Martes, 30 de agosto de 2016 | Hoy
EL PAíS › DEBATE SOBRE VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS EN EL PASADO Y EL PRESENTE
Los jueces Sebastián Casanello y Daniel Rafecas, el titular de la Protex, Marcelo Colombo, y el obispo Marcelo Sánchez Sorondo, cercano al Papa, coincidieron en la necesidad
de enfrentar con políticas públicas delitos como la explotación sexual y laboral.
Por Ailín Bullentini
El avance en el juzgamiento y el castigo a los responsables de los delitos de la última dictadura como “ejemplo mundial” y la necesidad de “políticas públicas” que permitan replicar la experiencia en relación con los delitos que reflejan “nuevas formas de esclavitud” –como la trata de personas para explotación sexual y laboral, así como los casos de torturas que suceden en democracia– fueron los dos ejes sobre los que coincidieron los jueces federales Sebastián Casanello y Daniel Rafecas; el titular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex), Marcelo Colombo; y el canciller de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales del Vaticano, Marcelo Sánchez Sorondo. Todos ellos debatieron sobre “Lesa humanidad, derechos humanos de ayer y hoy”, en la Legislatura porteña.
“El consenso social y político sobre la necesidad de juzgar los delitos de lesa humanidad de la última dictadura está más que claro, pero no sucede lo mismo respecto de las nuevas formas de esclavitud”, introdujo ayer por la tarde el legislador porteño Gustavo Vera (Bien Común), organizador de la charla. “Porque la desaparición de una persona para cosificarla con fines de explotación sexual o laboral, y eventualmente matarla, o para el tráfico de órganos, también constituyen delitos de lesa humanidad, eso es lo que el Papa Francisco está impulsando y llamó a los jueces a que traten de aplicarlo”, continuó, luego de agradecer la participación de los disertantes y destacar la presencia de intendentes, diputados, como Gustavo Arrieta y Eduardo Valdez, senadores, como Fernando Solanas, así como sus pares Paula Penaca, Carlos Tomada y Gabriel Fucks, entre muchos otros.
El nombre de Francisco estuvo presente en varias de las exposiciones. Durante la suya, Sánchez Sorondo recordó un discurso en el que el Papa había advertido que “la esclavitud es un crimen de lesa humanidad en cualquiera de sus formas” y que “la Iglesia tenía que hacer política”. “Hacer política es ir en contra de la esclavitud, que todos los hombres puedan vivir con dignidad, esto es ir en busca del bien común”, concluyó el sacerdote. Luego, criticó que la esclavitud “no está calificada de manera internacional como delito de lesa humanidad con la suficiente fuerza” e insistió en que “si bien se ha caminado mucho, hay que actuar en este sentido”.
Colombo trazó un puente entre los efectos que persisten en la vida de una persona que fue víctima de crímenes de la última dictadura y de aquella que lo fue de una red de trata: “Estrés postraumático, procesos de disociación, estigmatización”, enumeró. “Pero hay algo que las víctimas de redes de trata no lograron, que sí lo hicieron muchas que sufrieron el genocidio: una verdadera reparación, y ahí hay que trabajar”. Para lograrlo, sostuvo, “hace falta decisión política firme, porque cuando en la investigación de estas nuevas formas de esclavitud uno va escalando en la pirámide de responsabilidades, termina encontrando a los grandes ganadores del capitalismo, los mismos personajes que aquellos que litigan por delitos de la última dictadura enfocan en su intento por juzgar a los responsables civiles”.
Rafecas remarcó que el “avance que Argentina hizo en el juzgamiento y castigo a los culpables de los crímenes de la última dictadura” es “ejemplo mundial por la profundidad de ese proceso, por su seriedad y su escala”, aunque advirtió que “aún existe una masiva supervivencia de la cultura autoritaria en el país y de prácticas de tortura en cárceles y comisarías”, en las que ve “la larga mano de la dictadura”. Para el juez, “tenemos que trabajar desde todos los ámbitos para hacer retroceder esta cultura y reconocer en estas víctimas a iguales, pero para eso necesitamos políticas públicas”, insistió.
Su colega Sebastián Casanello coincidió en que el proceso judicial en torno al genocidio de la última dictadura “fue producto de fuertes políticas de Estado”, pero que no se consigue lo mismo cuando se trata de casos de tortura, y mencionó a la única condena alcanzada por ese delito, la de los responsables de torturar a Brian Núñez. “Hay un grave problema cuando el Estado tiene que juzgarse a sí mismo.” Casanello consideró necesario evitar que “la política se convierta en algo canceroso” así como también “la llegada de la globalización de la indiferencia”, en una cita reforzada a Francisco. “Los delitos de lesa humanidad pueden convertirse en algo sistemático cuando la indiferencia se convierte en una política de Estado”. Por último, llamó a la reflexión “a toda la sociedad en la necesidad de generar auténticas políticas de Estado para lograr que la política, como práctica, sea algo virtuoso”.
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