EL PAíS
Esta vez quieren asegurarse de que la policía no se pase de la raya
Fuentes del Gobierno revelaron que hay “órdenes por escrito” de reprimir sólo con unidades antimotines y en caso extremo. El temor es que haya algún saqueo organizado para generar más violencia y disparar una represión, o que “un puñado de policías” empiece a propósito.
Por Raúl Kollmann
“No vemos grandes oleadas de saqueos, pero tal vez haya algunos hechos aislados. Alguna ofensiva contra un supermercado y, sobre todo, puede ocurrir que paren un camión, a mano armada, y produzcan una distribución de la comida que lleve o el faenamiento de ganado. Frente a eso, no va a actuar ningún (Alfredo) Fanciotti (en referencia al comisario que participó de la matanza de los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán). Hay orden clara, por escrito, de que sólo se utilizarán unidades antimotines y balas de goma.” De esta forma, un altísimo funcionario nacional establecía ante Página/12, el diagnóstico de lo que puede pasar en las jornadas del jueves y viernes próximos, los tan mentados 19 y 20 de diciembre.
Desde el punto de vista del peligro de saqueos, hasta el momento hay dos hechos que centraron el análisis del Gobierno. Un intento en el Carrefour de San Fernando, fogoneado –según el informe oficial– por una banda de delincuentes comunes de Tigre conocida como “Los Tortos”, dedicada a los robos y el tráfico de drogas. En un par de barrios muy carenciados, cercanos al Carrefour, actuaron varios hermanos que integran esa banda. El otro hecho ocurrió en José C. Paz, donde los saqueadores llegaron en un micro, se agruparon en una esquina, y ante la advertencia de los comerciantes, la policía llegó –a diferencia de diciembre de 2001– en apenas unos minutos. Según los informes oficiales, los saqueadores respondían a dos punteros que estuvieron con el menemismo, pero que ahora ya no operan verticalmente con el riojano.
Según admiten en privado dirigentes de izquierda y de los piqueteros hay dos razones por los que no se esperan saqueos masivos:
u La primera, es que este año no está el aparato del justicialismo bonaerense incentivando los saqueos o mirando para otro lado en los casos en que aparecen grupos que quieren ir a saquear. Esta vez el proceso no se engancha con la intención de voltear al gobierno, como fue el de Fernando de la Rúa, sino que el inquilino de la Casa Rosada es Eduardo Duhalde, justamente el jefe de ese aparato justicialista. El menemismo tiene poco peso en el conurbano y por lo tanto escasa capacidad de desestabilizar.
u La segunda razón de que no se prevean saqueos masivos fue definida así por uno de los dirigentes que dialogó con este diario: “Están distribuyendo comida como nunca y al menor amague entregan también centenares de planes Trabajar”. El cheque que el viernes se llevó Raúl Castells es un ejemplo de esa política, y los líderes piqueteros y de izquierda admiten que nunca fue tan fácil negociar con el Gobierno comida y planes sociales.
Según un texto que recorre los despachos oficiales, el peligro de esta semana no está en las grandes organizaciones piqueteras –que están negociando con el Gobierno, obtienen lo que buscan y no quieren desprestigio– sino en los grupos más chicos, alguno de los cuales podría buscar una movida espectacular con el objetivo de exhibirla como una especie de carta de presentación revolucionaria para conseguir nuevos adherentes. En concreto se habla de que podrían tomar por la fuerza algún camión –según el texto lo harían a mano armada– e intentarían distribuir lo que lleva en algún barrio carenciado. Todo eso encaja en los términos que figuran una y otra vez en el diagnóstico oficial de los hechos que se esperan: “Esporádicos”, “aislados”. Las zonas que consideran más peligrosas son básicamente Ciudadela y San Martín, por la presencia de algunas bandas con presencia en los barrios.
Uno de los ingredientes claves de la situación es el estado de las fuerzas de seguridad. Es obvio que en lo ocurrido en diciembre de 2001 hubo zonas liberadas, la Policía Bonaerense dejó hacer a los saqueadores y la Federal participó de la matanza que se desarrolló en terreno porteño.”No vemos ahora que nadie esté operando políticamente a la Bonaerense”, resumió un encumbrado funcionario provincial. En otros términos eso significa que no hay una interna en envergadura en la fuerza y, para mejorar todavía más las cosas, el ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, recién definirá los ascensos a finales de esta semana o principios de la próxima. O sea que los jefes policiales no quieren que haya movidas en sus zonas porque aspiran a ubicarse en departamentales o brigadas de más poder y mayor recaudación. El menemismo tiene buenas relaciones con algunos comisarios –sobre todo de la mano de Alberto Pierri–, pero son una minoría. El funcionario bonaerense agregó una frase para redondear la estrategia: “No va a haber ningún Fanciotti a cargo de ningún operativo importante. Ni respecto de los saqueos ni respecto de las movilizaciones de los piqueteros y la izquierda”.
Justamente, la movilización del jueves y viernes es el otro punto en el que existen evaluaciones oficiales. También en este terreno, los responsables de seguridad diagnosticaron que las grandes corrientes piqueteras no quieren problemas y se aprestan a realizar un control de quienes marchen en sus filas. No ha trascendido, pero ya hubo varias reuniones de jefes de la Federal con enviados de los grupos piqueteros y los partidos de izquierda.
En esos encuentros se bosquejó un diagnóstico similar: “Hay mucha tensión y la va a haber el jueves y viernes”. En el Gobierno sostienen que “más allá de lo que están anunciando, el jueves a la noche las movilizaciones van a estar en la Capital y seguramente habrá grupos que pasen la noche en la Plaza de Mayo. El peligro es la existencia de pequeños grupos que armen una movida en algún lado o que se zafen”. También admiten que de su lado también hay un peligro: “Que un puñado de policías empiece a responder a los grupos chicos y le tiren gases al conjunto. Eso puede producir una catástrofe”.