EL PAíS › LA INCREIBLE TRAMA DE LOS RAPTOS SIMULADOS POR LAS SUPUESTAS VICTIMAS
El secuestro bien entendido empieza por casa
En medio de la psicosis mediática por los secuestros surgió una novedad: la moda de los autosecuestros. La Policía Bonaerense, que ya computa dos casos por semana, destaca que nunca terminan bien y los autores son acusados de delitos graves como extorsión.
Por Raúl Kollmann
El miércoles pasado, una mujer salió de su casa ubicada en el Gran Buenos Aires a las diez de la mañana. Pasaron las horas sin que regresara. Al atardecer, el marido, un profesional que tiene un sueldo de 1500 pesos, recibió la llamada de un presunto secuestrador reclamándole 25.000 pesos para devolver a su esposa sana y salva. Sin embargo, las primeras investigaciones demostraron que la mujer solía salir de su casa con destino desconocido varias veces a la semana y que incluso se había ausentado cinco o seis días consecutivos con la excusa de que había ido a Bolivia a visitar a su familia. Así fueron creciendo las sospechas sobre su “secuestro”. Pero la prueba contundente se encontró en casa de su madre. Allí había quedado registrada en el contestador automático una llamada idéntica a la que recibió el marido: la voz de un hombre reclamando 25.000 pesos de rescate por la hija. Lo asombroso era que quien llamaba no se dio cuenta de que no había cortado y el contestador continuó la grabación. “No, tu vieja no está, no hay nadie”, decía el supuesto secuestrador. Desde el fondo se escucha la voz de la presunta secuestrada: “Tiene que estar, si no sale nunca”.
A la mañana siguiente la secuestrada obviamente apareció vivita y coleando. Interrogada por el fiscal, contó que fue raptada por seis hombres que la metieron en un baúl en el que ya había otras cuatro mujeres secuestradas. El relato tomaba entonces tintes que –según aseguran en la fiscalía– se parecían más al guión de una película pornográfica clase B que a la realidad. “Nos llevaron a todas a una casa y los secuestradores empezaron a tener sexo con todas. Yo me resistí –declaró la mujer judicialmente– y lo único que acepté fue masturbarme delante de ellos.” Tras prolongar la historia con más y más detalles, el fiscal terminó interrumpiéndola y le hizo escuchar la cinta encontrada en casa de la madre. Ahí, la supuesta secuestrada se quebró, confesó que todo era falso y, obviamente, reveló que tramó la simulación con su amante. Hoy, ambos están presos, la Justicia les imputa extorsión, un delito que no es excarcelable y tiene penas que van de los tres a los diez años de prisión.
Según lo que se puede ver en las estadísticas y en los procesos judiciales, casos como éste, conocidos con el nombre de autosecuestros, pero que en verdad son secuestros simulados, hay aproximadamente dos por semana. Y tal vez el dato más llamativo es qué sucede con ellos: “Nunca salen bien, siempre fracasan –diagnostica el secretario de Investigaciones bonaerense, Esteban Marino–. No hay un solo caso que haya prosperado porque, tarde o temprano, se descubre la verdad. Y lo más grave es que la gente queda envuelta en un delito serio como es el de la extorsión”.
Hay otro elemento de magnitud en los secuestros simulados: el papel de los medios. “Imagínese que en el caso que usted relata no se hubiera descubierto la cinta en el teléfono de la madre –continúa Marino–, y no se hubiera tenido el elemento clave para esclarecer lo ocurrido. Ahora imagine que esa mujer va a los medios y relata semejante novela dramática. Entonces tenemos a todos los medios contando que secuestraron y violaron a cinco mujeres de la manera más sórdida. Hubiera sido una conmoción nacional y no hubiese resultado sencillo probar que todo era falso. Los casos de secuestro generan una enorme repercusión social y deberían ser comunicados cuidadosamente. El tratamiento mediático tiende a perjudicar, no colabora con la solución, y encima ya se han reflejado una gran cantidad de hechos que al final se descubrió que eran falsos.”
En la gestión que encabeza León Arslanian existe un relevamiento de estos casos y el objetivo es descubrir cuanto antes la trama de la simulación. De ese relevamiento surge la conclusión anticipada por Marino: los autosecuestros siempre fracasan. Pero también otro elemento de importancia: la enorme difusión que dan al tema los medios, que llegan a decir que hay decenas de casos todos los días, terminan dando la sensación de que el secuestro es un delito fácil de llevar a cabo y, por lo tanto, también fácil de simular. Eso multiplica los casos, verdaderos y truchos, porque adolescentes y personas de escaso nivel cultural se convencen de que “lo puede hacer cualquiera”.
Famosos
Tal vez la historia más conocida fue la de Oscar Vidal, un comerciante de Lanús, supuestamente secuestrado tras una fuerte discusión en la municipalidad. Su esposa hizo la denuncia pública y salió en todos los canales de televisión diciendo que le habían pedido 100.000 dólares de rescate por su marido. Incluso se llegó a mencionar como responsable a una patota del intendente Manuel Quindimil. Finalmente, Vidal apareció en Paraguay y argumentó que hasta allí lo habían llevado los secuestradores. La historia no terminó en ese punto: la División Antisecuestros de la policía paraguaya lo demoró por presunto autosecuestro. El hombre tenía una situación financiera de quiebra y deudas de magnitud, por lo que se sospechó que podría haber urdido la maniobra para después explicarles a sus acreedores que no podía pagar por haber tenido que entregar el rescate. De todas maneras, la Justicia terminó investigándolo por secuestro simulado.
El otro caso de impacto nacional ocurrió en Córdoba y fue el de Pablo Ligato, padre de Marcos, el corredor de autos. Ligato relató que lo secuestraron en la puerta de su casa, lo llevaron hasta una casa en Bialet Massé, lo amenazaron con violar a su hija y le hicieron pagar una fortuna. El “secuestrado” terminó reconociendo que en verdad se había ido seducido por una mujer, pero igualmente se mantuvo firme en que después lo tuvieron cautivo y pagó los 300.000 dólares. Hoy en día la Justicia lo procesó por falso testimonio, pero igual siguen investigando si fue verdad o no el pago del rescate a la misteriosa mujer.
Menores
C., de 15 años y de familia humilde, fue enviada por su madre a un supermercado. Pasaron las horas y no regresaba, pero a las 22 recibieron una llamada telefónica en la que pedían 10.000 pesos de rescate. La investigación reveló que la chica se quería ir a vivir a Avellaneda con su novio pero, como no tenían el dinero para sobrevivir solos, tramaron el secuestro simulado. Terminaron arrepintiéndose y la solución resultó la clásica: la chica apareció sola y dijo llorando que la habían soltado los secuestradores. Al final, cuando entró en contradicciones sobre la forma en que la secuestraron, el lugar, la cantidad de secuestradores, se largó a llorar otra vez y contó la verdad.
D., también de 15, se fue de su casa y en la mesa de la cocina el padre encontró una esquela que le reclamaba dos mil pesos para soltar al chico. Por la noche, los investigadores lo encontraron en estado de shock en una estación de trenes. Simuló el secuestro por la personalidad dominante del padre y porque su novia estaba embarazada.
Heridas
Entre la enorme cantidad de casos que se producen, hay algunos cuya trama alcanza aristas dramáticas. “La simulación tiene diferentes grados –señala el secretario Marino–. Sucede que hay que convencer a quien se le pide el rescate de que la historia es verdadera. Por lo que la simulación tiene que ser convincente. Hemos tenido personas que se hicieron pegar unbotellazo en la cabeza para que resulte creíble la historia e incluso hay quien se rebanó una pequeña parte del dedo. Los casos falsos en que la persona vuelve golpeada son numerosos. Y se ha visto a mujeres haciendo su aparición, por ejemplo, en una estación de servicio, con las manos todavía atadas y haciéndose daño con la cuerda. Sucede que a veces la desesperación es tan grande, que se está dispuesto a cualquier cosa.”
Burdos
En ese ambiente de improvisación y mentira por supuesto no faltan los casos burdos. Violeta, ama de casa, desapareció de su domicilio y el marido recibió llamadas extorsivas esa misma noche. Le pedían 50.000 pesos. El rastreo telefónico indicó que las comunicaciones fueron hechas desde un hotel alojamiento de la Capital Federal. Ella y su amante terminaron presos.
Silvia, de La Matanza, también desapareció. Su novio recibió una llamada donde le exigían dos mil pesos para liberar a la joven. Tras una corta negociación, se convino el pago en Villa Luzuriaga a la una de la mañana. La policía saturó la zona y atrapó a cuatro hombres. A 200 metros, la propia supuesta víctima actuaba de campana. Algo parecido ocurrió con M., de 16 años, estudiante. Los familiares recibieron el llamado extorsivo en el que les pedían sólo mil pesos. El pago se hizo en Villa Azul, Florencio Varela. Horas más tarde, al propio M. se le encontró uno de los billetes de cien pesos marcados judicialmente con los que se había pagado el rescate. M. había arreglado con sus supuestos secuestradores realizar la maniobra a cambio de los 100 pesos y varios porros.
Drama
“Los casos que tenemos de secuestros simulados tienen razones múltiples –concluye Marino–. A veces se trata de llamados de atención a la familia, especialmente cuando los protagonistas son jóvenes. Es una especie de grito silencioso. También hay venganzas contra la pareja o la ex pareja, infidelidades, conflictos por malos tratos, envidias de dinero, personas que necesitan efectivo en forma desesperada por problemas de droga, de juego, deudas o incluso para comer. Pero le insisto, los secuestros simulados siempre salen mal. Las cosas se terminan descubriendo y, además, en el 90 por ciento de las veces no se paga el rescate. Nosotros investigamos cada caso como si fuera un secuestro, no distinguimos con los simulados, y después es la Justicia la que hace la calificación. El final es invariablemente el mismo: el simulador y sus cómplices terminan tras las rejas, muchas veces con la perspectiva de quedar presos por un tiempo largo.”