EL PAíS › BRANDA SALIO A DEFENDERSE, PERO EL CONGRESO LO CITO
Poco espacio para remontar
El director del Central llamó “zurupeto” y “mal intencionado” al juez Rafecas, que lo procesó por los sobornos en el Senado. La comisión bicameral del Congreso lo citó para el jueves.
Por Eduardo Tagliaferro
De rápidos reflejos, como bien demuestra su nombramiento en el directorio del Banco Central cuando su mandato como senador llegaba a su término en 2001, el justicialista Ricardo Branda sabe que tiene que jugar fuerte para conservar su asiento en la máxima entidad bancaria. Después de ser convocado para el próximo jueves por la comisión bicameral encargada de elevar al presidente Néstor Kirchner una opinión no vinculante, Branda acusó de “zurupeto” y “mal intencionado” al juez federal Daniel Rafecas, que lo procesó por el cobro de presuntos sobornos a cambio de la aprobación de la Ley de Reforma Laboral durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Aunque como pocos personajes políticos haya sido un activo constructor de su propio presente, Branda sabe que lo que le quede de carrera, si algo le queda, no depende de él.
“Este hombre es un zurupeto o un mal intencionado, para ser leve, por no decirle burro político”, dijo Branda al hablar del juez Rafecas. En declaraciones periodísticas, el ex senador aclaró que zurupeto era un término que en los tiempos de la Revolución Francesa se empleaba para nombrar a quienes ejercían el derecho sin título habilitante.
Autoproclamado víctima de “un linchamiento mediático” y de “decisiones apresuradas”, Branda había reclamado por nota comparecer ante la comisión especial encargada de emitir un dictamen consultivo al Presidente. Algo a lo que la comisión integrada por los titulares de las comisiones de Presupuesto y de Economía de ambas Cámaras y el vicepresidente Daniel Scioli hizo lugar. Presididos por Scioli, los senadores Jorge Capitanich, Rubén Marín y el diputado Rodolfo Frigeri, también decidieron, en la media hora que duró la reunión de la comisión realizada en el Salón Gris, convocar para el próximo jueves al diputado del ARI Adrián Pérez.
Al día siguiente de conocido el fallo de Rafecas, en el que se procesó a seis ex senadores involucrados en el affaire de las presuntas coimas, el diputado del ARI había reclamado la convocatoria de la comisión especial encargada de iniciar el trámite que puede concluir, como muy probablemente ocurra, con la destitución de Branda.
En diálogo con Página/12, Pérez señaló que “hay muchas pruebas que comprometen a Branda en la causa. La resolución de Rafecas es contundente. Alguien sobre quien existe tanto nivel de sospecha no puede continuar como vicepresidente del BCRA”. El diputado del ARI también adelantó que le entregará a la comisión especial “muchos de los elementos que involucran a Branda en el expediente judicial. Por ello espero que terminen recomendando su destitución”. El diputado señaló que el dictamen de esta comisión no debe esperar a un fallo judicial firme. “Debe primar el criterio político. Como el propio presidente Kirchner lo entendió cuando pidió la citación de la comisión especial.”
En los pasillos del Senado ayer era un secreto a voces que el próximo martes habrá un dictamen sentando posición sobre Branda. No es muy aventurado asegurar que le bajarían el pulgar. Las condiciones de idoneidad para continuar en el cargo son las que están en cuestión en este caso. Por eso, ayer, Branda aseguró que “todavía tiene la solvencia moral suficiente para continuar” en el directorio de la entidad bancaria. Este punto marca una diferencia con Pedro Pou, el ex menemista destituido de la presidencia del Central. Las causales que terminaron en la separación de Pou ponían el acento en el “incumplimiento de los deberes de funcionario público y mal desempeño”, en el otorgamiento de redescuentos bancarios. No sólo las causales son la principal diferencia entre los casos de Pou y Branda. También los tiempos son distintos. No falta quienes aventuran que la rapidez podría llevar a que esta misma semana haya dictamen. Como dice el relato italiano de la eliminación en Italia ’90: siamo fuori.