ESPECTáCULOS
El milagro de una ciudad convertida en un museo
Más de 360 obras de arte en madera, acero, bronce y mármol de importantes artistas del país y del mundo le dan brillo cultural a Resistencia, sede de la Bienal Internacional de Escultura.
Por Karina Micheletto
Una larga madera de quebracho que lentamente se va transformando en figuras humanas entrelazadas. Otra madera que se funde con metal y que comienza a mostrar curvas cohesionadas. Una estructura de tres metros de altura, hecha con papel artesanal. Aquí y allá, escultores con barbijo, cinceles, martillos, lijas eléctricas y motosierras, desparramando viruta y chispas, en una enorme plaza céntrica, rodeados de personas que observan en silencio, seguras de que algo muy importante está pasando. Ocurre que se está desarrollando en la capital chaqueña la Bienal Internacional de Escultura, una ceremonia que se repite desde 1988, y que hace que la ciudad de Resistencia se convierta por diez días en un verdadero taller escultórico a cielo abierto. No sólo eso: las obras realizadas pasan a formar parte del patrimonio escultórico de Resistencia, ubicadas a lo largo de sus calles, plazas y paseos. Como si la ciudad fuera un gran museo confundido entre las casas y comercios, a la vuelta de cualquier esquina es posible encontrar más de 360 obras de arte en madera, acero, bronce y mármol de los más importantes artistas del país y del mundo.
“Le ganamos a la crisis, Resistencia sigue siendo la ciudad de las esculturas”, se entusiasma Fabriciano Gómez, uno de los motores principales del proyecto, escultor miembro de la Fundación Urunday, organizadora del evento junto a la Subsecretaría de Cultura chaqueña. Este año la Bienal estuvo a punto de suspenderse por la escasez de recursos. Después de idas y venidas, los organizadores pudieron llevar adelante el encuentro, mantener los premios de mil dólares para los ganadores y traer a todos los escultores seleccionados para participar del concurso, excepto al búlgaro Nicolay Koev, cuya llegada se dificultó a último momento. Finalmente, los escultores que concursan este año –en madera y metal, los materiales elegidos para esta edición– son Marco Antonio Rocha de Brasil, Ramón Morales Rossi de Venezuela, León Saavedra Geuer de Bolivia, Aldo Shiroma de Perú, Gustavo Beckelmann de Paraguay, Nimar Salmini de Uruguay y Guillermo Gaggini de Argentina. Hay también dos invitados especiales, los argentinos Carlos López y Enrique González de Nava.
Hoy por la tarde se conocerán los ganadores, elegidos por un jurado compuesto por la escultora china residente en Brasil Miu Kuen Cheung, la crítica de arte chilena María Carolina Abell Soffia y el escultor argentino Alfredo Portillos. Habrá también premios otorgados por el público, por los chicos y por los escultores. “Queremos que toda la gente participe y que sienta al arte como lo que es: algo propio de todos los seres humanos”, afirma la escultora Mimo Eidman. Alrededor de la plaza se realizan otros concursos escultóricos, con obras en cartón corrugado y alambres, o material que ellos mismos traen. El piquetero Héctor “Pelado” Gómez, dirigente de Federación Tierra y Vivienda, es uno de los participantes aficionados. Estudió Bellas Artes durante trece años en General Rodríguez, y actualmente está viviendo en la carpa que desocupados y piqueteros instalaron en forma permanente en la misma plaza en la que se desarrolla la Bienal. Su obra, “Figuras” representa “abajo, las dos almas de los piqueteros muertos, y arriba, un nacimiento. Queremos recordar las muertes, pero también anunciar el nacimiento de algo nuevo”, explica.
Los miembros de la Fundación Urunday están trabajando ya en la organización de la próxima Bienal, que esta vez será de aquí a dos años. Ya se reunieron con artistas de Pico Truncado, Santa Cruz, donde del 1 al 10 de noviembre se realizará un “Encuentro Internacional de Esculturas Sonoras”. Allí, seis escultores transformarán bloques de mármol travertino y metal en instrumentos gigantes. “También se utilizarán materiales que quedaron de las empresas YPF y Gas del Estado”, cuenta Eduardo Hidalgo,arquitecto y paisajista. La idea es levantar en Pico Truncado un parque de esculturas sonoras. Y que el viento del sur haga el resto del trabajo.