El gobierno nacional volvió a cuestionar con dureza el paro del subte, aunque se llamó a silencio una vez que trascendieron las características del operativo policial en el que fueron golpeados los hijos de Néstor Segovia. Durante la mañana, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, insistió en que su cartera venía dialogando con los delegados de la Asociación de Trabajadores del Subte y el Premetro sobre el reclamo de inscripción gremial. Afirmó haberse comprometido a dar una respuesta “en un tiempo razonable, la que mejor se ajuste a las normas vigentes”. Y se quejó de que los delegados hayan lanzado “doce horas después el paro más salvaje, más agresivo y más extenso de los últimos seis años”.

“En este conflicto hay situaciones contrapuestas de no sencilla resolución. Si fuera un tema tan claro, ya lo hubiésemos resuelto como hicimos en infinidad de otros casos”, sostuvo Tomada.

Por otra parte, insistió en que la medida de fuerza del jueves “no fue un paro”. “Si este grupo de trabajadores está dispuesto a hacer un paro, que se retiren de la empresa, que la dejen sin posibilidad de funcionar, pero que no hagan lo que hicieron de sentarse en los andenes y tirarse a las vías, porque esto no demuestra la verdadera representación que ellos alegan.” El ministro pareció esbozar un cambio en la postura que ha tenido el Gobierno hasta ahora de no declarar ilegal a las huelgas. Consideró que el jueves se alcanzó el “momento de máxima tensión” y que a partir de ahora habrá que encauzar esta conflictividad “dentro de las reglas de juego”.