Libertango”, Charly García y Luis Alberto Spinetta en una versión sinfónica de “Rezo por vos”. Emocionaba ver a los enanos que correteaban por los pasillos del teatro, violín en mano, como ese que se declaró orgulloso “vecino de la 31”. O a los que ya son jóvenes, que se formaron en las orquestas cuando eran niños, y hoy están dirigiendo a sus compañeros, porque son ya docentes del programa. Como Gonzalo Morales Sánchez, formado en la orquesta de Lugano y hoy portador de pasta y pinta de director, que sintentizó: “Tenemos que sostener este proyecto que hizo historia, aunque lo quieran vaciar. Tiene que existir porque le pertenece a toda la comunidad. Hoy nos toca a nosotros ponernos el proyecto al hombro, y acá estamos”. Algo de eso se respiró y se sintió ayer entre tanta música.