EL PAíS › OPINION
Un manejo sin sustento
Por Luis Bruschtein
El acto se hizo en La Boca y no se tomó la comisaría ni se rompió nada. O sea: la campaña mediática sobre el apocalipsis piquetero se quedó sin sustento. Por el contrario, fue un acto donde convivieron sectores con distintas posiciones políticas, tanto en los derechos humanos como en el movimiento social. O sea: fue una expresión de madurez del movimiento social frente al caos mediático y la intolerancia de la derecha. Puede ser que otras veces sea al revés, pero en este caso fue así.
Algunos medios y en general la derecha política tienden a equiparar con evidente mala fe el recrudecimiento de la violencia delictiva y las acciones de las agrupaciones piqueteras. Hay un manejo tendencioso que fuerza la información y presenta en un mismo plano a los delincuentes que secuestran y asaltan y a los piqueteros que se movilizan por sus reivindicaciones.
Este manejo de la información hace que esa versión de la realidad se torne cada vez más asfixiante. Los noticieros saltan de los secuestros a los piquetes; de los tiroteos a las marchas. Y todo tiene la misma intención de presentar a una sociedad inerme ante la agresión violenta de delincuentes y desocupados. Se destaca la agresión, no importa cuál, de dónde ni por quién, es la agresión, es la violencia. Y del otro lado, una víctima (la sociedad) paralizada, violada una y otra vez, golpeada todos los días, sin que mueva un dedo para defenderse, como una vaca llevada al matadero.
Todos los días una nueva herida, todos los días otra humillación. Y el responsable de la pasividad ante la humillación es el Gobierno que, además, trata de buscar aliados o hacer política con un sector de los agresores, ya no se sabe si son los delincuentes o los piqueteros, porque todo es lo mismo. Y entonces, si un ministro asiste a una reunión de piqueteros las críticas son como si hubiera participado en un cónclave de secuestradores. Entonces ayer hubo un acto de secuestradores y, extrañamente, se comportaron como ciudadanos honrados, para frustración de los secuestradores de la realidad.