Miércoles, 10 de enero de 2007 | Hoy
Bergoglio se encuentra en Roma, acompañado por los restantes miembros de la cúpula del Episcopado. La relación con la cúpula vaticana y el reemplazo de Baseotto en la agenda.
Por Washington Uranga
El cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal, se encuentra en Roma acompañado por los restantes miembros de la cúpula del Episcopado, los vicepresidentes primero y segundo, Luis Villalba (Tucumán) y Agustín Radrizzani (Lomas de Zamora) y el secretario general, Sergio Fenoy, recientemente electo obispo de San Miguel, provincia de Buenos Aires. A pesar de que como es habitual en los medios eclesiásticos se intenta relativizar la trascendencia de la gestión vaticana de los obispos argentinos y se mantiene estricto secreto sobre los temas a abordar, es evidente que el nivel de la delegación y los contactos que se harán, que incluyen un pedido de audiencia con el propio Benedicto XVI, hablan por sí mismos de la importancia que se le está dando al hecho. En primer lugar se sitúa la misma relación de los obispos argentinos con la curia romana, dificultada en los últimos tiempos por las discrepancias en cuanto a la designación de obispos. Unos fueron los nombres sugeridos desde Argentina y otros los finalmente designados por Roma.
La designación del cardenal Tarcisio Bertone en el cargo de secretario de Estado, en reemplazo de Angelo Sodano –de muy buenas relaciones con el menemismo y Esteban Caselli– abre otro horizonte y un espacio diferente para el diálogo. A esto apunta uno de los objetivos de la visita al gobierno central de la Iglesia. Pero obviamente la agenda es mucho más amplia y tampoco quedarán por fuera de las conversaciones la acción pastoral de la Iglesia Católica en la Argentina y, en ese marco, las relaciones entre la conducción eclesiástica y el gobierno del presidente Néstor Kirchner y los criterios generales para la actuación de la Iglesia en el campo social.
Al margen de la visita “ad limina”, el viaje que obligatoriamente y respondiendo a la ley eclesiástica hacen todos los obispos católicos cada cinco años para reunirse con el Papa y con las autoridades de la Iglesia universal, no es habitual que un equipo de obispos, máxime tratándose de las más altas autoridades del Episcopado, se traslade en grupo a Roma con la finalidad de entrevistarse con el Pontífice y sus colaboradores. En este caso la justificación está dada por el recambio de autoridades en la cúpula vaticana y por los desencuentros que el Episcopado argentino tuvo con el equipo de Sodano. Si bien por las funciones que tiene en el gobierno central de la Iglesia el cardenal Bergoglio viaja habitualmente a Roma, el presidente del Episcopado quiso esta vez que lo acompañaran sus colegas de la Comisión Ejecutiva. La intención del arzobispo de Buenos Aires ha sido la de despersonalizar la gestión e institucionalizar el vínculo. Tampoco hay que dejar de tener en cuenta que Radrizzani, quizás uno de los obispos que mejores relaciones tiene con altos funcionarios del gobierno de Kirchner, pertenece a la congregación de los salesianos, la misma comunidad religiosa de la que forma parte el nuevo secretario de Estado, el cardenal Bertone. Radrizzani y Bertone se conocen de antemano y en el marco del trato entre hermanos religiosos, algo que de por sí facilita el diálogo.
Además de reunirse con Benedicto XVI y con Bertone, el equipo episcopal encabezado por Bergoglio recorrerá varios dicasterios (con esa palabra se designa a lo que podría ser el equivalente de un ministerio en el gobierno de un país) del Vaticano. Entre las entrevistas más importantes se cuentan el encuentro con el prefecto (máxima autoridad) de la Congregación de los Obispos, cardenal Giovanni Battista Re, y el prefecto de la Congregación del Clero, el cardenal brasileño Claudio Hummes, ex arzobispo de San Pablo (Brasil) y jesuita como Bergoglio. Ambos, junto con el secretario de Estado, tienen alta influencia en el nombramiento de los obispos. En este marco hay que descontar que en el diálogo aparecerán los nombres de los candidatos a suceder en el obispado castrense al actual titular, Antonio Baseotto, que en abril próximo llega a los 75 años y debe presentar su renuncia. Es intención de las autoridades de la Conferencia Episcopal que el relevo de Baseotto se produzca en esa ocasión, lo que eliminaría lo que hasta ahora ha sido un obstáculo en las relaciones con el gobierno de Kirchner.
Si bien la nunciatura apostólica, actuando como embajada del Vaticano, informa habitualmente a Roma sobre las relaciones con el Estado argentino, es indudable que los obispos encabezados por Bergoglio brindarán en Roma su propia visión del momento de las relaciones con el gobierno del presidente Néstor Kirchner. Por expreso mandato de la asamblea de la Conferencia Episcopal, Bergoglio y los miembros de la Comisión Ejecutiva iniciaron en el último tramo del año anterior una serie de contactos tendientes a concretar entrevistas con autoridades gubernamentales, pero finalmente sólo se concretó un encuentro con la Corte Suprema de Justicia. Reuniones previstas con los titulares del Senado, Daniel Scioli, y de Diputados, Alberto Balestrini, quedaron en suspenso seguramente a la espera de un encuentro, largamente postergado, entre el presidente Kirchner y Bergoglio, y que aún no tiene fecha.
Bergoglio permanecerá en Roma varias semanas para participar en reuniones de organismos vaticanos a los que pertenece. La semana próxima tomará parte de la reunión de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL), donde también se sienta el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. A partir del 22 de enero, el presidente de la Conferencia Episcopal se integrará a las deliberaciones de la Secretaría General del Sínodo de Obispos, un espacio presidido directamente por Benedicto XVI.
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