El ex presidente Néstor Kirchner viajará a Colombia junto al canciller Jorge Taiana como integrantes argentinos de la delegación internacional que formará parte del operativo de liberación de tres rehenes de las FARC. La participación de Kirchner, anticipada por Página/12 el viernes pasado, obedece a una invitación girada por el gobierno de Francia, apoyada por los otros gobiernos que han tenido participación en el conflicto y aceptada por Argentina siguiendo la línea que ha mantenido en este caso en los últimos tiempos: que se trata de un problema humanitario que debe tener una solución regional.

Taiana hizo el anuncio ayer en una conferencia de prensa en la Casa de Gobierno junto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Allí dio detalles del viaje que tendrá varias escalas. Hoy, poco después del mediodía, saldrán desde Buenos Aires hacia Caracas, para hacer noche en la capital venezolana. Por la mañana tomarán otro avión que los transportará a Villavicencio, capital del departamento colombiano de Meta. Luego seguirán en helicóptero hacia un lugar aún no determinado de la selva colombiana donde las FARC entregarán a tres rehenes: Clara Rojas, ex compañera de fórmula de Ingrid Betancourt; a su hijo nacido en cautiverio, Emmanuel, y a la parlamentaria Consuelo González. El gobierno de Colombia dio su consentimiento al plan, así que si todo sale bien los rehenes serán liberados mañana mismo.

Unas horas antes del anuncio de Fernández y Taiana, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, había revelado la conformación de esta delegación internacional que integrarán también representantes de Colombia, Francia Brasil, Ecuador, Bolivia y Cuba. Chávez no dijo quiénes serían los participantes por el lado argentino, en un acuerdo con la Casa Rosada para que en Buenos Aires le dieran el contexto que consideraran conveniente a la noticia. El venezolano aseguró que el primer jefe de Estado que se había mostrado dispuesto a colaborar en el operativo había sido “la compañera Cristina Kirchner”, a la que luego mencionaría varias veces más, en un gesto que no fue casual en medio del conflicto abierto con Estados Unidos por la valija de Antonini Wilson y sus derivaciones.

En la Casa Rosada consideran que en buena medida esa cuestión fue reavivada desde Miami por la postura activa tomada en el caso de los rehenes, que incomodó al gobierno de Colombia, un aliado de Washington.

Detalles

La Presidenta ofreció su punto de vista durante un acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Explicó que había cerrado los “últimos detalles” del acuerdo mediante llamados telefónicos a Chávez y al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y que la decisión de que la misión la encabezara Kirchner tenía que ver con la intención del gobierno de colaborar “todo lo que pueda” en este caso.

“Lo hemos hecho con la convicción de que en todo lo que tenga que ver con acción humanitaria Argentina debe tener un rol de cooperación, de colaboración y solidaridad con el sufrimiento humano”, sostuvo Cristina Fernández.

Si se compara con los integrantes de las otras delegaciones, la Argentina es largamente la de mayor peso. “La presencia de Kirchner la pedía Francia, pero también Brasil y otros países de la región”, explicaban anoche en la Casa Rosada. En esa línea, Kirchner, recién salido de la presidencia, será una especie de “representante” de los mandatarios de Sudamérica que avalaron con entusiasmo su participación en el operativo. Según comentaban, hasta el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, veía con buenos ojos el viaje de Kirchner, pensando que podía restarle algo de protagonismo a Chávez, quien finalmente pudo coronar un avance trascendente en una mediación que hasta hace unos días parecía caída.

Jugada

Los Kirchner vienen jugando desde hace tiempo fuerte en la cuestión de los prisioneros colombianos. A mediados de año, ambos recibieron en Buenos Aires a Yolanda Pulecio, la madre de Ingrid Betancourt, la rehén más famosa de la guerrilla colombiana. La gestión de acercamiento la había realizado el canciller Taiana, que conoce a Pulecio desde hace más de diez años, cuando coincidieron como embajadores de sus países en Guatemala.

Desde aquella entrevista, Néstor y Cristina Kirchner se mantuvieron al tanto del conflicto. Así, apoyaron la gestión de Chávez para conseguir un canje de rehenes por prisioneros. La mediación se cortó abruptamente cuando Uribe consideró que el venezolano había sobrepasado los límites de su gestión. El corte sucedió justo días antes del traspaso de mando en Argentina, y Nicolas Sarkozy envió una carta a Kirchner pidiendo su intervención en el conflicto. Cristina Fernández vio entonces una buena posibilidad en la confluencia que se produciría en Buenos Aires –Uribe, Chávez, el primer ministro de Francia, François Fillon– para avivar la mediación. Por eso invitó a Pulecio, quien viajó junto a la senadora colombiana Piedad Córdoba, mediadora junto a Chávez.

La posición del gobierno argentino desde el comienzo fue que había que separar las rencillas políticas de la liberación de rehenes, “una gestión estrictamente humanitaria”, según definían en Cancillería. En ese sentido, evaluaban que Chávez era quien más avances había realizado al abrir un canal de diálogo con las FARC, que lo consideraron un interlocutor válido. También sostenían que la solución debía darse “dentro de la región”, y que Francia y Estados Unidos por más esfuerzos que hicieran no conseguirían resultados.

Apenas se supo de la oferta de las FARC de liberar tres rehenes como gesto hacia Chávez, circularon versiones sobre el armado de una comisión de garantes que viajarían a la zona. En su momento, Kirchner había respondido socarronamente a la posibilidad de viajar a la selva colombiana, pero era en otra etapa del conflicto, cuando las negociaciones todavía estaban enmarañadas. En cambio, desde que surgió esta posibilidad, en el gobierno argentino lo analizaron con detenimiento.

Página/12 reveló el viernes que Kirchner había recibido una invitación de Francia para participar de la operación como garante y que en la Casa Rosada consideraban “probable” que aceptara. Lo que terminó de convencer al ex presidente fueron los mensajes que le llegaron de los otros mandatarios de la región. El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien jugó muy cerca de la posición argentina a lo largo de las negociaciones, fue de los que más insistió para que el ex presidente se subiera al avión y en alguna medida funcionara como el representante de los jefes de Estado de la región en el trascendente operativo de mañana.