Néstor Kirchner sigue con su despedida del Gobierno, al mismo tiempo que teje el entramado político que sustentará el mandato de su esposa, Cristina Fernández. Ayer, el Presidente reunió en el Salón Blanco de la Casa Rosada a 186 intendentes kirchneristas y radicales K de todo el país, a quienes les confesó sentirse “feliz por los veintiún triunfos” –salvo Capital, Córdoba y San Luis– que consagraron a su esposa como la presidenta electa. El intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, le agradeció desde el atril como presidente de la Federación Argentina de Municipios (FAM): “Usted nos incluyó dentro del esquema nacional y nos gustaría que sigamos trabajando juntos y estaríamos gustosos de que nos acompañe en nuestras recorridas por los barrios”. El bonaerense también manifestó que “le gustaría” que Kirchner presida el PJ.

“Tengo una profunda felicidad por el triunfo del 28 de octubre” porque “la gente confirmó el rumbo, la continuidad del cambio”, les dijo el Presidente a los jefes comunales que reunió en la Casa Rosada. Kirchner manifestó sentirse “feliz con los 21 triunfos que obtuvimos en todo el país”, aunque también agradeció a cordobeses y porteños, dos de los distritos que le dieron la espalda al oficialismo en octubre.

Tras un breve repaso de su gestión, el Presidente también habló del futuro y la posta que le deja a su esposa. “Sabemos que falta muchísimo, pero estoy seguro de que entre ustedes, los gobernadores y la presidenta electa harán un mejor gobierno”, les dijo como mensaje y pedido de acompañamiento a los jefes comunales.

El Presidente afirmó que todavía “hay cosas que vamos a profundizar. Darle valor a la obra pública y al trabajo que genera”. Un tema que él se encargó personalmente de acordar con los intendentes durante su gestión. También los convocó a “profundizar el trabajo, no responder agravios, madurar profundamente”.

Los intendentes del conurbano a los que Kirchner les abrió las puertas de la Rosada durante su mandato fueron los primeros en llegar. El propio Pereyra, Hugo Curto (Tres de Febrero) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) fueron los más puntuales de la larga peregrinación (ver aparte). A ellos se sumó rápidamente Gustavo Posse (San Isidro), uno de los radicales que más rápido se plegaron a la política de alianzas trazada por el Gobierno. También los que llegaban por primera vez como intendentes a la Casa de Gobierno: el diputado y dirigente gremial de los metalúrgicos Francisco “Barba” Gutiérrez (Quilmes) y Fernando Gray (Esteban Echeverría).

Ya en el Salón Blanco, Kirchner elogió a Chávez y criticó sin nombrarla a Elisa Carrió por sus cuestionamientos al proceso electoral de octubre (ver página 5). También criticó a la prensa cuando agradeció el respaldo electoral en su pago chico. “Un periodista dijo que en Santa Cruz la izquierda iba a hacer una gran elección. Todavía no se hizo una autocrítica”, sostuvo.

Pereyra, en nombre de la FAM, fue el encargado de “agradecer” al Presidente. “Con su llegada, inició una bocanada de aire fresco para los intendentes”, dijo el kirchnerista bonaerense. El intendente de Florencio Varela elogió la relación que entabló Kirchner con los jefes comunales: “Sabía –dijo mirando al Presidente– del potencial que tenían las intendencias, que no sólo se dedicaban al ABL, sino también a seguridad, justicia y educación”.

“Usted nos incluyó dentro del esquema nacional y nos gustaría que sigamos trabajando juntos y estaríamos gustosos de que nos acompañe en nuestras recorridas por los barrios”, insistió Pereyra. “A mí me gustaría mucho que sea el presidente del PJ, pero esa es una decisión muy personal de Kirchner. Eso se va a discutir en su momento, la última palabra la tiene él”, comentó Pereyra ya fuera del Salón Blanco.

Los intendentes K dejaron en claro que esperan y quieren mantener la misma relación con el nuevo gobierno. Aunque antes darán una prueba de fidelidad. Sobre sus espaldas –particularmente los del conurbano bonaerense– recaerá la movilización que rodeará de calor popular la asunción de Cristina Fernández el lunes que viene.