Martes, 6 de febrero de 2007 | Hoy
EL PAíS › CRISTINA DE KIRCHNER EN FRANCIA CON DE VILLEPIN Y SEGOLENE ROYAL
En su primer día de actividad en París, la senadora mantuvo tres encuentros de contenido político. Con la candidata del socialismo coincidieron en destacar la importancia que las mujeres estaban adquiriendo en las cuestiones del poder. Luego, almorzó con el ministro de Cultura y se reunió con el primer ministro.
Por Eduardo Febbro
Desde París
La incógnita de la candidatura de la senadora Cristina Fernández de Kirchner quedará flotando en una sugerencia, o tal vez en la respuesta dada a una pregunta o, mejor aún, en el tiempo que hará falta para que se responda. Este mediodía, durante el encuentro que la senadora mantuvo en el Boulevard Saint Germain con la candidata socialista a las elecciones presidenciales, Ségolène Royal preguntó por la campaña electoral argentina. Cristina Kirchner le respondió que las elecciones eran en octubre, que la campaña aún no se había iniciado, que no era oportuno contaminar la acción gubernamental instalando anticipadamente el tema de una campaña. Ségolène Royal escuchó los argumentos y luego dijo: “Bueno, llamame cuando empiece la campaña”.
Cristina Kirchner llegó a la sede de campaña de la candidata socialista con un imponente grupo de acompañantes que hizo suspirar de asombro a los miembros del equipo de la socialista. Tras más de media hora de reunión, la senadora salió del edificio con un sonoro calificativo –fue “fantástico”– y un pájaro de vidrio que Ségolène Royal le regaló. El dispositivo de Royal parecía ayer a la mañana nervioso por la corriente adversa que sigue atravesando su campaña. Sondeos negativos y persistentes cuestionamientos internos nublaron el horizonte de la representante socialista. Cristina Kirchner le dijo a Ségolène Royal “este es el siglo de las mujeres”, al tiempo que defendió la idea de “una confluencia de intereses progresistas”.
La segunda reunión tuvo lugar en el ministerio francés de Cultura, ante las elegantes y mágicas perspectivas del Jardin du Palais Royal. El titular de la cartera, Renaud Donnedieu de Vabre, ofreció un almuerzo a la senadora junto a otros intelectuales argentinos. Estaban presentes la actriz Marilú Marini, el director de teatro Oscar Arias y el director del Teatro Nacional de Chaillot Ariel Goldemberg, todos argentinos.
El ministro francés de Cultura es un hombre de un gran sentido del humor, conocido por la velocidad de su ironía y el aplicado lenguaje con que se expresa. Fue él quien aceptó sin pestañear un encuentro con los periodistas que esperaban en la antesala el fin del almuerzo. De candidaturas no se habló, ni durante el almuerzo ni tampoco con la prensa.
Según contó uno de los comensales, la senadora, que se mostró enchanté con el ministro y mucho más distendida que en el curso de su entrevista con Ségolène Royal, detalló el balance de la acción gubernamental del Presidente y explicó que la gente lo quería porque era “un hombre común y el pueblo se reconocía en él”. La senadora también pidió un compromiso más activo con las inversiones en la Argentina en el campo específico de las infraestructuras. “Fue una conversación más política que cultural”, adelantó un testigo. Tal vez haya que decir de política cultural también porque, según detalló el ministro francés, se habló mucho del año latinoamericano que tendrá lugar en Francia en 2010. Y como ese año coincide con el bicentenario de la Revolución de Mayo en la Argentina, Renaud Donnedieu de Vabre abrió las puertas de su país para que Francia reciba a todos los artistas que quieran exponer aquí sus obras.
“Los franceses están fascinados con la Argentina”, dijo el ministro que recibió a la prensa en su escritorio. Renaud Donnedieu de Vabre resaltó que incluso cuando “entre dos países el cielo está azul, siempre se puede hacer más”. El responsable de la política cultural francesa evocó los términos de “diversidad”, “curiosidad” y “respeto” y fijó horizontes políticos más altos para las relaciones entre los dos países.
Se trata, dijo, de que los “éxitos del alma y del espíritu del pueblo argentino sean mejor conocidos en Francia y que el idioma francés sea más conocido en la Argentina”. Renaud Donnedieu de Vabre es un hombre político muy fino y no cae en infidencias. Cuando se le preguntó sobre cuestiones políticas rehusó responder y cuando evocó la impresión que le había dejado la senadora lo dijo todo en una frase llena de evocaciones no pronunciadas. “Me gusta la gente apasionada que tiene temperamento y, en ese sentido, no he sido decepcionado.”
La última cita de Cristina Fernández de Kirchner fue la más política. La reunión con el primer ministro, Dominique de Villepin. Según revelaron fuentes allegadas al encuentro, organizado con una agenda libre y definido por la jefatura del gobierno francés como “a pedido” de Cristina Kirchner, el primer ministro insistió en las grandes oportunidades de hacer negocios que seguía ofreciendo la Argentina y defendió la utilidad de mantener un diálogo “constructivo en relación con la deuda”. De Villepin también insistió en la “voluntad” de Francia de arreglar el tema de la deuda con el Club de París.
Por supuesto, adentro de la oficina de Villepin, Cristina Kirchner no escapó a la pregunta “¿y qué tal la campaña?”. La respuesta fue la misma que se le dio a Ségolène Royal: no interceder demasiado pronto con temas electorales en la acción del gobierno. El jefe del Ejecutivo había elogiado las ideas del presidente Kirchner, “que son hechos”, y manifestó su preocupación por el hecho de que el capitán Astiz no estuviera preso en una cárcel común. Hasta los tangos de Astor Piazzolla y Gardel encontraron un lugar en el diálogo, realizado en español debido a que Dominique de Villepin habla perfectamente ese idioma. Las mismas fuentes dijeron que la crisis provocada por Suez era “un tema superado”. Encuentro informal, sin nada que estuviera en juego realmente y, por consiguiente, encuentro amistoso.
La senadora argentina pronunciará hoy un discurso durante la firma de la Convención sobre la Desaparición Forzada de Personas en el cual reiterará la línea del Gobierno: no a la impunidad. Los límites interpretativos de este tipo de viajes están en su mismo propósito. El mundo político es una alucinante red de intereses encontrados y los dirigentes de otros países suelen expresar una solidaridad efectiva con la causa del otro, sobre todo cuando en ambos lados del Atlántico soplan los huracanes electorales. Cada uno sabe cuánto vale una foto, un apretón de manos y una frase amistosa. Es lícito recordar que, al menos públicamente, Francia siempre ha tenido gestos de una franca solidaridad con la Argentina. Hace unos años, en el patio del Palacio Presidencial, Jacques Chirac rompió el círculo de periodistas que asediaban a Carlos Menem sobre la nunca resuelta cuestión de los derechos humanos para defender con ahínco a un mandatario que dejó a muchos criminales sueltos y que incluso firmó una amnistía antes de irse al mar al volante de su Ferrari.
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