Con el correr de las horas, el souvenir que los manifestantes juecistas dejaron frente al Palacio de Justicia se transformó en parte del paisaje urbanístico como símbolo de los convulsionados días que vive la provincia. Al caer la noche todavía seguía en pie sobre las escalinatas del imponente edificio judicial la réplica de más de tres metros de altura de las urnas utilizadas en los comicios del 2 de setiembre, cuyo resultado definitivo los cordobeses todavía desconocen. Allí, al mediodía, los partidarios de Luis Juez volvieron a reclamar la “apertura de todas las urnas” y el “recuento voto a voto” en el escrutinio definitivo que consagrará al nuevo gobernador de Córdoba, con una colorida marcha que estuvo lejos de reunir la multitud que recorrió las calles de la capital la semana pasada bajo las mismas consignas. El PJ prepara su réplica con una caravana que hoy por la tarde bordeará toda la ciudad de Córdoba, para insistir en el triunfo de Juan Schiaretti.

El propio Luis Juez –que no participó del “abrazo simbólico a los tribunales”– valoró la convocatoria. “Fue fabulosa, de primer mundo. Que cinco mil personas se hayan convocado vía celular, por mensaje de texto, al mediodía de un día laborable para reclamar justicia, es tremendo”, dijo a Página/12 el aspirante a la gobernación. Aunque ningún cálculo periodístico estimó la concurrencia en la cifra que le puso el intendente de la ciudad de Córdoba a la movilización.

El recuento de ayer en otro edificio judicial –Tribunales II, como lo numeraron los cordobeses– igual le dio motivos a Juez para estar de buen humor. “Nuestros fiscales impugnaron 42 urnas que no tenían ni actas de inicio ni cierre del comicio”, insistió Juez ante este diario, esgrimiendo el hallazgo como una demostración de certeza de su denuncia de “fraude”.

El padrón de las urnas cuestionadas ayer equipara a los 17 mil votos de diferencia que el delfín delasotista, Juan Schiaretti, le sacó a Juez en el cuestionado escrutinio provisorio. Los apoderados del Frente Cívico y Social reclamarán que en ésas y otras 100 urnas impugnadas hasta ahora –de las apenas 1000 escrutadas sobre las 6150 que se utilizaron en los comicios– se realicen elecciones complementarias. En tanto los representantes de la oficialista Unión por Córdoba pugnaban porque esas 42 urnas se cotejen con los telegramas que llegaron al correo para el conteo del escrutinio provisorio.

De no mediar un furtivo operativo en la madrugada, los jueces del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba se toparán hoy con la urna gigante en las escalinatas del palacio. Los supremos aún deben resolver si hacen lugar al reclamo jurídico del juecismo de abrir todas las urnas y realizar el recuento voto a voto. Una decisión para la que pidieron más tiempo. Hacia ellos estuvo dirigido el reclamo de la manifestación que rodeó ayer la manzana que ocupa el Palacio de Justicia.

La gente comenzó a reunirse en los alrededores, en pequeños grupos sobre la Plaza de la Independencia, el Paseo Sobremonte y las escalinatas de la municipalidad de la capital cordobesa. Las únicas identificaciones eran las banderas argentinas, algunas con crespones negros, carteles hechos con impresoras de computación que proclamaban “abran las urnas”, “la Docta sin justicia” y “contra el fraude electoral”. Luego se sumaron al reclamo juecista militantes del Frente de Izquierda y los Trabajadores y del Partido Obrero con sus banderas partidarias.

Cerca del mediodía, los manifestantes se subieron a las escalinatas de los tribunales acompañados con aplausos y cortaron la calle Caseros. Un “hombre sandwich” paseaba un cartel que afirmaba “yo amo a Córdoba” y denunciaba como una cartelera cinematográfica “la última gran estafa” que se “consumó en las urnas”, ilustradas con las fotografías de los candidatos oficialistas como sus principales actores. Una gran urna negra llevaba la leyenda “maldita corrupción”, mientras otros desplegaban una larga bandera argentina frente a la entrada principal del Palacio de Justicia.

Luego sobrevino el “abrazo simbólico”. Los manifestantes se encolumnaron a lo largo de dos cuadras para rodear la manzana del Palacio. Al frente marchaba un desvencijado Torino blanco –hecho en las fábricas automotrices de Córdoba– con el equipo de sonido que le ponía música de León Gieco y Teresa Parodi. Detrás los seguía una carroza fúnebre con globos negros y coronas para la justicia “que en paz descanse”. Adentro iba un cajón mortuorio repleto de las boletas electorales que se utilizaron en los comicios cordobeses.