Sin cabildeos, Angel Maza le solicitó ayer a Néstor Kirchner que disponga la intervención de La Rioja. El gobernador le aseguró que la medida será “el remedio federal” para una crisis institucional de la que hace responsable a su vice, Luis Beder Herrera, amo y señor de la Legislatura provincial. El Presidente le aseguró que estudiará el tema, pero no le ofreció ninguna respuesta certera a la demanda.

Maza aterrizó en Buenos Aires con una nutrida comitiva de intendentes y asesores con el propósito de buscar apoyo oficial. La excusa del encuentro fue un acto celebrado en el Salón Sur de la Casa Rosada, donde se anunció el financiamiento de obras públicas para los municipios riojanos.

Media hora antes de la iniciación del acto, Maza tuvo un aparte con Kirchner donde exhibió sus temores. Sobre el mandatario pesan siete pedidos de juicio político, alguno de los cuales podrían ser tratados hoy mismo en la Legislatura provincial. De prosperar, el desenlace asoma cantado: la suspensión y posterior destitución del gobernador.

Con esa amenaza como telón de fondo, Maza proveyó a Kirchner de un escrito con la base argumental de su pedido de intervención. El texto, al que pudo acceder Página/12, concluye con el siguiente párrafo: “La situación es alarmante dado que el abuso de una mayoría que pretende tomar por asalto el poder ha afectado la gobernabilidad hasta un límite insospechado sin importar que las medidas que se toman ponen en riesgo la solvencia del Tesoro provincial que tantos años nos llevó equilibrar, por lo que aconsejo el remedio federal que a su vez permitirá comenzar con una Legislatura totalmente nueva evitando una transición que demoraría el logro de los objetivos de representación plural propuestos”.

A pesar de atemorizar con semejante escenario, Maza se fue de la Casa Rosada sin ninguna promesa. Más aún, con el correr de las horas en el Gobierno demostraron interés en devaluar la alternativa de la intervención, aunque sin dejar de admitir que es una herramienta que dispone el Ejecutivo nacional. Las versiones originales indicaban que esa medida abarcaría los tres poderes, durante 90 días, para luego convocar a elecciones.

La celeridad noticiosa de una posible intervención contrastó con la parsimonia que ayer exhibía en su despacho el ministro de Interior, Aníbal Fernández. “No hay nada para informar sobre La Rioja”, fue la escueta respuesta que acercaron a este diario desde la cartera política.

De resolverse la intervención, el Gobierno deberá contar con la aprobación del Congreso Nacional, lo que –estiman puertas adentro– redundaría en un costo político muy alto. La gestión kirchnerista sabe de qué se trata: tiene el antecedente de Santiago del Estero.

De todos modos, es probable que Maza divise mejor predisposición en el seno del Ejecutivo ya que hace un mes el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, le negó categóricamente la posibilidad de la intervención y ayer, en cambio, Kirchner no le entregó ninguna respuesta tajante ni en uno ni en otro sentido.

Saliendo al cruce de Maza, Beder Herrera consideró anoche que una eventual intervención no haría otra cosa que “proteger la integridad penal” del gobernador frente a “hechos de corrupción” y advirtió que si Kirchner le da lugar al pedido del mandatario provincial “sin querer estará ayudando a tratar de tapar los actos de corrupción”.

Entre esos actos, Beder Herrera citó “un contrato firmado hace tres años, con la entrega del patrimonio de todos los riojanos, a una sociedad anónima llamada Yamira, de la cual su presidente es pariente del gobernador”.

La crisis institucional de La Rioja es una derivación de la interna justicialista. En este caso los protagonistas excluyentes son Maza y Beder Herrera. El mes pasado la mayoría de los legisladores, que responden al vicegobernador, decidió poner fin a la reelección indefinida mediante una reforma constitucional. Y como esa enmienda debía ser consensuada por una consulta popular, se agregó una cláusula transitoria en la que expresamente se alude a la imposibilidad de Maza de presentarse para un nuevo período.

El gobernador consideró que de esa manera Beder Herrera busca allanar el camino para tomar las riendas de la provincia. Y denunció al vicegobernador por querer desestabilizarlo con un “operativo desgaste”, del que formaría parte la Legislatura. Fueron esas aparentes maniobras irregulares las que le enumeró ayer a Kirchner, según se observa en el borrador que entregó en mano al Presidente. El escrito dice:

- “... la Cámara comienza un proceso de socavamiento institucional encabezado por el señor vicegobernador de la provincia acompañado de 18 de los 23 diputados, que se convierten en los opositores a mi gobierno, avasallando fundamentalmente las facultades que la Constitución otorga a la función ejecutiva que encabezo.”

- “Los irresponsables ataques al Tesoro provincial mediante leyes que se refieren llevan comprometido el acervo provincial en más de cien millones de pesos anuales, los que repercuten gravemente en las arcas, ya que implican más del 15 por ciento de los ingresos provinciales. Y fundamentalmente se contradicen con la política de ayuda mediante recursos extracoparticipables de su gobierno, a través de los acuerdos que –para mejorar infraestructura básica y social– anualmente suscribimos.”

- “En ese mismo marco y ‘de repente’ se presentaron siete pedidos de juicio político en mi contra, cargados de subjetivismos, arbitrariedades y falacias, son el objeto de crear un clima de desconfianza en un gobierno que siempre se manejó de cara al pueblo, y con el peligro latente de que se declare procedente alguno de estos pedidos y se me suspenda en mi cargo, quedando al mando de la provincia el vicegobernador.”

- “Como agravante, se ha creado un clima de temor en el Poder Judicial con destituciones de magistrados mediante procedimientos totalmente arbitrarios que generan un gran temor entre los jueces, ya que quienes no fallan conforme a los designios de la mayoría absoluta de la Cámara son sometidos a falsos juicios políticos y destituidos antes de ingresar al recinto.”

Con ese material en mano, Kirchner evaluará ahora si da lugar a los deseos de Maza o sigue con su postura de no intervenir.