EL PAíS › FRACASO LA CONVENCION NACIONAL DEL RADICALISMO
Pelean sin reproducirse
Por Eduardo Tagliaferro
Los radicales no tienen paz. Gritos, insultos, y alguna que otra piña perdida marcaron los momentos más duros de la frustrada reunión de la Convención Nacional de la UCR. A pesar de no alcanzar el quórum necesario para el funcionamiento orgánico, el titular del cuerpo, el entrerriano Sergio Montiel, permitió que los cerca de 140 convencionales presentes realizaran su catarsis y liberaran algunos fantasmas que todavía no pueden exhumar: entre ellos, el de Fernando de la Rúa. Lejos de las duras acusaciones que se lanzaron contra la dirección partidaria, Rodolfo Terragno confirmó su precandidatura. Lo hizo desde Irlanda, país cuyo modelo reivindica con entusiasmo. Otra de las sorpresas fue la vuelta a casa de Osvaldo Alvarez Guerrero. Luego de su paso por el Frepaso y de merodear las costas del ARI, el rionegrino le confirmó a Página/12 que dentro de 15 días se presentará como precandidato a presidente. El encuentro fue en el Centro Asturiano de Vicente López, pero bien podría haber sido en Macondo.
El salón no estuvo a la altura de las circunstancias. Los huecos fueron notorios y la falta de emblemas y banderas partidarias también. Lo cierto es que las expectativas nunca fueron muchas. Una bandera roja y blanca era el único símbolo que estuvo detrás de la mesa de la convención. Presidida alternativamente por Montiel y por el ex gobernador bonaerense Alejandro Armendáriz, la Convención discurrió por los carriles más impensados. Pocos fueron los notables que llegaron hasta el local ubicado sobre la avenida Libertador. El bonaerense Juan Manuel Casella, el tucumano Ricardo Campero y el puntano Walter Ceballos fueron unos de los pocos dirigentes nacionales. El más emblemático de los radicales, Raúl Alfonsín, se reponía de un persistente resfrío que devino en bronquitis. “Lo encontré muy dolido porque las autoridades de la Convención no se acordaron de invitarlo”, dijo a este diario uno de los tantos visitantes que por estos días pasaron por su piso en la avenida Santa Fe. El pampeano Antonio Berhongaray, el convencional de Bahía Blanca, Víctor Bambil y el titular de Coninagro, Mario Raiteri, fueron algunas de las visitas a las que les anticipó el comunicado de prensa en el que aseguró “que el radicalismo presentará a sus propios candidatos en el 2003”. De esta manera, Alfonsín desmintió que estuviera impulsando un acuerdo para que un radical compartiera la fórmula con José Manuel de la Sota, tal como publicó BAE.
El enojo de Montiel era indisimulable. El tiempo pasaba y no sólo no aparecían dirigentes de peso, sino que tampoco se alcanzaba el quórum. El entrerriano esperaba que el principal tema en cuestión fuera la estrategia electoral. No desconoce que “hay pequeños grupos que reivindican la abstención”, pero el principal dilema al que debería enfrentarse era si “presentarían una fórmula mixta, es decir un radical y un extrapartidario o independiente”, como desea Terragno o bien “dos candidatos propios”, como sostiene el gobernador chaqueño y titular partidario, Angel Rozas, uno de los gran ausentes de ayer.
Armendáriz trasmitió la vuelta a casa de un histórico boina blanca: Enrique Mathov. No faltaron los jóvenes radicales que lo recordaron al grito de “asesino”. Luego de que el entrerriano le diera la palabra a Casella, comenzaron los gritos y los forcejeos. “Que traicionó los postulados históricos del radicalismo” y “que destruyó (junto a Federico Storani y Leopoldo Moreau) la UCR en la provincia de Buenos Aires” fueron algunos de los cargos que tuvo que enfrentar. Un congresista apellidado De Luca, no dudó en tildarlo de “duhaldista”. “Me parece natural que los jóvenes expresen sus críticas. Las acepto y respondo en la medida que pueda”, dijo luego Casella a la prensa, relativizando el incidente. Para el bonaerense, en ningún momento “le impidieron hacer uso de la palabra”.
Luego de homenajear al ex gobernador mendocino, Felipe Llaver y a César Jaroslavsky, un convencional porteño, a voz en cuello criticó a la mesapartidaria. Sin más, le dijo: “se tienen que ir todos, porque no representan a nadie”.
La Juventud Radical, comandada por Alejandro Ravinovich, se encargó de que sus puntos de vista duraran algo más que las muchas palabras que flotaron en el debate. Aunque fugaz, intentaron trascender en unas 4 hojas a las que titularon “El radicalismo es del pueblo”. Luego de recordar que los seguidores de Leandro Alem, “nacieron como una opción de poder ante la traición mitrista” y de transitar por algunos de los muchos episodios de sus más de cien años de vida, afirman que “si bien en el ‘89 nos expulsó el mercado para convertir todo en tierra arrasada (...) en el 2001 nos expulsó la gente, porque no cambiamos el modelo económico”. La JR no se privó de calificar de “inepto y autista” a De la Rúa. En diálogo con este diario, Alvarez Guerrero sostuvo que centrará su campaña interna en el “histórico perfil progresista del radicalismo”. No faltó quien recordara que cuando se incorporó al Frepaso calificó a la entonces conducción partidaria encabezada por Terragno como “una cosmética y un disfraz de la actitud cómplice de la anterior”. Sorpresas de la vida y del radicalismo.