EL PAíS › DISTINTOS OBISPOS SE DISTANCIAN DE LA MANO DURA

La Iglesia tiene sus reparos

La inseguridad “no se soluciona totalmente con el endurecimiento de las penas”, dijo el arzobispo de Córdoba, Carlos José Ñañez. El religioso fue uno de los hombres de la Iglesia que ayer, durante las celebraciones de Semana Santa, se refirió a la sanción de las leyes que aumentaron las condenas para los delitos cometidos con armas de fuego. Nañez habló de la necesidad de “mejorar las condiciones de la vida familiar” y consideró preciso lograr “condiciones de vida más dignas para todos”.
“Hay que buscar aliviar prudentemente esta situación, pero no quedarnos solamente con los efectos sino remover las causas, aunque eso sea un trabajo que demande esfuerzo y paciencia”, señaló también Ñañez.
Otros dos obispos católicos sentaron su posición frente al tema. El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Eduardo Mirás, expresó su “deseo” de que “se busquen soluciones serias, efectivas y profundas, y que se acaben los globos de ensayo”.
“No soy un experto para dar las soluciones, pero las deben ofrecer quienes estudiaron para eso”, dijo el obispo a los medios de Rosario, su ciudad. El prelado afirmó que “no se puede construir una sociedad sin seguridad y el caso Blumberg ha sido un detonante, un llamado de atención para quienes toman decisiones, como diciéndoles: ‘Atiendan esto’”.
En la ciudad de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio consideró que en el tema seguridad existe una antinomia entre la derecha y la izquierda y llamó a “jugar a la unidad y no al conflicto”.
“Todo lo que sea simplismo es como un balance dibujado, está lejos de la verdad. Los simplismos no son humanos, el hombre es una persona muy compleja. La vida no se puede seccionar como en una clase de histología o anatomía”, dijo el cardenal al ser consultado sobre el debate realizado en el Congreso. “Potenciar la coyuntura conflictiva es apartarnos de los verdaderos caminos de soluciones”.
El martes, los obispos bonaerenses se reunieron con el gobernador Felipe Solá, quien los convocó preocupado por obtener apoyo moral para fortalecer su gestión. Los prelados se manifestaron entonces en el mismo sentido que lo hicieron ahora sus pares del interior y la Capital Federal: opinaron que la solución a la ola delictiva no pasa por aumentar los castigos sino por actuar contra “las causas profundas”.
Ayer se volvió a ver que la mayoría de los obispos no se suma a los argumentos de los que defienden una política de mano dura, sino que proponen buscar soluciones estructurales, que den respuesta tanto al problema de la pobreza, como al de la corrupción en el interior de las fuerzas policiales.

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