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El ingreso a la Casa Histórica, el lugar donde se juró la independencia, fue accidentado y hasta en cierto modo peligroso. Néstor Kirchner llegó envuelto en una nube de periodistas, custodios y personas que pugnaban por acercársele. A su lado caminaba el gobernador José Alperovich rodeado de su custodia. Estos estaban visiblemente nerviosos, tanto es así que descargaron su energía con empujones, codazos y hasta un par de trompadas en el cuerpo del enviado de Página/12.
El episodio fue más que confuso. Mientras se ingresaba al patio central del histórico lugar, los periodistas de los medios nacionales y locales intentaban mantenerse cerca del Presidente. Fue en ese momento en que los custodios de Alperovich propinaron golpes por lo bajo al cronista de este diario. Uno de los reporteros gráficos allí presentes se sorprendió cuando escuchó al asesor del gobernador Alberto Kaleñuk, ex comandante de Gendarmería y ex jefe de policía de Julio Miranda, señalar al cronista y sólo decir “ése”. Después vinieron los golpes.
Alperovich ni siquiera se percató de ello. Incluso se sorpendió cuando se le reclamó por lo sucedido, al tiempo que Kaleñuk se retiraba del lugar. No hubo tiempo para más, segundos después llegó Kirchner y ambos ingresaron al salón de la jura para continuar con los actos previstos.