EL PAíS › MURIO MARIA ADELA ANTOKOLETZ, MADRE DE PLAZA DE MAYO
Una vida de lucha y valentía
Una de las catorce madres que el 30 de abril de 1977 se reunieron en la Plaza de Mayo para pedir por sus hijos, murió ayer a los 90 años. Sus cenizas serán arrojadas hoy al Río de la Plata, el lugar donde se supone está el cuerpo de su hijo desaparecido.
Por Victoria Ginzberg
“No vas a decir que era la más valiente, ni la más elegante ni la que más sufrió. Pero tenía la capacidad de simbolizar todo eso.” María Adela Antokoletz describió así a su madre, María Adela Gard de Antokoletz, la fundadora de Madres de Plaza de Mayo que murió a los noventa años. Sus restos serán cremados y arrojados al río, donde podría estar su hijo Daniel, desaparecido en noviembre de 1976. En su velorio, que se realizó ayer en la sede de la Federación Judicial Bonaerense, amigos, compañeros y familiares resaltaron el legado de María Adela, una mujer a quien la tragedia no le sacó las ganas de vivir.
El diputado Luis Zamora conversaba con Marta Vázquez, madre de Plaza de Mayo, Línea Fundadora y presidenta de la Federación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de América Latina (Fedefam). Zamora recordaba al hijo de María Adela, a quien conoció en la Facultad de Derecho. Años después, desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) llevó la causa de su desaparición.
–Yo fui alumno de Daniel –dijo el diputado.
–Y yo, fui alumna de ella –aseguró Marta y miró el cajón cerrado, donde entre las flores dejadas por Amnistía Internacional y las Madres de Línea Fundadora, resaltaba el pañuelo blanco. Como ésta, las conversaciones se repetían en el salón iluminado con tubos de neón en el que descansaba María Adela. En las charlas de quienes la conocieron bien se resaltaba la garra y la capacidad de organización de la mujer, que junto con sus tres hermanas concurrió el 30 de abril de 1977 a la primera reunión que hicieron las Madres en la Plaza. Pero también su buen humor, su alegría y su capacidad para no dejarse vencer por la angustia.
“Le gustaba comer y tomar bien y nunca la vimos sin estar maquillada y peinada”, contó Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos. “Me acuerdo cuando íbamos a las reuniones de las feministas con Yoyi Epelbaum y María Adela. Una vez, una de las que hablaba dijo que las heterosexuales nos acostábamos con el enemigo. Cuando salimos, en la puerta había un chico muy buen mozo, que había ido a buscar a su mujer, y María Adela me dijo: ‘¿vos crees que él puede ser mi enemigo?’. Y ya tenía como setenta años”, contó Boitano y el recuerdo la ayudó a conjurar la tristeza.
María Adela nació el 1º de octubre de 1911 en San Nicolás de los Arroyos y se recibió de maestra en la escuela normal. En Córdoba, conoció al diplomático Daniel Antokoletz, con quien se casó y tuvo a sus dos hijos. Separada y de regreso en su pueblo natal, empezó a trabajar en el archivo de un juzgado y a colaborar con la creación de la Asociación Judicial Bonaerense y con dos institutos, uno de niñas huérfanas y otro de ancianas carenciadas. Luego pasó a hacer su tarea en juzgados de Morón y de San Isidro. En noviembre de 1976 su hijo Daniel, abogado defensor de presos políticos, fue secuestrado por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada. Golpeando las puertas del Ministerio de Interior y en la Vicaría castrense, la mujer se encontró con otras madres, entre las que se destacó Azucena Villaflor y su propuesta de ir a protestar a la Plaza de Mayo. María Adela fue a la plaza junto a sus tres hermanas. Hoy sólo vive Felicia, la menor, que ayer la despidió con pesar.
“Como las demás Madres recibió amenazas telefónicas y carteles con el título ‘madre de terroristas’ pegados en su propio pasillo (estos últimos en 1994), vio bayonetas asestadas contra su pecho, afrontó a miembros de las fuerzas armadas y policías con la sola fuerza de una digna presencia y una palabra firme”, describieron sus compañeras.
Además de Zamora y los miembros de organismos de derechos humanos también estuvieron en el velatorio la directora de Derechos Humanos de la Ciudad, Gabriela Alegre y la ex subsecretaria de Derechos Humanos, Alicia Pierini. A la nochecita, un micro repleto de jóvenes estacionó en la puerta de la Asociación Judicial. Los chicos que iban a Jujuy, a participar en la marcha de la Noche del Apagón, bajaron a despedir a MaríaAdela, que fue una de las que impulsó los viajes a Ledesma, para acompañar a la madre jujeña Olga Aredes. (“Vine porque una señora de ochenta y pico de años me ha robado el corazón”, respondió el dirigente de la CTA Víctor Mendibil, cuando le preguntaron en una oportunidad por qué había ido a Jujuy).
El pañuelo entre las flores y otro que prendía con alfileres en una pesada cortina de paño verde ubicada atrás de los dos velones y la cruz que acompañaban el cajón, tenían una pregunta impresa ¿Dónde están nuestros hijos desaparecidos? María Adela no llegó nunca a saber dónde estaba Daniel, pero su paso por la ESMA hace que su fin en un vuelo de la muerte sea más que probable. Por eso, hoy se cumplirá el último deseo de María Adela y sus cenizas se mezclarán en el agua del Río de la Plata.