EL PAíS › DE LA ALIANZA AL GOBIERNO
Los frepasos K
Después de probar como solistas o pasar por el ARI, o en vuelo sin escalas, buena parte de lo que fue el Frepaso pasó al gobierno de Kirchner, con la bendición explícita de Chacho Alvarez. Cancillería, de su titular para abajo, tiene el record. Lavagna es el más prominente. La agenda de los derechos humanos y los distintos caminos de construcción política.
Por José Natanson
Algunos se acercaron directamente desde el Frepaso. Otros pasaron por el ARI o intentaron algún tosco proyecto solista. En cualquier caso, son muchos los ex seguidores de Carlos “Chacho” Alvarez que, luego del triste fracaso de la Alianza, encontraron en el gobierno de Néstor Kirchner su nuevo lugar en el mundo.
Los ministros
Ex secretario de Industria de Raúl Alfonsín, Roberto Lavagna se acercó a Chacho Alvarez junto a José Octavio Bordón. Cuando el entonces senador rompió con el Frepaso, Lavagna decidió alejarse y se dedicó de lleno a trabajar en su consultora, Ecolatina. En 1999 la Alianza llegó al gobierno y Alvarez comenzó a buscar figuras de peso para ocupar algunos cargos clave: así fue como Lavagna viajó a Bruselas como doble embajador, ante la Organización Mundial de Comercio y ante la Unión Europea.
Rafael Bielsa nunca militó formalmente en el Frepaso, pero sí fue uno de los asesores jurídicos de Chacho. En 1999 fue designado como titular de la Sindicatura General de la Nación, un cargo desde el cual le generó más de un dolor de cabeza a Fernando de la Rúa.
El resto de los actuales ministros no participaron del Frepaso. Sin embargo, muchos funcionarios suelen mirar a Chacho con una mezcla de cariño y nostalgia. El mismísimo Kirchner recuerda con afecto el liderazgo del ex vicepresidente, a tal punto que llegó a ofrecerle la dirección de la Cepal (en la que finalmente fue designado José Luis Machinea) y la Embajada en México: Alvarez agradeció amablemente este último ofrecimiento, aunque lo rechazó alegando que no era muy partidario de “la cultura del canapé”.
El regreso del Frepaso
Al repasar el organigrama oficial, es fácil advertir que la Cancillería es por lejos el ministerio con más alta población de antiguos frepasistas. Ex titular del ente de control de los aeropuertos durante la gestión aliancista, Oscar Sgüiglia fue designado como subsecretario de Asuntos Latinoamericanos cuando Kirchner llegó al gobierno. Lo reemplazó otro ex frepasista, Darío Alessandro, que fue durante años unos de los operadores principales del Frepaso y líder del bloque diputados de la Alianza durante la fallida gestión delarruista.
En la Cancillería también trabaja Eduardo Sigal. Actual subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Sigal fue uno de los principales referentes del Frepaso bonaerense y uno de los primeros seguidores de Chacho Alvarez en pegar el salto al kirchnerismo. Otro ex frepasista cercano al gobierno es Jorge Mayoral, un diplomático de carrera que fue embajador en Canadá durante la gestión de la Alianza y luego fue ubicado por Kirchner en la estratégica embajada ante la ONU. Arnaldo Bo-cco, ex integrante de los equipos económicos del Frepaso, actualmente trabaja en el BICE.
Pero la Cancillería no es el único espacio de gobierno poblado por ex frepasistas. Graciela Rosso actuó como representante del Frepaso en el directorio del PAMI y actualmente trabaja como viceministra de Salud. Otros ex seguidores de Chacho Alvarez llegaron al Gobierno luego de alguna escala intermedia. Graciela Ocaña, por ejemplo, llegó al Congreso de la mano de Alvarez y decidió pegar el salto al ARI cuando conoció a Elisa Carrió en la Comisión Antilavado. Luego de una larga disputa con la chaqueña, Ocaña aceptó la oferta de Kirchner para hacerse cargo del PAMI en reemplazo de Juan González Gaviola, otro ex frepasista. Apenas asumió, Ocaña designó como lugartenientes a otros dos antiguos seguidores del ex vicepresidente: el tucumano José Vitar y el cordobés Horacio Viqueira.
¿Por qué?
“Es bastante lógico que algunos dirigentes del Frepaso hayan terminado en el Gobierno”, asegura Alvarez ante una consulta de Página/12. “El Presidente quiso abrir el peronismo a figuras extrapartidarias y se encontró con que los que habían militado en el Frepaso eran los más afines”, agrega.
–Es cierto que existen coincidencias, pero también es verdad que el Gobierno incorporó a la gestión algunas cuestiones que ustedes no plantearon, como la política de derechos humanos.
–El Frepaso siempre tuvo muchos militantes que provenían de los organismos de derechos humanos y había una preocupación por ese tema. Kirchner llevó esos temas al gobierno, cosa que nosotros no hicimos por el papel secundario que teníamos en la Alianza– explica Alvarez.
No todo el Frepaso estaba integrado por ex peronistas. Pero eran mayoría, y ahora es curioso como algunos dirigentes que llevaban una larga trayectoria en el PJ decidieron encolumnarse detrás de Alvarez en los ’90 para volver al partido de origen en el 2000, de la mano de Kirchner o algún otro dirigente. No sólo Alessandro o Vitar, sino también Juan Pablo Cafiero, actual ministro de Desarrollo Social bonaerense.
“Nosotros habíamos decidido que no tenía sentido seguir luchando por el sentido del peronismo. Teníamos una idea más socialdemócrata, de ruptura con las prácticas del aparato del PJ. Yo no reniego de haberme ido del peronismo. Creo que fue una decisión correcta. Lo que he marcado como autocrítica fue la constitución de la Alianza”, concluye Chacho.
Diferentes caminos
Las diferencias entre la trayectoria del Frepaso y la del kirchnerismo son nítidas. El partido de Chacho Alvarez optó por el atajo de desandar las críticas al bipartidismo: formó la Alianza, se resignó a un segundo lugar respecto del radicalismo y, en el terreno económico, terminó aceptando la trampa de la convertibilidad, que finalmente lo condenó al fracaso.
Kirchner logró construir un discurso de oposición a Menem sin romper con el PJ. La estrategia, facilitada por el hecho de gobernar una provincia lejana, preveía otros tiempos: sus planes originales consistían en presentarse en el 2003 para instalar su figura con vistas a las presidenciales del 2007. La crisis del 2001 y la alianza con Duhalde terminaron acelerando las cosas.
En un reportaje publicado en Página/12 en noviembre, la ensayista Beatriz Sarlo describió con agudeza las dos trayectorias. “Lo que uno se ve obligado a reconocer es que el peronismo sigue conservando el poder de transformar la realidad argentina, de marcar el campo político. Pero yo no me siento incluida en el espacio cultural del peronismo. Kirchner es un presidente del que puedo sentirme políticamente próxima, pero no me siento culturalmente próxima”, sostiene Sarlo. Y compara: “Alvarez había hecho una conversión completa al republicanismo liberal progresista, no sólo en el plano político sino también ideológico, de las ideas, en este plano cultural. Su ruptura con el peronismo fue franca. Uno no podría decir que éste sea el caso de Kirchner. Fue un gobernador no menemista, pero no rompió con el partido y se siente incluido en ese espacio, que hoy pareciera ser el único en el que las transformaciones son posibles. La historia de estos últimos diez años pareciera darle la razón a Kirchner y no a Alvarez”.