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Un ataque con dos granadas lanzado ayer por tres militantes islámicos contra la capilla del Hospital Cristiano en Taxila, cuando salía una docena de mujeres del recinto, provocó la muerte instantánea de tres enfermeras, y heridas a 25 personas. Fue el segundo ataque en esta semana en Pakistán como parte de una oleada de violencia contra blancos cristianos y occidentales. Murió uno de los atacantes.
Tres hombres esperaron en la entrada del hospital a que el servicio religioso matutino terminara antes de atacar, a quince minutos de las siete local, según informó la policía en la escena. “Los cristales de las ventanas caían sobre nosotros, todo el mundo lloraba, sufría de dolor”, dijo Margif Tariq, un trabajador del hospital. Un atacante murió, pero no estaba claro si fue alcanzado por los disparos de su cómplices o si falleció a causa de heridas de metralla. El hombre portaba una granada de mano. “Las enfermeras estaban saliendo de la capilla cuando alguien lanzó explosivos –dijo Clement Bakhshi, un contador del hospital de Taxila–. Tres de las enfermeras murieron”.
Los ataques de esta semana —el primero de ellos contra una escuela para niños de misioneros extranjeros— muestran que los militantes se están concentrando cada vez más en blancos fáciles. El ministro de Información, Nisar Memon, calificó el ataque de “siniestro intento por crear una división entre las comunidades musulmana y cristiana de Pakistán”. S.K. Tressler, un cristiano que es ministro de Asuntos de las Minorías de Pakistán, dijo que este ataque, como el acaecido seis días atrás en la escuela cristiana en Murree –donde tres hombres armados mataron a seis adultos– provenían del mismo grupo.