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“De acá a octubre, cuando se plebiscite la gestión que estamos llevando a cabo, y más adelante también, voy a ir de pueblo en pueblo, casa a casa, rancho a rancho, a pedirles a los argentinos que me ayuden y me acompañen para que podamos dar vuelta una hoja de la historia.” Con estas palabras, Néstor Kirchner se involucró ayer en la campaña proselitista que desembocará en las elecciones legislativas de fin de año.
El Presidente habló en Posadas junto al gobernador de Misiones, Carlos Rovira, con quien compartió el anuncio de lanzamiento de obras de infraestructura en la provincia por 572 millones de pesos.
Si alguien no entendió el peso de sus palabras, el propio Kirchner se preocupó en hacerlo saber con un gesto incontrastable: se llevó a la Mesopotamia a gran parte de su gabinete. Junto a él se vio al jefe de Gabinete, Alberto Fernández; al ministro del Interior, Aníbal Fernández; al titular de Planificación Federal, Julio De Vido; al ministro de Salud, Ginés González García; y al vocero presidencial, Miguel Núñez.
Hasta ahora, el Presidente no había hecho mención de las elecciones. En general, es reacio a tocar el tema, por la lejanía de esa fecha y por la necesidad de resguardar su desgastada relación con Eduardo Duhalde, el socio estratégico que le permitió llegar al poder.
Ayer fue la primera vez que mencionó “octubre”, una palabra hasta ahora prohibida en la Casa Rosada. Y lo hizo delante de una concurrida audiencia: “Me gusta hablar directamente con el pueblo, caminar con ellos y decirles lo que pienso, aunque algunos dicen que tengo que ser más medido; pero en la Argentina pasó lo que pasó porque muchos dirigentes callaron”, remarcó el Presidente y aseguró que “el pueblo es el centro de todas nuestras acciones”.