Domingo, 14 de mayo de 2006 | Hoy
El boliviano y el brasileño se reunieron por la mañana y hablaron casi una hora y media. Posaron para la foto y se declararon amistad personal y nacional.
El presidente de Bolivia Evo Morales cerró ayer su extraña parábola vienesa. Luego de que el miércoles lanzara duras acusaciones contra las empresas Repsol y Petrobras, y tuviera palabras poco amables contra los presidentes de España y Brasil, se dedicó a enmendar la situación. El viernes se reunió con José Luis Rodríguez Zapatero y ayer con Luiz Inácio Lula da Silva. En ambos encuentros, hubo gestos públicos de distensión y promesas de la apertura de una instancia negociadora luego de la decisión de nacionalizar los hidrocarburos. “Evo no se puede radicalizar”, reflexionaba ayer un importante integrante de la comitiva argentina.
La situación interna de la región fue uno de los datos importantes de la cumbre de Viena. El conflicto por las papeleras entre Argentina y Uruguay quedó reflejado en el discurso de exposición del presidente Néstor Kirchner y en la fulgurante aparición de la reina del carnaval de Gualeguaychú. El problema por la nacionalización, que puso en tensión el vínculo entre Bolivia, Venezuela y Brasil –también con España pero no es de la región– explotó a partir de las palabras de Morales. El presidente boliviano llegó enojado porque el canciller brasileño Celso Amorim había acusado a Hugo Chávez de ser el instigador de la medida resuelta por Evo Morales, que copó las plantas de Petrobras con soldados. Venezuela contestó el cargo de mala manera, pero peor todavía lo hizo Evo. En su primera aparición en Austria llamó contrabandistas a las petroleras y las acusó de actuar fuera de la legalidad. Tampoco fue amistoso con Zapatero y con Lula cuando se cruzaron en la cumbre.
Fueron palabras y gestos que repercutieron muy fuerte en Brasil, en España y en Austria. Tal vez arrepentido, Morales comenzó a bajar el tono de la controversia. Después de haber declarado que no tenía previsto verlo, se reunió con Zapatero y estableció un plazo de 180 días para negociar un nuevo contrato con los españoles por Repsol.
Ayer fue el turno de hablar con los brasileños. Fue un largo encuentro, de casi una hora y media, en la mañana de Viena. “Como países vecinos, somos países aliados”, aseguró Evo Morales al salir, en un tono muy diferente al belicoso del miércoles pasado. De nuevo, como hizo en la rueda de prensa luego de la reunión con el jefe de Gobierno español, le echó la culpa de sus dichos a los periodistas. “Todos fueron malentendidos, exagerados por algunos medios interesados en hacernos pelear”, añadió el boliviano. El notorio cambio de tono fue respondido de igual manera por su contraparte. El canciller Amorim, que el viernes no había descartado en público la posibilidad de que Brasil retirara su embajador en La Paz, consideró ayer que las aclaraciones recibidas eran “sólidas” y satisfactorias. “Las cosas tienen que resolverse por el diálogo y sin amenazas”, abundó.
Los episodios fueron seguidos de cerca por la comitiva argentina, en buena medida parte de la cuestión, ya sea como compradores de gas o como país vecino. “La verdad es que la nacionalización no nos influye mucho”, comentaba un importante miembro de la comitiva argentina. “Actualmente estamos pagando el gas a 3,60 dólares el millón de BTU. Creemos que un precio razonable sería pagar 4,50 dólares por la misma unidad. No sé, de últimas en Bolivia saben que ese gas va a parar a Chile. Lo hablamos con Evo y le pedimos que arregle sus cuestiones directamente con ellos. Nosotros no tenemos inconvenientes en prestar el caño, pero lo lógico sería que Chile participara también en la discusión por el precio”, evaluaba el funcionario argentino, alojado en el hotel Sacher, de cara a la Opera de Viena.
La capital austríaca tuvo durante los días de la cumbre un clima primaveral que ayer directamente viró a caluroso. Amenazó con lluvia, pero se quedó en eso. Así, entre los funcionarios argentinos prevaleció la ropa sport y las camisas abiertas.
Kirchner recibió consultas durante sus reuniones. “En Bolivia no nacionalizaron el combustible, lo indigenizaron”, fue la ocurrencia conque lo recibió Rodríguez Zapatero el viernes. Aunque el argentino coincidió en criticar el arrebato de Evo, buscó la comprensión de sus interlocutores. “Bolivia es el segundo país más pobre del continente. Evo tiene que cumplir lo que prometió en campaña,” explicó. No obstante, dijo el Presidente en Viena, aclaró que Morales es un dirigente al que todavía le falta conocer, pero que ya entiende que “es distinto, no es igual a mí, a Lula, y ni siquiera a Chávez”. Cerca del Presidente recordaban un diálogo mantenido hace poco en Puerto Iguazú, en ocasión de la reunión que Kirchner, Lula, Evo y Chávez armaron justamente para tratar de arreglar los problemas surgidos de la nacionalización.
–Yo soy castrista, sigo las enseñanzas de Fidel –se definió allá Evo.
–Bueno, pero en Cuba no hay democracia, no es una democracia –marcó Lula, tal vez buscando marcar las diferencias entre el sistema de la isla y Bolivia.
–Sí que hay democracia. En Cuba se hacen elecciones y se vota por manzana –dijo Evo, en una respuesta que dejó visiblemente disconforme a Lula.
Chávez, a todo esto, quedó un poco como el pato de la boda. “El asegura que Morales no le hace caso, que no lo puede contener, y le creo”, dicen que explica Kirchner, quien a diferencia de las sinuosidades de Lula, siempre mantiene un buen vínculo con el venezolano. “Kirchner confía en él porque siempre le cumplió”, explica un integrante de la Cancillería.
Sin dirigentes en quienes se referencie, excepto Fidel Castro, luego de Viena Evo Morales continuaba siendo un enigma para la Casa Rosada. “No sabemos bien cómo piensa, pero sí lo creemos una persona inteligente y que asimila rápido. Evo no se puede radicalizar. El ganó con un 54 por ciento de los votos porque lo apoyó la clase media, no puede perder ese sustento, si no el 30 por ciento que sigue apoyando al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada lo va a desestabilizar”, consideraba en detalle un argentino.
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