EL PAíS
Reutemann ata su sueño a la permanencia de Duhalde
El gobernador santafesino será candidato presidencial. Para eso necesita que Duhalde llegue, cuando menos, a fin de año y ordene un poco la economía. Los planes del Lole. Sus contactos. La situación provincial.
Por Pablo Feldman
Desde Rosario
“A esta altura de mi vida tengo dos certezas; que Dios existe y que Carlos Reutemann será Presidente”, la frase pertenece al diputado nacional y ex gobernador Jorge Obeid, que como se ve es fervoroso creyente. En Santa Fe, nadie, ni siquiera los opositores, imaginan al Lole en otro lugar que no sea el despacho principal de la Casa Rosada. Hasta el intendente rosarino, el socialista Hermes Binner, sostuvo que “Reutemann es un excelente candidato, y si bien nosotros estamos por otro modelo, no tengo dudas acerca de sus posibilidades”. El último en convencerse fue el propio Reutemann, que recién después de una serie de reuniones con diplomáticos extranjeros hace un par de semanas, reconoció abiertamente que su plan de carrera finaliza en Balcarce 50.
Para eso tiene fijados algunos objetivos de los que no piensa apartarse y menos aún permitiría que otro maneje sus tiempos. Por tal motivo se mantiene a una prudente distancia del presidente Eduardo Duhalde, y no habla con Carlos Menem desde la semana siguiente a abandonar la unidad de detención de Don Torcuato. Paralelamente, construye relaciones con empresarios, representantes extranjeros y mantiene vivo el vínculo con sus colegas provinciales. En la provincia, su esfuerzo está puesto en evitar la emisión de bonos y en contener las demandas sociales. Está convencido de que su imagen de buen administrador se desplomaría si emitiera bonos, y que su figura de conductor se resentiría si hubiera algún desborde que obligara a reprimir, como ocurrió en diciembre del año pasado, cuando en Rosario fueron siete los muertos por las balas policiales.
Plan de carrera
Los que rodean a Reutemann están convencidos de que su jefe será Presidente. Más allá de “la fe que los empecina”, tienen razones para pensarlo, sobre todo aquellos que han visto encuestas en el Ministerio del Interior que le asignan al ex piloto de Fórmula uno claras ventajas sobre sus competidores.
Reutemann tiene sus propias encuestas y son coincidentes, pero agregan además un dato que lo obsesiona: su imagen está disociada de la vieja política, y ese sería al parecer su principal capital.
Eso explica que haya saltado como lo hizo cuando Eduardo Duhalde se arrogó el padrinazgo de su candidatura. “No soy el delfín de nadie”, sentenció el Lole, que le hizo saber –además– a Carlos Ruckauf que lo desautorizaría en público si repite fuera de las reuniones partidarias la frase “el Lole es mi candidato” con la que cierra sus tertulias.
Reutemann no quiere socios. Su estilo, que se remonta a los días en que corría en Fórmula uno, le hace pensar más en asistentes/ mecánicos que en pares. En todo caso con los pares compite y tiene muy claro que al podio se sube solo.
Evita las reuniones partidarias, dosifica la exposición pública y calcula fríamente cada uno de los pasos a seguir.
En contraste con sus colegas de Buenos Aires y Córdoba, Reutemann sostuvo hasta último momento –ese en que los compañeros ya comenzaban a mirarlo de reojo– la necesidad de que Fernando de La Rúa se mantuviera en el cargo. Luego, a las pocas horas de haber asumido Adolfo Rodríguez Saá su interinato, se le atribuyó al santafesino el descalificador paralelo “este es Chávez”.
Pasados los huracanes, y con ventarrones esporádicos, el Lole planifica su futuro sobre la base de que Duhalde permanezca por lo menos hasta fin de este año en la presidencia interina. A quienes quieran oírlo les dice que “es necesario que Duhalde aguante, que ordene las cosas, si no el que venga también va a fracasar”.
La definición, inspirada en su necesidad política, condiciona las perspectivas del futuro candidato. Reutemann, antes de hacer públicassus aspiraciones, pretende que Duhalde levante el corralito, reestablezca las relaciones con los organismos de crédito, y deje funcionando una red de asistencia social. “Si eso no sucede, tal vez se pueda ganar la elección pero no se podrá tener éxito en la gestión” es lo que dice Reutemann a quienes muestran apuro, entre ellos algún funcionario que convive con los bonaerenses y que advierte que “si Duhalde hace todo eso, te mete un millón de personas en la plaza para pedirle que se quede”. Aun así, el Lole no se inmuta y cuando le insisten con esa posibilidad, sonríe y bendice: “Si es para el bien de todos, que se quede...”.
Paso a paso
Reutemann ha tomado al pie de la letra un concepto de otro ex deportista, tal vez menos elegante pero ciertamente efectivo. El “paso a paso” con el que Reinaldo “Mostaza” Merlo construyó el título para Racing Club después de 35 años de soledad se ha transformado en la frase de cabecera del ex corredor.
Ahora Reutemann quiere que el gobierno nacional le pague a Santa Fe los 200 millones de dólares que le debe de la modificación de la alícuota del IVA del 18 al 21 por ciento, de la presencia de presos federales en cárceles provinciales, de la puesta en marcha de la Ley Federal de Educación, de la transferencia de Obras Sanitarias, de obras públicas y otros puntos que cada vez que se reúnen los ministros de provincia, el de Santa Fe, Juan Carlos Mercier, exhuma religiosamente.
Junto a eso insistirá en las restitución del 13 por ciento que desde noviembre del 2001 el Estado nacional les escamoteó a las provincias al engancharlas en el tramo uno del canje de la deuda y que a Santa Fe no le convino puesto que no tenía un pasivo que transformara el 7 por ciento ofrecido en un buen negocio.
El veto del acuerdo con los gobernadores ha alejado aún más al Lole de Duhalde, casi tanto como la versión de que Chiche podría ser su candidata a vicepresidenta.
Asegurada la administración de la provincia, el resto de tiempo lo dedica a reuniones no tradicionales entre sus pares, a las que concurre casi siempre solo y de las que no hay “partes de prensa”.
En los últimos días, simultáneamente con los escraches en Capital a Jorge Asís o a José De La Sota en Córdoba, Reutemann se acercó a conversar a la carpa donde un grupo de sacerdotes ayunaban frente a la delegación del gobierno en Rosario, y se sumó a una reunión con productores lácteos en plena disputa por los precios. Removió al ministro de Gobierno Lorenzo Domínguez, y puso en su lugar a Esteban Borgonovo, que había elaborado el informe sobre la represión clandestina de la policía santafesina.
Continúa con su costumbre de sobrevolar en su helicóptero distintas zonas de la provincia y no falta a reuniones sociales sobre todo en embajadas, a las que llega y se va con la misma discreción.
“El Lole está haciendo una construcción diferente, eso sin perjuicio de que más adelante necesite del aparato, pero por ahora está juntando en otros lugares en los que a los políticos tradicionales no se les ocurre”, dice Jorge Obeid, una de sus espadas en el Congreso nacional, con quien se reune periódicamente y que de vez en cuando hasta se atreve a darle algún consejo; “no digas más que sos de centroderecha, nosotros tenemos la ventaja de ser peronistas y eso quiere decir que tenemos todo adentro”, le dice el viejo militante.
Mientras tanto, y con la nostalgia que nunca lo deja, el Lole se apresta hoy a ver el Gran Premio de Brasil que lo tiene como uno de sus máximos referentes. “No hay muchos corredores a lo largo de la historia que hayan ganado más de una vez, y bajo la lluvia”, confiesa uno de sus acompañantes que reconoce que “esto es lo que realmente lo apasiona”.