El vuelo 993 de LAN Chile que aterrizó en el aeropuerto militar de Bahía Agradable transportó a 170 miembros de la Comisión de Familiares. Por cada visitante había una historia, una familia dolorida, una biografía que quedó trunca. Muchos ya habían estado antes, para otros era la primera vez en Malvinas. Haydé del Carmen Azcárate, vecina de Lobos, pudo contarle a la presidenta Cristina Fernández que su hijo Sergio Omar murió el último día de la guerra. Sergio estaba asignado al Regimiento de Infantería Mecanizado N° 6 de Mercedes. Cayó en los alrededores de Puerto Argentino. La chaqueña Francisca Sosa, de Quitilipi, se sorprendió cuando CFK le elogió el sombrero de piel que le tapaba hasta las orejas. Había que estar bien preparado para el frío malvinense. Profesora en Ciencias de la Educación, la riojana Cristina Peré es oriunda de Chepes, en los llanos del sur, y visitó el cementerio de Darwin para homenajear a su tío Francisco Velindo Fernández. Como los demás 342 tripulantes muertos del Crucero General Belgrano, el maquinista Fernández quedó para siempre en el océano. Era cabo principal de la Armada. “En Chepes lo esperábamos en julio y diciembre. Eramos pobres y él llegaba para mostrarnos novedades: traía un grabador, una máquina fotográfica, fotos de sus viajes a Estados Unidos o a la Antártida en el Irízar”, recuerda Peré. Otra historia con mucho simbolismo es la de los hermanos de Olga Gedes. Olga perdió a dos de sus once hermanos en la dictadura. El menor, Carlos, fue asesinado en 1976. Tenía 18 años y era abanderado del Colegio Nacional de Comercio. La Justicia acaba de condenar al ex dictador de la provincia Juan Carlos Colombo, por ese y otros hechos. Otro hermano, el sargento de Gendarmería Ramón Gumersindo, cayó en combate a pocos días de la rendición en Malvinas. “Ramón formaba parte de un grupo comando. Sobresalió por su heroísmo, iba en un helicóptero y se arrojó antes de que explotara, pero luego intentó salvar a sus compañeros”, lo recuerda Olga.